ANDANZAS

Colombia Moya

Un Quijote divertido

EN EL MARCO de la gran celebración del 40 aniversario de la Compañía Nacional de Danza (CND) esta agrupación oficial, dependiente del Instituto Nacional de Bellas Artes, ha mostrado lo más granado de su repertorio con una política cultural que abarca los más diversos estilos y corrientes de la danza clásica y contemporánea que parece perfilarla como una formación miscelánea o diversa hasta que encuentre una veta propia, diría yo, pues evidentemente se trata de un proceso de años en el que la prueba y error finalmente marcarán el verdadero destino del grupo representativo más sólido de la cultura nacional oficial.

AHORA TOCA SU turno a un ballet tradicional en la anodina veta del divertissement pero que como muchos otros de su clase, corresponde a parte del repertorio de añejo abolengo que tanto prevaleció en el siglo XIX para una sociedad que encontraba en el ballet, más que en la ópera, un acto social refinado y entretenido en el que abundaron los temas sin mayor compromiso, con la excepción de algunas obras de gran contenido romántico y dramático como Giselle y El lago de los cisnes.

A PESAR DE los esfuerzos del gran innovador Noverre, en el siglo XVIII, el ballet parece no haber alcanzado la consistencia y profundidad de la música y la ópera, abocándose más bien a la intrascendencia temática y el acento estético en la belleza corporal, su destreza, de-corados y vestuarios magníficos, por lo que no es difícil concluir que quizá por estas razones la danza, aún con sus enormes ta-lentos y personalidades, no alcanzó a conquistar el rango social y cultural que le hubiera correspondido. Grandes figuras, como Lola Montes, Natalia Tchesinkaya o Carlota Grisi, como tantas a través del tiempo, lograron gran celebridad y riqueza no sólo por sus talentos si no por sus relaciones amorosas con emperadores, zares o príncipes de la cultura cautivados por la gran belleza de la gente dedicada a la danza.

ES EL SIGLO XX cuando, en realidad, con gente de gran sensibilidad social y nivel intelectual, surgió otro enfoque y calidad artística preocupada por tocar y conmover profundamente a los espectadores haciéndolos pensar de otra manera hacia la danza. Sin embargo, esta cruenta lucha siempre vigente parece que continuará en tanto la estructura de la sociedad lo reclame ya que, finalmente, esta disciplina artística como tantas otras, es fiel reflejo de las sociedades donde se produce.

DE ESTE MODO, en 1869, por el genio de Marius Petipa, surge el ballet Don Quijote en cuatro actos, sin nada que ver con el profundo humanismo de la obra literaria de Miguel de Cervantes Saavedra, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, obra monumental de la literatura de todos los tiempos, escrita en 1605. Sin embargo, el ballet, supuestamente tocando escenas de Cervantes, se desarrolla en un ambiente festivo y divertido en un tradicional despliegue de perfección y virtuosismo técnico, con atractivas danzas acostumbradas en la época, muy al estilo ruso-francés de Marius Petipa.

PARA LOS AMANTES del ballet, Don Quijote con sus célebres pas de deux, resulta una obra imprescindible que no hay que perderse. Irma Morales mostrará su destreza e interpretación, al igual que Raúl Fernández, encarnando a Kitri y a Basilio, respectivamente, como personajes centrales, amén del desempeño de solistas y cuerpo de baile que es muy importante, pues en su actuación se puede apreciar claramente la trayectoria de la CND durante cuarenta años. El montaje coreográfico para la compañía se debe a Carolina Llorca, maestra de renombre, especializada en obras tradicionales del ballet, invitada en 1998 para el efecto, y que ahora, en 2003, regresa a revisar su versión dando el visto bueno para esta temporada conmemorativa.

Las funciones de esta celebración se realizarán en el Palacio de Bellas Artes los días 30 de noviembre a las 17 hs., dos muy buenas funciones para niños, el 2 y el 4 de diciembre a las 20 hs., así como el día 7, a las 17 hs.