.. |
México D.F. Domingo 21 de diciembre de 2003
La serie de cuatro lienzos forma parte de una
gran restrospectiva del artista francés
La ejecución de Maximiliano, polémica
obra de Manet, se muestra en el Prado
ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL
Madrid, 20 de diciembre. El Museo del Prado decidió
postergar para el 8 de febrero la clausura de una retrospectiva del pintor
francés Edouard Manet (1832-1883), integrada por un centenar
de piezas de todos los géneros que experimentó. Entre los
cuadros que se exponen se halla La ejecución de Maximiliano,
obra que escandalizó al Segundo Imperio francés de Napoleón
III, quien decidió prohibir su exhibición por considerar
que justificaba la decisión de los mexicanos de fusilar al emperador.
En
lo que constituye una de las retrospectivas más completas del artista
francés, Manet en el Prado traza un relato cronológico
de las inquietudes y tendencias que influyeron al ''pintor más importante
del siglo XIX''. La muestra está compuesta por 110 obras -58 cuadros,
30 grabados y 22 dibujos-, entre las que hay retratos, bodegones y pintura
de historia y religiosa.
Debido a la gran acogida que recibió la muestra,
la administración del recinto decidió aplazar la clausura,
que estaba prevista para el 11 de enero, hasta el 8 de febrero.
Con la retrospectiva, considerada la mayor en 20 años
desde las realizadas en París y Nueva York, el recinto madrileño
se une a los actos por el 100 aniversario luctuoso del pintor.
Escandaloso y revolucionario
Manet nació en el seno de una familia de la alta
burguesía parisiense que, a su vez, era defensora de los valores
republicanos y liberales que heredó Francia de la Ilustración
y la Revolución. Esa herencia dejó impronta en el crador,
al que siempre se le consideró "artista escandaloso y revolucionario".
Por ese carácter rebelde fue perseguido e incluso insultado por
sus propios compatriotas.
En los inicios de su trayectoria artística, Manet
sufrió el vilipendio de la crítica y del público francés,
por lo que decidió realizar un viaje ''refundacional'' a España,
en concreto a Madrid, donde visitó, en 1865, el Museo del Prado
con la finalidad de contemplar las obras de dos de sus principales maestros:
Francisco de Goya y Diego Velázquez.
Ese viaje significó la reafirmación del
artista sobre su visión del arte y de su vocación de ser
"motor de la renovación de la pintura", que, sin saberlo, lo llevó
a convertirse en el "fundador de la modernidad y el impresionismo", explica
Manuela Mena, comisaria de la exposición.
En ese viaje descubrió el cuadro Los fusilamientos
del 3 de mayo, de Goya, que le sirvió de inspiración
para la creación de una de sus obras más enigmáticas
y contestatarias: La ejecución de Maximiliano, formada por
cuatro cuadros y que, desde diversas tendencias estéticas, sugiere
que el fusilamiento del emperador impuesto a México por Napoleón
III no fue un acto de barbarie del pueblo mexicano, sino una respuesta
justificada a la política imperial del régimen francés.
La tesis le costó la repulsa de sus compatriotas y la censura del
gobierno, que prohibió la exhibición de los cuadros y la
edición de un grabado alusivo.
Cuatro fusilamientos
Juliet Wilson-Bareu, experta en la obra de Manet, sostiene
que "en 1867 el artista, quien despreciaba la pintura de historia, decidió
hacer de la ejecución de Maximiliano un gran cuadro para el Salón
(centro de exposiciones de la época). El lienzo de Goya El 3
de mayo de 1808 suministró una armazón básica
para la composición. Manet lo había visto junto con su pareja,El
2 de mayo de 1808, en su visita al Prado.
''Para el primer bosquejo a gran escala de una escena
de aspecto muy mexicano, Manet unió a sus recuerdos de Goya el material
visual de los grabados populares y los informes de prensa. A medida que
llegaban a París más noticias y fotografías, refundió
dos veces la composición, cada vez en un nuevo lienzo. La revelación
de que el pelotón iba uniformado a la francesa le permitió
sugerir que Francia era responsable de aquel desastre goyesco.
''La versión final, que incluye motivos tomados
tanto de las estampas taurinas de Goya como de sus Desastres de la guerra,
se terminó a tiempo para el Salón de 1869, pero Manet fue
avisado de que no debía presentarla y la censura le impidió
su publicación. Manet no pudo, pues, hacer una clara declaración
pública sobre los sucesos contemporáneos bajo el Segundo
Imperio.''
El Prado reservó para esta obra una sala individual,
en la que, además de contemplarse tres de las cuatro versiones de
La ejecución de Maximiliano, miran de frente al original
de Goya que inspiró y conmovió al creador francés.
La serie es quizá la más subversiva del pintor francés,
cuya realización le implicó diez meses de exclusiva dedicación.
''El hecho tuvo tal dimensión trágica para
el republicano Manet, que decidió dedicar una obra de formato monumental,
con las figuras casi de tamaño natural, a la ejecución.
Manet, sin embargo, en todas sus versiones colocó a Maximiliano
en el centro del grupo, incluso cuando ya habían llegado noticias
del fusilamiento, que lo situaban a la derecha. Decidió presentarlo
con el gran sombrero mexicano, como los rebeldes de Benito Juárez,
con el que había aparecido en una de las fotografías tomadas
durante el sitio de Querétaro, seguramente para mostrar su compromiso
con México", explica la comisaria.
El crítico de arte español Angel González
García sostiene: ''La ejecución de Maximiliano es
uno de los cuadros más extraños que conozco... No obstante,
hay algo terrible en que el bueno de Manet fusilara al pobre Maximiliano
¡cuatro veces! Sólo por este detalle el cuadro ya resultaría
extraño. Ahora bien: si lo que Goya pretendía era conmover
o soliviantar los ojos de sus compatriotas, tendría que haber pintado
a esos odiosos invasores disparando a mansalva, sin contemplaciones. Su
cuadro es un completo fracaso; y no hablo de un fracaso ideológico,
sino artístico. También Manet se había hecho sus ideas
sobre lo ocurrido en México, y hasta es posible, como dicen, que
no fueran muy favorables al comportamiento del gobierno francés
durante aquella crisis, pero una cosa es despotricar en los cafés
y otra muy distinta pintar cuadros donde el dolor y la muerte puedan sentirse
y no sólo argumentarse".
Para esta primera gran retrospectiva, el Museo de Prado
reunió de diversos recintos de Europa y Estados Unidos -como el
D'Orsay, de París, y el Metropolitan Museum of Art, de Nueva York,
así como otras 30 instituciones y coleccionistas privados- los cuadros
más representativos de Manet, entre ellos Bar en el Folies-Bergére,
que se considera ''la última obra maestra'' del artista y que raramente
se exhibe fuera del Courtauld Institute of Art de Londrés.
La exposición también incluye El filósofo
(1866-1867), El balcón (1868-1869), Faure en el papel
de Hamlet (1876-1877) y Otoño (1881), entre otros.
Manuela Mena señala que la exposición adquiere
especial significado, puesto que el propio artista realizó una visita
a este museo en 1865, movido por su interés por la pintura y los
temas españoles, pero también por su conocimiento de los
maestros antiguos, como Tiziano y Rubens, por los que sentía una
profunda admiración.
''Esta visita resultó de importancia capital para
el desarrollo de su arte. Pero además es importante señalar
que, aisladas, las obras de Manet son como ramas desgajadas de un gran
árbol, que mantienen su carácter y su esencia, pero que no
dejan ver la belleza de su silueta o la fuerza del tronco."
|