LETRA S
Diciembre 4 de 2003
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Radiografía sexual de la adolescencia
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

En el terreno sexual, las y los adolescentes mexicanos son cada vez más activos, se embarazan menos y más tarde, permanecen más tiempo solteros, están mejor informados, usan condón y ejercen su sexualidad con mayor disfrute. En pocas palabras, han mejorado su salud sexual. Tal es el diagnóstico general y de un solo brochazo de la conducta sexual adolescente arrojado por las encuestas nacionales de salud, población y juventud, realizadas por diversas instituciones gubernamentales y sociales del país. El siguiente reporte es una síntesis, necesariamente apretada, de las ponencias presentadas en el seminario Adolescentes en México: estrategias para mejorar su salud sexual y reproductiva, llevado a cabo los pasados días 22 y 23 de octubre en el Colegio de México.


Alejandro Brito

El cúmulo de información que contienen las encuestas aplicadas a gran escala, permite un mejor acercamiento a las prácticas, creencias, hábitos, factores de riesgo y protección de la sexualidad adolescente. Si hemos de creer a las estadísticas, el número de adolescentes sexualmente activos se ha incrementado paulatinamente en los últimos cinco años. Las encuestas difieren en los porcentajes, pero todas dan cuenta de dicho incremento. La Encuesta Nacional de Juventud 2000, por ejemplo, señala que más de 55 por ciento de los varones y cerca de 40 por ciento de las mujeres de 15 a 19 años mantienen alguna actividad sexual. El promedio de edad de la primera relación sexual es de 16 años. Y la abrumadora mayoría, más de 90 por ciento, consideró como agradable y muy agradable esa primera experiencia sexual.

Todo el bagaje informativo sobre el comportamiento sexual adolescente con que se cuenta ahora fue discutido y analizado por especialistas de todos los campos, activistas y educadores sexuales en el seminario Adolescentes en México: estrategias para mejorar su salud sexual y reproductiva. Hay razones para el optimismo, subrayaron las especialistas (en su mayoría mujeres), invitadas por Population Council, Mexfam, Secretaría de Salud, Fondo de Población de las Naciones Unidas, Ipas, Afluentes y el propio Colmex. Para documentarlo, mencionaron la tendencia marcadamente decreciente, mostrada por las encuestas, en las tasas de fecundidad adolescente, que se redujeron de 150 embarazos por cada mil mujeres de 15 a 19 años en 1982, a 51 por cada mil en el 2003. El descenso es más notable en las menores de 17 años.

El uso de anticonceptivos en la primera relación sexual es uno de los indicadores más socorridos para medir el éxito de los programas preventivos. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud (2000), una de cada cinco mujeres y uno de cada dos varones emplearon algún anticonceptivo en su debut sexual. Según se vea el vaso medio lleno o medio vacío, esto representa un avance o un fracaso. De los métodos contraceptivos, los condones son, con mucho, los preferidos. Contrario a lo que podría suponerse, los obtienen, ¡oh sorpresa!, mayoritariamente en las farmacias. Las instituciones oficiales de salud casi no figuran como proveedores de condones para adolescentes (¿Estará aquí la explicación del porqué el otro porcentaje no los usa?).

El conocimiento adolescente sobre los métodos anticonceptivos también es mayor ahora. Independientemente del método que utilicen, la casi totalidad de adolescentes, hombres y mujeres, han oído hablar de las pastillas anticonceptivas y el condón. Un dato novedoso: el conocimiento de la llamada anticoncepción de emergencia (o pastilla del día siguiente) se elevó al doble, al pasar de 22 a 41 por ciento del total de adolescentes entre 1999 y 2002.

Optimismo desinflado
Sin duda se trata de avances indiscutibles, algunos de ellos espectaculares; sin embargo, el optimismo se va desinflando cuando esas mismas cifras, tan generales, se van desagregando por género, edad, situación escolar, nivel económico, residencia, etcétera.

Se ha señalado a la población adolescente como la más vulnerable al riesgo de infecciones de transmisión sexual y de embarazos no deseados. De hecho, la incidencia de ese tipo de infecciones es superior en este grupo de la población a la incidencia de la población en general. El nivel de vulnerabilidad no es parejo para todos y todas. Quienes no asisten a la escuela, por ejemplo, usaron en mucho menor medida métodos anticonceptivos en su primera relación sexual que quienes sí asisten. Las adolescentes que no estudian están más expuestas a un riesgo de embarazo --porque se casan o se "juntan" a edades más tempranas, porque desconocen los métodos de control natal, etcétera-- y, por lo mismo, tienen mayores probabilidades de morir (la maternidad es la cuarta causa de mortalidad femenina en este grupo de edad). Esto es, una adolescente de comunidades marginadas de Guerrero, Chiapas o Oaxaca (con tasas de fecundidad muy por arriba de la media nacional) tiene muchas más probabilidades de quedar embarazada que otra de la Ciudad de México.

En cuanto al género, no siempre las mujeres son más vulnerables que los varones. Por presiones económicas y de otro tipo, en los últimos años disminuyó el porcentaje de varones que asisten a la escuela, de tal manera que ahora las mujeres los superan en número. Además, los varones se suicidan en mayor número, mueren de maneras más violentas y acuden menos a los centros de salud. Por otro lado, el factor orientación o preferencia sexual fue el gran ausente del seminario. Los y las adolescentes gay y lesbianas prácticamente no existen. De todo el desfile de cifras presentadas, ninguna se refirió a ese grupo de la población.

En el seminario del Colmex se prendieron otros focos rojos. El doctor José Ignacio Santos, director general del Centro Nacional para la Salud de la Infancia y la Adolescencia, de la Secretaría de Salud (Ssa), advirtió sobre el creciente número de adolescentes que están emigrando a Estados Unidos: más de 20 por ciento de la población migrante es menor de 20 años. Llamó la atención sobre otro grave problema: del total de abortos, 17 por ciento son de menores de 19 años. "El aborto es un tema intocable, pero no puede esperar", afirmó tajante. Yolanda Palma, directora general de la asociación civil Investigación en Demografía y Salud, confirmó la mayor recurrencia de las adolescentes al aborto y propuso dar prioridad a este tema en la investigación. Por su parte, la doctora Raffaela Schiavon, actual directora general adjunta de Salud Reproductiva y Planificación Familiar de la Ssa, reviró que el aborto es intocable sólo para las instituciones estatales, ya que la población se ha manifestado abierta a abordar el tema y favorable a esa práctica en ciertas circunstancias. Consideró que uno de los grandes retos es aumentar los porcentajes de mujeres adolescentes que usan anticonceptivos después de un evento obstrétrico.

Una categoría mutante
Con todas sus limitaciones, en materia de educación sexual el maestro sigue siendo el gran educador; y el padre, el gran ausente. Todas las encuestas señalan al mentor o mentora como la fuente principal de información sobre sexualidad en la adolescencia. Como proveedora de conocimientos sexuales, la escuela predomina sobre la familia. De acuerdo con Armando Sánchez, director de Ciencias Naturales de la SEP, los libros de texto gratuito apuntan a fomentar el cuidado del cuerpo, y aunque se cuestiona el constreñir la sexualidad al campo de las ciencias naturales, el funcionario añadió que también se fomenta la tolerancia ante las diferencias y la equidad de género. Sin embargo, él mismo lamentó que "muchos maestros evaden esta información en sus clases".

Será por eso que la mayoría de estudiantes adolescentes sale reprobado cuando se les pide, por ejemplo, identificar el periodo fértil de una mujer: "Una semana antes de la regla", "durante la regla", "una semana después", "cualquier tiempo es igual", "no sé", fueron las respuestas más mencionadas a una encuesta aplicada en Guanajuato. En otras investigaciones realizadas en Jalisco en áreas rurales y urbanas, los y las jóvenes adolescentes dudaban si por un beso podían adquirir el sida o quedar embarazadas, si la masturbación y el uso de anticonceptivos podía provocar infertilidad o si la abstinencia terminaba en soledad y soltería. De acuerdo con la encuesta de Mexfam, el no planearlo fue la razón mayoritaria del porqué no recurrieron a ningún anticonceptivo en su primer encuentro sexual.

En el seminario reseñado se expuso y discutió mucho más, pero la convicción prevaleciente fue que las instituciones están fallando en este campo, porque no responden a las necesidades e intereses de la diversidad de grupos y personas que componen a esa categoría mutante y todavía no muy bien definida de adolescencia. Como dijo Catherine Menkes, investigadora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM, "hay una cerrazón de las instituciones a hablar o abordar la sexualidad adolescente". Lo que confirmó Alicia Mesa, de Afluentes: "la ley del IMSS establece que los adolescentes deben acompañarse de adultos para recibir información sexual". Esta cerrazón es, sin duda, la que impide que la población adolescente acceda a los servicios educativos y de salud, y ejerza, en consecuencia, sus derechos sexuales. El seminario concluyó precisamente con la formación de grupos de discusión, reunidos para elaborar propuestas y recomendaciones encaminadas a superar, entre otros, ese obstáculo.