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México D.F. Domingo 30 de noviembre de 2003
Laura Alicia Garza Galindo
ƑOscurantismo o luminosidad maravillosa?
Sí, en efecto, este es el dilema en el que se encuentra el país. Unos, entre ellos el Presidente de la República, opinan que todo es maravilloso. Otros observamos que el clima de enrarecimiento se profundiza por el tenaz intento de conducir a México hacia una de sus épocas más oscuras. La disyuntiva no es otra que seleccionar en nombre de quién se actúa: de los intereses colectivos de la nación o en nombre de los gananciosos de siempre. No le demos vueltas, así de simple es el momento determinante que se vive. O la luz al final del túnel o el túnel sin salida.
Sin duda, el centro duro en el que nos debatimos es la disputa por el poder. Sí, pero lo que está en juego es que el país salga adelante, sí, con miles de dificultades; o bien que la mayoría pierda, sin remedio, la oportunidad de que sea posible emerger de las mismas en las que nos estamos ahogando. Existimos actores políticos que nos oponemos terminantemente al desmontaje del país. A eso se nos está conduciendo, sea usted del color o ideología que sea. ƑQuién se salva? Si se prolonga el escenario actual, muy pocos.
ƑCuál es el destino del país? Una inmensa masa sin oportunidades, que sólo tiene por futuro el hambre, la enfermedad y la extinción sin remedio. ƑQué, acaso este debe ser el costo del horizonte, que nos obligue a definirnos? O duele la inmensa mayoría o no duele. Ese es el debate. Por eso este momento de nuestra vida colectiva es tan enconado y rijoso. Se combate por lo esencial: la sobrevivencia de México. Y, Ƒen dónde está el amor a la patria?
Por eso se mezclan las marchas de protesta con la conducción del grupo mayoritario en la Cámara de Diputados, la cámara del pueblo; y se mezcla, en la de los Senadores, con las decisiones de si van a la Suprema Corte de Justicia de la Nación los personajes que aseguren la transparen- cia de sus actos jurídicos por la vía de la verticalidad y de la mera aplicación de la Constitución sin adjetivos, o se selecciona a los personeros de los gananciosos de siempre. Estos son los tres eventos que hoy ocupan y preocupan al país. Pero sólo son la punta del iceberg. Lo que se exige es transparencia y congruencia en la toma de decisiones.
Abominan los falsos debates. No es el debate si megamarchas o megawatts, como escuché decir a un engañosamente jocoso Felipe Calderón. Ese es un debate mentiroso, porque Mega Wattƀs tiene, y muchos, pero quiere más, tantos como los compromisos a que están obligados -él y a quienes representa- a cumplir, al costo que sea, así sea el de empinar al país. Tampoco es el debate si al grupo mayoritario, el del Partido Revolucionario Institucional (PRI), en la Cámara de Diputados, es conducido por X o Y, sino quién o quiénes de los diputados priístas puede encabezar la fracción por la ruta de respuesta a los intereses de las mayorías. Importa, pues, qué mueve a cada quién y en cada partido. Ese es el debate. Tampoco es el debate cuál de las dos candidatas a ministras de la Suprema Corte gusta a cada senador, sino cuál es el origen y destino de cada una de ellas: quién de las dos nos asegura la aplicación de la Constitución a secas y en beneficio de que cada asunto que se ventile en la Corte sea resuelto en función del colectivo nacional. Hemos considerado que Cossío así actuará y lo votamos por unanimidad. El debate, y falso, es cuál de las dos abogadas nos asegura lo mismo. Y es falso el debate, porque ya sabemos quién de ellas es la que nos da la garantía ya explicada. Los menos se resisten. Algunos les hacen el juego. Y eso no se vale.
Esos son los vitales asuntos que mueven en este momento al país -sin que por supuesto sean todos- y que se transparentaron el jueves pasado en las calles de la ciudad de México, en una gran marcha que no disolvió ni el aguacero ni la granizada. Y hasta entrada la madrugada en la Cámara de Diputados en el seno de la fracción del PRI, donde la mayoría dijo šya no! a Elba Esther, porque se equivocó en el destino de sus decisiones. šCaray! Ella, hasta hoy, una verdadera sobreviviente. ƑEn qué instante cambió de rumbo? Ahí están los costos dolorosos e irreversibles. Y en la Cámara de Senadores, en cada una de las fracciones, donde cada grupo estaba atrincherado. Y por supuesto que había vasos comunicantes entre ellos. Pero ya decidiremos el martes. Y ya sabemos cuál debe ser la decisión correcta y la tomaremos.
Por supuesto que en torno a cada uno de estos sucesos particulares, si bien no únicos pero sí definitorios -por la esencia de lo que se debate en cada uno de ellos-, es que vibra la esencia del destino del país. Sea usted actor en estos espacios mencionados -llámese marchista, diputado o senador- o los viva mediante nosotros y los medios de comunicación, deberemos seleccionar la opción que se quiere para México: el oscurantismo disfrazado de mero eslogan mediático, para decir "no pasa nada", o encaminar al país a ver, al fondo del túnel, un destello de luz y esperanza en el futuro.
Con el fin de semana a todo se le aplicó un impasse, buscando que se enfríen ánimos y cabezas para las salvaciones personales y de los intereses que representan. Pero no se equivoque usted. Las convicciones de cada quién y de cada cuál se mantendrán, porque no es el calor del debate el que alumbra el camino. No, no es tan sencillo. Es la congruencia, y claro que las convicciones, las que deben alentar la actuación de cada uno. Ser o no ser, esa es la cuestión. Y muchos haremos lo que corresponde para que la nación pase de ser "maravillosa" a simplemente vivible para todos. Sin ambages.
O nos amarramos naguas y pantalones y México rencamina sus pasos, o ahí quedarán embarrados nuestros nombres en el muro de los momentos más lamentables de la historia. Y será indigno aparecer ahí. Porque quien ahí aparezca, en su calidad de representante popular o servidor público, habrá cedido y declinado de laborar para el colectivo nacional. Y somos muchos los que no queremos estar ahí. Ni usted, ni cada uno de quienes representamos, merecen ser así tratados.
Basta de farsas, porque aquellos a quienes sólo interesa que el país transite hacia el precipicio para su personal bienestar y su ansia de poder, como el legendario flautista de Hamelin, quien tocaba dulcemente para que las estorbosas ratas se despeñaran, serán desplazados, para que su lugar se ocupe por aquellos a quienes en verdad les importe México y sus mayorías. Que las minorías se sigan cuidando solas. El destino será conducido por aquellos a quienes importe los sin esperanza, en este país en donde todo, todo, se ve "maravilloso": sí, desde la perspectiva que brinda, estar apoltronado en la butaca de la más dulce comodidad. Ser o no ser, esa es la cuestión
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