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México D.F. Lunes 15 de diciembre de 2003
Carlos Fazio
šVendepatrias!
El Ejecutivo federal no ceja en su intención de aplicar un nuevo mazazo a la economía popular, vía una nueva andanada de privatizaciones de sectores estratégicos y una contrarreforma fiscal clasista que significará mayor transferencia de recursos de los más pobres a los más ricos. Las medidas regresivas del régimen están destinadas a enajenar las últimas joyas de la corona: Petróleos Mexicanos (Pemex), Compañía Federal de Electricidad (CFE) y Luz y Fuerza del Centro (LFC); al revés de lo que dice la propaganda oficial, constituyen no "un traje a la medida de todos los mexicanos", sino de las corporaciones multinacionales.
Por eso es tiempo de decir un no consciente y generalizado a las exigencias desmanteladoras y privatizadoras del patrimonio nacional, impuestas por organismos de clase al servicio del imperialismo (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial), eficaces operadores de un Estado nación determinado (Estados Unidos) y de las compañías multinacionales con casa matriz en su territorio, del que se benefician la oligarquía plutocrática local, un puñado de "técnicos" fiscalistas y hacendarios que responden al Tesoro estadunidense -como Guillermo Ortiz-, y burócratas, políticos y legisladores cleptocráticos.
El Estado mexicano funciona como un poderoso "Estado niñera" (Chomsky), que se encarga, por un lado, de distribuir los recursos públicos de la nación, incluidos nuestros impuestos -palabra autoritaria si la hay-, a un puñado de ricos, que lo son aún más que antes, y por otro, de reducir el nivel de vida del grueso de la población, marginándola más que antes. Pasó antes con la deuda, que convirtió a México en un país tributario. La banca acreedora socializó los costos; es decir, los trasladó a los contribuyentes. Los gobiernos del PRI y del PAN obtienen los recursos para cumplir con sus amos del exterior sacándolos de nuestros impuestos. Bolseándonos. Se sigue aplicando la vieja fórmula de los dueños del dinero, de privatizar los beneficios y socializar los costos.
La política está dominada por aventureros y jugadores tramposos. El sacrosanto mercado y su mano invisible han quedado fuera del control democrático. El mercado genera ganancia. El mercado no tiene memoria ni cultura. El mercado arrasa con lo público. "La doctrina recomienda comprar, vender y ser flexible. A quien no es flexible lo castiga el mercado", dice Horst Kurnitzky. El hombre flexible debe ser manejable, dúctil. Conformista. Sin voluntad propia. La flexibilidad que nos pregona monseñor Abascal es sinónimo de sumisión al poder económico. La flexibilidad ocupa el lugar de la solidaridad. En el México "de maravillas" de Fox, en el lugar del ser humano y social se coloca el modelo del empresario. Un modelo de sociedad donde el hombre es enemigo del hombre. Un mundo lobo; socialdarwinista.
Es el actual un Estado nana proteccionista. Existe una forma de intervención estatal dirigida a proteger a los ricos y subvencionar a las transnacionales extranjeras (vía el ISR o la exención impositiva por derechos de extracción de hidrocarburos en los irregulares contratos de servicios múltiples), mientras se aplica a sangre y fuego la llamada "disciplina del mercado" a los pobres, los trabajadores y las clases medias. Si el pueblo se retoba, las únicas oportunidades están en la cárcel o el hambre. O en el mercado laboral, que está controlado por la tiranía privada depredadora y ha sido vaciado de todo contenido social.
Estamos inmersos en una nueva fase de corporativización del poder, de su consolidación y centralización. Los señores del dinero utilizan el poder del Estado en función de sus intereses de clase. La tarea de las mafias del PAN y del PRI es asegurar que no haya acceso a la democracia. Para ello es necesario controlar a la opinión pública, para que sea "tan estúpida e ignorante como pueda llegar a serlo un ser humano" (Adam Smith dixit).
Gran parte del sistema educativo está diseñado para conseguir la obediencia y la pasividad de la gente, para impedir que las personas sean independientes y creativas. Existe una inmensa industria de relaciones públicas y todo un sistema doctrinal que a través de campañas publicitarias masivas de adoctrinamiento y de un diluvio de distorsión ideológica manipuladora explota los deseos, el miedo y la histeria de la gente y, en ocasiones, el fanatismo.
Se pretende que la población no se dé cuenta de nada. Cuanto más libertad posee una sociedad, cuanto más educada y culta es, más peligrosa resulta para los intereses del gran capital. Por eso, a la "chusma" hay que enjaularla de alguna manera. Hay que coaccionarla y controlarla para evitar que haga uso de esa libertad. El sistema de propaganda no quiere que la gente piense: nos podemos apoderar del gobierno y utilizarlo como un instrumento de poder público. De allí que cuando la gente piensa, se junta y organiza la protesta, desde el poder los amos y sus comparsas -cúpulas empresariales, políticos mafiosos y grupos de charros patéticos-, por conducto de sus papagayos amaestrados de los medios masivos, comienzan a vociferar: "špopulismo!" Embisten, amenazan con el caos, chantajean.
El plan fiscal de Fox beneficia a las trasnacionales. La Ley Federal de Derechos privilegia los contratos de servicios múltiples y la privatización silenciosa del sector energético. El objetivo es sustituir el monopolio estatal por el monopolio privado. Que no nos vuelvan a saquear con Pemex, la CFE y LFC como nos saquearon con los bancos y la deuda externa. Si se privatiza el sector petroeléctrico no habrá, a la postre, ni cine ni diarios ni libros ni investigación científica que no termine privatizado en manos de las corporaciones multinacionales, en manos de la tiranía privada del capital.
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