México D.F. Sábado 13 de diciembre de 2003
Miguel Concha
Radios comunitarias y derechos humanos
Las radios comunitarias -el llamado tercer sector de las
comunicaciones- juegan un papel fundamental en toda América Latina
porque, entre otras cosas, cumplen con el fin social de mantener informados
a los miembros de una comunidad sobre cuestiones trascendentales: sobrevivencia,
seguridad, necesidades de la vida cotidiana, relaciones familiares, etcétera.
Ninguna empresa comercial, y mucho menos un monopolio o duopolio radial
o televisivo, que elaboran su programación a partir de intereses
y realidades ajenas, pueden suplantar las funciones que tienen.
En México existen desde hace más de 35 años.
Sin embargo hasta la fecha el Estado se ha negado sistemáticamente
a reconocerlas, violando así los derechos a la cultura, la información
y la libertad de expresión de vastos sectores de la población.
Del total de radios comunitarias, sólo una ha obtenido el permiso
para transmitir en onda larga y una en onda corta, incapaz de ser captada
por los aparatos pobres de las comunidades. Al resto se les ha negado,
porque los requisitos técnicos, económicos y administrativos
que se les imponen les son inalcanzables.
Se arguyen además razones de seguridad, lo que
es una muestra de autoritarismo y desconfianza hacia la ciudadanía.
Por ello el miércoles pasado la sección mexicana de la Asociación
Mundial de Radios Comunitarias (Amarc), acompañada por organizaciones
nacionales de derechos humanos, entregó al subsecretario de Comunicaciones
y Transportes (SCT) cuatro expedientes de radios comunitarias (dos en Oaxaca,
una en Hidalgo y una en Amecameca), para solicitar nuevamente sus permisos
de operación, previo el pago de derechos correspondiente.
Desde marzo la SCT se ha negado a abrir las posibilidades
para que las emisoras comunitarias obtengan por fin su reconocimiento legal,
imponiendo incluso requisitos que rebasan a la propia Ley Federal de Radio
y Televisión (LFRT) vigente, como el determinar que las radios cuenten
con el aval de la Secretaría de la Defensa Nacional, y estableciendo
con ello un trato discriminatorio y discrecional.
Ello se debe a que el sistema político unipartidista
que gobernó en México por más de 70 años, y
que por lo que se ve tampoco en este renglón ha cambiado, tuvo como
una de sus principales características el control informativo, lo
que originó que se tejiera una compleja red de relaciones y favores
mutuos con los dueños de los medios comerciales, que explica que
nuestro país cuente con uno de los monopolios mediáticos
más grandes de América. La LFRT da, en efecto, facultades
inadmisibles al Ejecutivo para otorgar concesiones y permisos, y la falta
de transparencia en los criterios para el otorgamiento de frecuencias ha
producido una fuerte concentración en su propiedad.
Los datos son contundentes: dos familias controlan 86
por ciento de la televisión comercial, y 14 grupos dominan 80 por
ciento de la radio comercial. En total, 16 empresas concentran 86 por ciento
de ambas formas de difusión. Ello hace imposible la pluralidad informativa
y el libre ejercicio de la libertad de expresión, con particular
gravedad en el ámbito indígena y rural, lo que contraviene
los compromisos que en materia de derechos humanos el Estado mexicano ha
asumido a escala internacional. Con ello también se confirma que
todos los mexicanos todavía no contamos con las garantías
legales indispensables para ejercer nuestros derechos humanos.
A ello se debe que luego de su visita a México
en agosto pasado, la Relatoría Especial de la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos para la Libertad de Expresión estableció
en sus observaciones preliminares la "necesidad de acotar la discrecionalidad
en el otorgamiento de concesiones y permisos en materia de radio y televisión,
tomando en cuenta la diversidad cultural dentro del territorio nacional".
El Diagnóstico sobre la situación de
los derechos humanos en México, elaborado como parte del Acuerdo
de Cooperación Técnica entre México y la Oficina del
Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que tiene
que ser traducido en un programa nacional de derechos humanos, pide igualmente
en su recomendación número 14 al Estado mexicano la creación
urgente de "un órgano público y autónomo que dictamine
la procedencia de las concesiones y permisos para operar estaciones de
radio y televisión, mediante un procedimiento transparente".
Demanda también "establecer condiciones de equidad
para que las radios comunitarias y ciudadanas accedan a las frecuencias
para cumplir con su función social", así como "desarrollar
un sistema autónomo de radio y televisión públicas",
y "establecer dentro de las leyes federales de Competencia Económica
y de Telecomunicaciones un capítulo específico sobre radiodifusoras
y señales de televisión".
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