Por los caminos del sur indígena
Jaime García Leyva
Con menosprecio y discriminación les llaman nacos, güancos, huarachudos, montañeros, piojosos, indios pata rajada, calzonudos, comaleros, sombrerudos, sin razón, paisanitos, indio bajado a tamborazos de la Montaña, Metlatontos (de Metlatónoc), Tlapanacos (Tlapanecos), son de Tlapa de me conformo (Tlapa de Comonfort), tu no savi, tu sí savi (tu no sabes tu si sabes), mixtequillo, indiorante (ignorante), paisa, mixterco (mixteco terco) y otros calificativos. Pero los indígenas en su lengua materna se autodenominan como nahuas o mexicanos; xabo mee'phaa: la gente del rostro pintado o tlapanecos; na savi: la gente de la lluvia o mixtecos; ñomndaa n'an ncue: los hombres de la palabra del agua o amuzgos.
Allí están. Platican historias al amparo de las fogatas. Tejen sus sombreros de palma, huipiles y gabanes. Dibujan al pueblo en papel amate y siembran la milpa. A cuestas llevan la memoria rota y desangrada, la historia negada y la palabra silenciada. Siempre han estado aquí. Caminan en la neblina y la lluvia, en los ríos y las veredas de la montaña. Se encuentran en los caminos, las fiestas y las asambleas. Son herederos de una tradición mesoamericana. La dominación a la que fueron sometidos en la época colonial los convirtió en los negados de la historia. Cinco siglos después los pueblos indígenas que habitan en el estado de Guerrero son uno de los actores de la historia regional. En los últimos veinte años han saltado a la escena y piden el micrófono para hablar en su propia lengua.
Los indígenas de Guerrero habitan en la región de la Montaña, el Alto Balsas y la Costa-Montaña. Allí se reproducen culturalmente e interactúan con los mestizos y la población descendiente de África. También están en las principales ciudades: Tlapa, Chilapa, Tixtla, Chilpancingo, Iguala, Acapulco, Zihuatanejo y Ometepec. En su peregrinar se establecen en los suburbios de la ciudad de México, Nezahualcóyotl, Chimalhuacán, Chalco, Tijuana, los campos agrícolas de Morelos, Sinaloa y Baja California. Ahí han fundado colonias y se han apropiado de territorios simbólicos. En Estados Unidos ocupan los barrios de Nueva York, Houston, Chicago, Atlanta y otras ciudades. Allá trabajan en las marquetas, en las maquiladoras, como vendedores de pizzas, lavando trastes en los restaurantes y realizando otras actividades para sobrevivir.
La presencia de los pueblos indígenas en la escena estatal no es reciente. En la Colonia optaron por formas de resistencia como la desobediencia, la negación a pagar impuestos y las revueltas. Pero también se incorporaron a la estructura económica establecida y adoptaron nuevas costumbres y religión. A pesar de eso mantuvieron su cohesión social. En el siglo xix varios pueblos indígenas acompañaron a José María Morelos y Vicente Guerrero en su lucha por la emancipación de la corona española. La participación de los indígenas en el proceso de conformación de la entidad sureña fue importante a mediados de dicho siglo. En la época del Porfiriato el despojo de sus tierras motivó revueltas en contra de hacendados, terratenientes, caciques y autoridades.
A principios del siglo xx la revolución pasó por Guerrero. Los indígenas respaldaron tanto a Emiliano Zapata como a las fuerzas federales. En las décadas posteriores los indígenas no fueron ajenos a las políticas, planes de desarrollo y programas impulsados por las autoridades. A partir de los setenta inició el ascenso del movimiento indígena. Primero fue la lucha por la tierra. Luego el apoyo a opciones políticas de oposición como el Partido Comunista Mexicano, que triunfó en Alcozauca, en 1979. En los noventa la oposición a celebrar el Quinto Centenario reunió a un contingente diverso que pugnaba por autonomía, justicia y derechos indígenas.
Los indígenas de Guerrero actualmente convergen en un movimiento amplio y plural. Se organizan en consejos, asambleas, frentes, uniones, asociaciones civiles, academias de la lengua, cooperativas, gobiernos comunitarios y otras formas organizativas. Coinciden en talleres, foros, encuentros, asambleas, seminarios, reuniones, marchas, movilizaciones, plantones y eventos de carácter político, académico o cultural en los que discuten en su lengua materna y utilizan normas, reglas, tradiciones, costumbres y formas de organización comunitaria. Coinciden en un eje de trabajo: la reivindicación étnica.
Han aprendido a caminar modificando sus planteamientos, estrategias y tácticas. Sus demandas van de los servicios básicos hasta las de corte político como el respeto a su territorio, a la mujer, los derechos humanos; reivindican su lengua, el reconocimiento de la policía comunitaria, la creación de municipios autónomos, la desmilitarización, la libertad a presos políticos, el acceso a los medios de comunicación, la justicia y democracia para todos. Se han opuesto a megaproyectos como la construcción de la presa de San Juan Tetelcingo en la región del Balsas, el Plan Puebla Panamá y la ley indígena aprobada por el senado de la república en el año 2001. En Xochistlahuaca y Rancho Nuevo de la Democracia la lucha es por ser reconocidos como municipio autónomo y los Acuerdos de San Andrés. Los indígenas de Guerrero buscan el lugar negado por la historia y claman Nunca más un México sin nosotros.
En este resurgimiento como sujeto político coinciden diversas tradiciones organizativas. En primer lugar la continuidad histórica de los pueblos y su organización social basada en consejos de ancianos, señores grandes, principales, mayordomías, topiles, vigilantes comunitarios, comisarios y otros. También la vinculación con organizaciones campesinas, magisteriales y partidos políticos de oposición han incidido e incorporado experiencias a los pueblos y dirigentes indígenas. En algunos municipios indígenas la oposición ha ganado las elecciones como en Alcozauca, Cualac, Metlatónoc, Malinaltepec, San Luis Acatlán, Copanatoyac, Tlacoapa, Xochixtlahuaca, Acatepec, Xochihuehuetlán, Copalillo y Chilapa. La incidencia de algunas organizaciones no gubernamentales ha fomentado nuevas experiencias organizativas y procesos de revaloración de la cultura, el respeto a los derechos humanos y de la mujer, la lengua y la cultura. Existe una vertiente de la iglesia que se identifica con los postulados de los pueblos indígenas. Lo diverso de los procesos que han influido en el despertar indígena en Guerrero ha enriquecido el escenario de la reivindicación étnica.
Los pueblos indígenas de Guerrero reafirman sus prácticas de ejercicio de poder en la comunidad, el territorio, en el municipio, los derechos humanos, la revaloración de la lengua y cultura materna, sus prácticas rituales, en sus usos y costumbres, en las formas de hacer justicia y mantener la seguridad de sus pueblos como la policía comunitaria. Ahora pugnan por una nueva ciudadanía, promueven la participación social y realizan su propia historia. Allí están. Tienen diversos nombres. Luchan por el reconocimiento de sus derechos en el marco que les otorga el artículo 4 constitucional y el acuerdo 169 de la Organización Internacional del Trabajo.
Don Goyito, ahuizote mayor de Xalatlaco, Estado de México,
2002