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P O L I T I C A
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México D.F. Domingo 30 de noviembre de 2003

A LA MITAD DEL FORO

León García Soler

Zozobra el cogobierno

El escándalo y el silencio ensordecedor

EL DISCURRIR DE la dupla integrada por Roberto Madrazo y Elba Esther Gordillo siguió rumbos paralelos. Paradójicamente, el punto de unión que ambos avizoraban resultó un hoyo negro. La disputa de los diputados puso a la deriva a los navegantes de la transición; paralizó la marcha de la estulticia, a la versión finisecular mexicana de la magna ópera de Barbara Tuchman. Se puede gobernar desde el Congreso, esbozaría uno al consolidar la mayoría muy relativa en San Lázaro; se debe cogobernar desde el Congreso, concluiría la otra, al verse al frente de esa bancada. Elba Esther Gordillo se amarró al litigio en los medios, con el nudo de la cercanía presidencial atado y bien atado por la conjunción de amistades con la pareja y con el agitador social que ensayó el cogobierno a la inversa.

JORGE G. CASTAÑEDA propuso subyugar al Legislativo con el mazo del poder mediático y acudir directamente al ciudadano (hoy no gustan decir pueblo) si diputados y senadores no se plegaban a la voluntad de cambio del Macabeo abajeño, legitimada por el sufragio efectivo. Antes de repasar el recuento de los votos que formalicen el desconocimiento de la coordinadora (hoy no gustan decir lideresa) de la bancada del PRI, vale la pena retomar el argumento fantasioso con el que los navegantes de la transición en presente continuo exigieron corrección semántica a la separación de poderes. Cambio de términos en lugar del cambio de régimen que se anunció para el estreno de milenio y se pospuso para las calendas griegas. No hablemos ya de separación de poderes ni de división de poderes, clamaron los fundacionalistas.

NADA DEBE DIVIDIR a los poderes, dijeron. Después de todo, hemos acabado con el poder presidencial omnímodo y omnipresente, con facultades otorgadas expresamente por el poder constituido o cedidas sumisamente por aquellos para quienes la institución presidencial encarnaba en el señor presidente de turno, árbitro de última instancia, dueño del presente y futuro de todos. Decidieron corregirle la plana a Montesquieu: hay que decir "colaboración de poderes", o coparticipación, o concurrencia. Separación no; división menos, repetían. La terca realidad y el calendario electoral alertaron a los jugadores de poder que llegaron a Los Pinos al amparo del candidato a la medida del poder mediático espectacular. El 2 de julio no les dio mayoría en el Poder Legislativo; el Poder Judicial recuperaba por inercia su función vital y decisoria en el sistema erigido para impedir que todo el poder, todos los poderes, se concentraran en un solo individuo.

EL TITULAR DEL Poder Ejecutivo presidía un gobierno dividido. Jorge G. Castañeda olvidó el largo combate iniciado en 1824 y acudió al método americano aplicado por los consejeros y asesores de Ronald Reagan: si el Congreso no aprueba tus iniciativas, acude directamente a los ciudadanos; utiliza el enorme poder que te da el acceso inmediato, irrestricto a la televisión omnipresente, al ágora electrónica. Recurso populista el de eliminar a los representantes elegidos y hacer como que se da voz directamente a los representados. No importa. Así tendríamos gobierno plebiscitario sin necesidad de legislar en la materia; referéndum perpetuo en la televisión y la radio. Y tuvimos tres años de campaña mediática para desprestigiar al Congreso, culparlo de la parálisis, del inane accionar de un gobierno que suplía con publicidad mercantil su ineficiencia en el manejo de la cosa pública.

A LA MITAD del camino, con Jorge G. Castañeda convertido ya en agitador social desde las oficinas que comparte con Lino Korrodi y Carlos Rojas Magnon el de las toallas, los del cambio apostaron todo a vencer al PRI y hundir al PRD en el sumidero de pluralidad partidista: se pedía ahora el voto útil para que los enemigos del cambio no estorbaran la marcha ineluctable del régimen foxiano. Nonato a la fecha. Pero denigrar al Congreso debilitó al gobierno dividido. El Poder Judicial hubo de resolver controversias constitucionales y confirmó el pasmo del Poder Ejecutivo, empantanado en la obsesión de lo privado como superior a lo público y lo público como sinónimo de corrupción. Fracasó la táctica del plebiscito electrónico y la campaña para desprestigiar al Congreso.

SE TRATO DE culparlo de todos los males que en el mundo han sido. Apenas ayer, los logros del César sexenal eran posibles a pesar de "esos diputados levantadedos, buenos para nada". Hoy, los que sumisamente aprobaban todo capricho del señor presidente, son "rebeldes, insurgentes remisos al cambio", piedras en el camino del progreso, obstáculo para el bien común y el portento foxiano. Total: hubo ocasión para que se mostrara y comprobara la vigencia, sapiencia y eficiencia de la separación de poderes en Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Ido el ponente, reaparecieron las fijaciones con las presuntas semejanzas con el régimen mixto francés establecido por De Gaulle. Y las añoranzas por un régimen parlamentario en el que el Legislativo formara gobierno, pero se preservara al presidente, jefe de Estado, al gran tlatoani, Agustín de Iturbide, Maximiliano de Habsburgo o Vicente Fox Quesada... qué más da.

LA VICTORIA ELECTORAL del PRI en las elecciones federales de medio sexenio confirmó la fuerza de los gobernadores de los estados de la Federación, gobernantes y jefes políticos de espacios de poder real. En el Senado de la República, Enrique Jackson consolidó el poder que le da el manejo de una mayoría no absoluta pero indispensable para aprobar toda ley o reforma que requiera de mayoría calificada. Eso y la fuerza del control efectivo sobre la fracción priísta en los escaños de Xicoténcatl: el reparto del quehacer y del dinero en comisiones, entre otras cosas. Pero el poder del sinaloense no es inamovible, depende de la voluntad de quienes lo eligieron. Y del curso que tome el conflicto vivo y latente entre los radicales de la orfandad agraviada y los marcados por el fierro del zedillismo, sea porque le deben el cargo o por coincidir con las denostadas políticas neoliberales y la despreciable farsa de la sana distancia que condujo a la entrega del poder.

NO HAY, NUNCA hubo, un PRI monolítico. San Lázaro reflejaba las variantes. En la actual legislatura se confrontaron fatalmente. Lo extraño es que el choque se produce por las decisiones adoptadas por Elba Esther Gordillo con el afán de "cogobernar desde San Lázaro" y las previsiones de Roberto Madrazo para "gobernar desde el Congreso". La maestra se obsesionó con la posibilidad de avanzar sin confrontarse con el amigo hecho en las reuniones de San Angel que sustituirían a las de la Profesa. Los notables decimonónicos como semilla, fuente y origen de la sociedad civil que se expresaría en la oximorónica ciudadanización de gobierno y Estado. El de Tabasco procuraba domeñar la desmesura tropical, caminar con cautela al filo de la oposición rampante y de los acuerdos en la cumbre. Simultáneos en lo posible, a los acuerdos parlamentarios, para gobernar desde el Congreso de la Unión. Y así, agregado fundamental, equilibrar fuerzas con los gobernadores de su propio partido.

CLARO QUE ESTA en juego el poder. A destiempo, a contratiempo, reaparece Francisco Labastida Ochoa para vaticinar la victoria de Andrés Manuel López Obrador en 2006 y consignar al PRI al basurero de la historia si su candidato presidencial para esas fechas fuera Roberto Madrazo Pintado. Obsesionada con la cercanía que da influencia, confiada en la base de poder real a su disposición en el SNTE, engreída por su victoria en las elecciones internas de la bancada del PRI y movida por las inercias de la era del espectáculo, la maestra milagrosa decidió no renunciar a la secretaría general de su partido y trasladar el debate interno al ágora electrónica. Los medios y quienes deciden la intensidad de las luminarias montaron la espectacular farsa del ocaso de los dioses. Falsas deidades que, casualmente, se combatían con fiereza tal que impedían a los hados del cambio obsequiarnos las reformas estructurales sin las que no habrá crecimiento, ni empleo, ni ilusiones en esta tierra de la desesperanza que es, por decreto, dichosa y próspera.

LOS NOTICIARIOS MATUTINOS y el show del analista político identificado por su maquillaje de payaso recibieron a la coordinadora de los diputados del PRI. Entre dimes y diretes, entre bromas y veras, la secretaria general del PRI acabó por decir lo que estaba implícito en las intencionadas preguntas: que Roberto Madrazo, el presidente del CEN del mismo PRI, era un mentiroso. Ante las cámaras electrónicas el triunfo del afán por cogobernar y dejar atrás aquel partido de que confundía la unidad con la unanimidad. Pero en las del Poder Legislativo y tras las puertas cerradas de los salones donde se discute el hacer y quehacer político, ahí se configuraba la mayoría indispensable para convocar a la fracción, desconocer a la coordinadora y llegar a una asamblea en la que se elegiría nuevo liderazgo parlamentario.

LA POLITICA MEDIATICA, la campaña de presencia continua en las pantallas televisivas, el método milagrero del fenómeno Fox, no es instrumento para todo uso, para toda ocasión. Es más, la suma masiva de votos útiles que atrajo en 2000 se tradujo en ausencia apabullante de esos mismos votantes en las elecciones de 2003. Perdió el PAN y perdió Fox. El gobierno dividido padeció el abatimiento adicional de un partido anonadado, vuelto a su parcela de escasa presencia política, incapaz de declararse partido en el poder, del poder. Esa misma política mediática exhibió las fisuras del PRI de Roberto Madrazo y Elba Esther Gordillo y puso al partido que ha obtenido más victorias y cargos de elección popular al borde del abismo. Nunca hubo un PRI monolítico. Pero nunca lo hubo a merced de los vientos que soplen, de la indefinición ante la derecha auténtica, la histórica, confesional y centralista, capitalista y clerical.

LAS NOMENKLATURAS NO resuelven sus asuntos ante las cámaras de la televisión. Los cónclaves cardenalicios no se transmiten en vivo y sale humo blanco de la chimenea para que el mundo exterior sepa que han elegido nuevo papa. Lo del PRI puede concluir en sainete. Pero pudiera también resultar tragedia. Se hizo escuchar la voz multitudinaria de los que marcharon y llegaron al Zócalo para defender al sector eléctrico nacional y rechazar las privatizaciones impuestas desde el exterior. Pero resulta ensordecedor el silencio que salió de Los Pinos al leerse ahí en privado el informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y al ponerle sordina a la discreta recepción a las madres de las mujeres desaparecidas y asesinadas en Ciudad Juárez.

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