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México D.F. Domingo 16 de noviembre de 2003
OBSERVATORIO CIUDADANO DE LA EDUCACION
Comunicado No. 111
Calidad y evaluación
Buscar el logro de indicadores más que mejorar
resultados, un posible riesgo
LA EVALUACION ES un medio que permite conocer la
realidad de las instituciones, programas y agentes de la educación.
Sin embargo, para ser eficaz debe dejar de operar principalmente como mecanismo
de control y servir para orientar proyectos de innovación académica.
CALIDAD Y EVALUACION han sido términos clave
en el discurso y la política educativos de los últimos sexenios.
No obstante, su definición por medio de programas de mejoramiento
educativo para todos los niveles del sistema no ha estado exenta de ambigüedades.
En nombre de la calidad se han justificado medidas y proyectos educativos
del pasado reciente y los actuales; también se han implantado mecanismos
de diferenciación salarial, asignación particularizada de
recursos públicos a las instituciones, orientación de la
demanda educativa para cubrir la disponibilidad de espacios, entre otras
medidas. Además, tales nociones, de la manera que se han manejado
en el discurso y la práctica, han buscado implantar en la cultura
escolar la idea de "competitividad", colocando en posición subordinada
otros valores como cooperación, solidaridad y fraternidad.
EN ESTA OCASION OCE se propone analizar la manera
como estos rubros, calidad y evaluación, han sido abordados en la
política educativa del régimen, y preguntarse cuál
es el rumbo que puede preverse en relación con los mismos.
Calidad
EL PROGRAMA NACIONAL de Educación 2001-2006
(PNE) incluye como uno de sus tres objetivos generales "proporcionar una
educación de calidad adecuada a las necesidades de todos los mexicanos"
(p. 76). En educación básica la calidad se define en función
del desarrollo de capacidades cognoscitivas fundamentales, aplicación
básica de conocimientos y formación cívica (p. 123).
Para el nivel medio superior no hay una definición explícita,
pero se hace referencia a los conocimientos, habilidades y destrezas requeridos
"para incorporarse al mundo laboral o continuar sus estudios de tipo superior"
(pp. 165-166). En el nivel superior, la noción de calidad se proyecta
diferenciadamente sobre el sistema y los programas. Un "sistema de buena
calidad" es definido en términos de su contribución a la
satisfacción de las necesidades del país y por su capacidad
de atención a la demanda, mientras que un "programa de buena calidad"
se caracteriza por sus atributos de pertinencia y eficiencia (pp. 183-184).
Tenemos pues tres perspectivas sobre la calidad, una para cada nivel del
sistema educativo. En básica se acentúa la formación
educativa de los estudiantes, en media superior la utilidad de los estudios
para el proyecto de los sujetos, y en superior la expectativa de operación
del sistema y los programas.
LA CALIDAD EDUCATIVA involucra procesos complejos
y multimensionales. En el campo de la investigación algunos especialistas
dan prioridad a los insumos destinados a la educación: la suficiencia
del presupuesto, la pertinencia de los medios materiales y didácticos,
la adecuación de las instalaciones, la preparación de los
profesores. Otros hacen énfasis en los procesos y dinámicas
cotidianos de la interacción educativa en las escuelas e incluso
en el complejo denominado "gestión escolar". Para otros, finalmente,
la calidad sólo se aprecia según los resultados; como dice
Sylvia Schmelkes, "... la capacidad de proporcionar a los alumnos el dominio
de los códigos culturales básicos, las capacidades para la
participación democrática y ciudadana, el desarrollo de la
capacidad para resolver problemas y seguir aprendiendo, el desarrollo de
valores y actitudes que desean una vida de calidad para todos sus miembros"
(Hacia una mejor calidad de nuestras escuelas, México, SEP,
1992, p. 13). Se consideran también las características de
relevancia, equidad, eficacia y eficiencia de la educación, en cuanto
a la capacidad de la escuela de cumplir las demandas de los sectores que
la solicitan o a la medición de ciertos indicadores específicos,
y en muchos casos se liga a la satisfacción de las necesidades de
los distintos sectores sociales.
EN EL ANALISIS de políticas es frecuente
encontrar enfoques que suponen a la mejora de la infraestructura, o una
mayor atención a la formación docente, o una distribución
óptima del presupuesto, como una contribución a elevar la
calidad de la educación (véase Comunicado 61, 14/09/2001).
Más recientemente, se intenta localizar la calidad exclusivamente
en los resultados alcanzados conforme a ciertos parámetros e indicadores
puntuales, por ejemplo los resultados de diversas pruebas estandarizadas
de carácter nacional o internacional como la del Programa para la
Evaluación Internacional del Estudiante (PISA), el Estudio Internacional
sobre Tendencias en Matemáticas y Ciencias (TIMSS) y las pruebas
del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad Educativa
(LLECE).
EN EL APARTADO de educación del tercer Informe
de Gobierno las acciones en favor de la calidad se reportan por nivel.
En educación básica se consideran cuatro líneas de
acción: el Programa Escuelas de Calidad, la producción y
distribución de materiales didácticos, las acciones de formación
y actualización de docentes y las acciones para "brindar atención
preferencial a los grupos poblacionales con mayor atraso" (p. 24). En media
superior se reportan como acciones para mejorar la calidad el desarrollo
curricular sistemático, la implantación de tecnologías
de información y comunicación, el impulso a la profesionalización
y actualización de los docentes, y el diseño y consolidación
de programas para mejorar el aprovechamiento escolar (p. 34). Por último,
en educación superior se destaca el desarrollo de Programas Integrales
de Fortalecimiento Institucional, la actualización de planes y programas
de estudio de universidades públicas y el apoyo a diversos proyectos
de mejora de infraestructura (p. 41), así como la operación
de instancias de evaluación y acreditación de programas e
instituciones (p. 42).
NO SE INFORMA en qué medida ha mejorado
la calidad de la educación en México, se da por sentado y
confirmado que la inversión en insumos y la atención a los
factores que convergen en el proceso de enseñanza-aprendizaje deben
implicar, por sí mismas, una mejor calidad educativa.
Los avances en la evaluación
LA EVALUACION HA sido vista como un elemento decisivo
para mejorar la calidad del sistema educativo. Por ello, llama la atención
su tratamiento relativamente marginal en el texto del tercer Informe de
Gobierno. En educación básica, el documento registra que
se fortalecieron los equipos técnicos estatales de actualización,
que contribuirán, entre otros puntos, a la evaluación de
programas estatales para la actualización y capacitación
de maestros, y se sobrentiende que mejorará la calidad de los mismos.
Se señala que el Programa Nacional de Carrera Magisterial, con fuerte
peso en la evaluación, ha avanzado, y se enfatiza que los docentes
participan de manera "voluntaria e individual"; entre 2002 y 2003 se promovieron
24 mil 390 plazas y se incorporaron 8 mil 130, hasta cubrir 78 por ciento
de los docentes que buscan integrarse. El supuesto implícito es
que en la medida en que los docentes se sometan a esas evaluaciones mejorará
la "calidad" del cuerpo docente. No aparece su carácter de requisito
para mejorar las condiciones económicas y socio-académicas
de los calificados, ni la relación casi total que hoy existe entre
los aumentos salariales y su condicionamiento a este "pago por mérito"
o premio a la productividad. De la misma manera, en el capítulo
dedicado a educación superior se hace referencia, únicamente,
al incremento de programas evaluados por los Comités Interinstitucionales
para la Evaluación de la Educación Superior (CIEES), los
organismos acreditados por el Consejo para la Acreditación de la
Educación Superior (Copaes) y los programas de posgrado evaluados
por el Conacyt.
POR EL CONTRARIO, en el Sistema Normalizado y de
Certificación de la Competencia Laboral, encargado de definir las
normas técnicas y evaluar las capacidades de los trabajadores para
emitir certificados al respecto, se reporta una drástica reducción:
de 58 mil en 2002 a 10 mil 780 en 2003. ¿Significa entonces que
al reducirse el número de quienes se someten a la evaluación
de sus competencias laborales (o de quienes las acreditan), habría
disminuido la calidad de la competencia laboral de nuestra fuerza de trabajo?
COMO LO HAN hecho notar varios especialistas en
todo el mundo, y como perfectamente lo saben quienes participan en la gestión
del sistema educativo, la evaluación vinculada a la obtención
de bienes (salariales, infraestructura, equipo) favorece la dedicación
del trabajo para el logro de los indicadores esperados. Son conocidas las
prácticas negativas al respecto: puntismo, simulación, productivismo,
entre otras. La evaluación debería servir, en cambio, para
brindar elementos de diagnóstico y crítica que permitieran
adecuar el sistema para la solución de rezagos y el mejoramiento
de resultados, lo que implica evitar la relación unívoca
entre evaluación y recursos.
ADEMAS, RESULTA HASTA cierto punto paradójico
que la evaluación recaiga principalmente en el sistema público
de educación, mientras que los particulares ejercen su labor educativa
prácticamente sin supervisión de la autoridad competente.
Si la evaluación es vista como un medio de supervisión de
la calidad y el desempeño, debe aplicarse por igual a los proveedores
públicos y a los privados. La educación privada debe compartir
con la pública no sólo derechos sino, sobre todo, las obligaciones
que se derivan de la responsabilidad de educar a los mexicanos.
TODAS ESTAS CONSIDERACIONES no pretenden sino subrayar
la necesidad de abrir el debate acerca de la política nacional de
evaluación, tema contenido en el PNE pero aún pendiente de
resolución. La definición, en el ámbito del Congreso
de la Unión de esta política debiera dar pie a una reorientación
de las prácticas de evaluación vigentes, delimitar competencias
y contextos para el ejercicio evaluador, las formas y procedimientos de
evaluación académica y los organismos de coordinación
y rendición de cuentas. En particular, en esta discusión
es muy relevante la consideración del papel que toca cumplir al
Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, creado
por decreto presidencial.
LAS CUALIDADES DE la evaluación son, hoy
día, objeto de una discusión amplia y documentada en el ámbito
educativo. Las posiciones encontradas manifiestan, por una parte, la inconveniencia
de evaluaciones burocratizadas, precipitadas, sin matices, y su alcance
limitado si no se desarrollan con el conocimiento requerido para su diseño
y aplicación. Mientras que, por otra parte, los defensores de la
evaluación argumentan que ésta permite una aproximación
objetiva a los aspectos evaluados y una visión realista de nuestros
problemas educativos, además de que ha conducido, como otros tipos
particularizados de indagación, a contar con cierta claridad y precisión
sobre ámbitos delimitados de la educación y las relaciones
escolares, lo cual, en un sentido académico-administrativo, lleva
al rendimiento de cuentas.
Interrogantes
COMO AQUI NO se trata de un alegato a favor o en
contra de la evaluación educativa, creemos pertinente preguntar:
¿cuál es la ruta oficial que puede preverse en torno a la
evaluación y las escuelas de calidad? ¿Han contribuido las
evaluaciones a superar la calidad educativa, y específicamente,
quiénes están valorando los resultados? ¿Es posible
pretender un aumento como el planteado, en la proporción de escuelas
de calidad, dadas las condiciones económicas actuales? ¿Cuáles
son los planes efectivos de este gobierno en los dos rubros señalados,
para el periodo gubernamental que aún queda por recorrer? ¿Cuál
es la posición del Congreso al respecto?
Todos los ciudadanos están cordialmente invitados
a sumarse a nuestra iniciativa. Favor de enviar sus nombres con sus datos
de localización e identificación al correo electrónico:
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Visítenos en:
http://www.observatorio.org
Escúchenos por:
Radio UNAM (860 AM) en el programa Deslinde,
el primer lunes de cada mes a las 19 horas
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