LETRA S
Diciembre 4 de 2003
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Condones y derecho a decidir:
opciones por la vida

Recientemente el cardenal Alfonso Trujillo declaró en un programa de la BBC que "el virus del sida es aproximadamente 450 veces más pequeño que el tamaño de un espermatozoide y puede pasar fácilmente a través de las paredes que conforman el condón". La Organización Mundial de la Salud (OMS) replicó inmediatamente afirmando que estas declaraciones sobre los condones son incorrectas y peligrosas, sobre todo si se toma en cuenta que el planeta vive una pandemia global que ha matado a más de 20 millones de personas y afecta a por lo menos 42 millones. La OMS sostiene que el condón usado consciente y correctamente reduce la probabilidad de una transmisión en 95 por ciento.

Por otra parte, el cardenal McCarrick, arzobispo de Washington, dijo "los condones fallan frecuentemente". Pero esto no es cierto, son los cardenales los que fallan más frecuentemente que los condones. Es hora de decirles la verdad a los obispos católicos.

Necesitamos una política sobre el sida dentro de la Iglesia católica que no solamente proteja a las personas que viven con VIH/sida, sino que prevenga su transmisión. Más de 10 millones de personas dependen de la Iglesia para tratamientos y para prevención. Si ellos y ellas no conocen la verdad acerca de los condones, probablemente transmitirán el VIH a sus esposas, esposos, hijos y parejas.

Como católicas comprometidas con la defensa de la vida, aplaudimos la labor que realiza la Iglesia católica con las personas que viven con el VIH, a través de sus servicios sociales y el apoyo a los familiares. Pero al mismo tiempo, nos consterna e indignan las declaraciones oficiales que descalifican las evidencias científicas que prueban la alta efectividad del condón para prevenir la expansión de esta enfermedad mortal.

Es hora de que los obispos del mundo tomen en cuenta la ciencia y dejen de ejercer un apostolado de espaldas a la vida de las personas. Les hacemos un llamado también para que repudien la información incorrecta que circula a través de instancias oficiales de la Iglesia católica, y les pedimos que sean honestos en la descripción de la efectividad de los condones y en la explicación de las verdaderas causas por las que se oponen a que las personas usen los preservativos.

La posición que asume la jerarquía de la Iglesia católica y sus representantes más conservadores de proscribir el uso de los condones para prevenir el VIH es un atentado contra la vida de personas concretas, contra el derecho de las personas a protegerse y, sobre todo, contra su derecho a decidir en todos los aspectos de su vida.

Hoy, frente a la oposición de la Iglesia católica de usar condones como una manera de prevenir el sida, es necesario impulsar opciones liberadoras que permitan la expresión de cientos de miles de personas que no han logrado hacer compatibles sus vivencias cotidianas con los preceptos jurídicos y religiosos vigentes en nuestras sociedades; personas a quienes acosan la culpa y los temores causados por la distancia creciente entre los dilemas que enfrentan en su vida diaria y la moral retórica de una cultura anclada en otras épocas. Hoy es necesario hacer valer los derechos humanos en el interior de nuestra iglesia para favorecer la libre opción, la libertad y la igualdad frente al ejercicio de la sexualidad.

Afortunadamente, en el mundo existe más de una posición católica para enfrentar el sida. En varias diócesis, especialmente africanas y asiáticas, emprenden diversos programas de ayuda a los enfermos con sida, a éstos se suman teólogos católicos que argumentan la primacía de la conciencia de las personas sobre la prohibición papal, especialmente en cuestiones de anticoncepción, en las que se incluye, por supuesto, el uso del condón como una de las formas de preservar la vida y evitar el sida.

Entre dichas posiciones, rescatamos la del obispo Kevin Dowling, de Rustenburg, Sudáfrica, quien en referencia a la necesidad de cambios en la política de la Iglesia sobre los condones y la epidemia del sida afirmó que "se puede considerar el uso del condón no como un método para evitar la transmisión de la vida, o sea el embarazo, sino como una medida para evitar la transmisión de la muerte de una persona hacia otra".

Reiteramos nuestra confianza en la capacidad ética de las personas para tomar decisiones responsables sobre sus vidas y recomendamos el uso del preservativo como una de las formas más importantes para prevenir el sida. Afirmamos el derecho de todas las personas al control de su propio cuerpo y a la vivencia placentera de la sexualidad sin distinción de género, clase, raza, etnia, edad, credo y orientación sexual.

Las buenas católicas y los buenos católicos usamos condón.