México D.F. Viernes 14 de noviembre de 2003
Denuncia el Kremlin doble moral en la lucha antiterrorista
Niega Gran Bretaña la extradición a Rusia del checheno Ahmed Zakayev
JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL
Moscu, 13 de noviembre. Mientras los órganos de procuración de justicia sigan siendo un instrumento del Kremlin, aplicable según convenga al centro del poder político en Rusia, nadie asumirá la responsabilidad por las arbitrariedades y desatinos legales que llevaron a perder un nuevo caso de extradición.
Acostumbrada a tener siempre la razón dentro del país, con jueces locales que son instancia de mero trámite, la procuraduría rusa sufrió este jueves -en el ámbito jurídico internacional- la sexta derrota consecutiva en tiempos del presidente Vladimir Putin.
La justicia británica, tras casi un año de audiencias, denegó la solicitud rusa de extraditar a Ahmed Zakayev, actor de profesión convertido por las ideas independentistas en político y emisario checheno para Europa, al considerar carentes de fundamento las acusaciones formuladas en su contra.
La decisión anunciada hoy por el juez Timothy Workman, de la Corte londinense de Bow Street, la encargada de los casos de extradición en Gran Bretaña, provocó una áspera reacción de las autoridades de Moscú, que como excusa volvieron a hablar de doble moral respecto del "terrorismo internacional" ante su incapacidad de probar, con estricto a apego a derecho, ninguno de los 10 delitos que imputaban a Zakayev.
"Es lamentable el carácter tendencioso de la justicia británica, que quiso ver motivos políticos en un caso que tiene exclusivamente aspectos criminales. Una vez más, se dividió a los terroristas en 'buenos', cuando se les protege, y en 'malos', cuando se consideran ajenos", afirmó un vocero de la procuraduría rusa.
La indignación de este vocero podría conmover, si no fuera por el también maniqueo empeño que, en los asuntos domésticos, ponen sus jefes en perseguir a los magnates "malos", como Mijail Jodorkovsky, el encarcelado accionista mayoritario de la petrolera Yukos, mientras los potentados "buenos", cuyas fortunas tienen el mismo origen dudoso de todos, gozan de plena impunidad al financiar los proyectos políticos del Kremlin.
Al respecto, el bisemanario Novaya Gazeta asegura en su más reciente edición, puesto a la venta hoy, que amorfas estructuras cercanas a los servicios de seguridad rusos están recolectando entre renombrados empresarios aportaciones del equivalente a 15 millones de dólares para la campaña electoral de la coalición oficialista Rusia Unida. La revista de oposición advierte que muchas veces esto se hace sin que lo sepa Putin.
En el caso de Zakayev, a quien se inculpa de asesinatos, secuestros, pertenencia a banda armada y otros crímenes presuntamente cometidos entre 1992 y 1996, la justicia británica se limitó a estudiar las "evidencias" presentadas su contra.
Pero no pasó por alto que, en ese mismo periodo y hasta octubre del año pasado, Zakayev era para el gobierno de Rusia "una persona que no tenía manchadas de sangre las manos", por lo cual se le consideraba un interlocutor válido de los separatistas chechenos. Por ello fue recibido en dos ocasiones por el entonces presidente Boris Yeltsin y se entrevistó cinco veces con los primeros ministros de Rusia, Viktor Chernomyrdin, Serguei Kiriyenko y Serguei Stepashin.
La última reunión que Zakayev mantuvo en esta capital con un funcionario del Kremlin tuvo lugar el 18 de noviembre de 2001, cuando celebró pláticas con el general Viktor Kazantsev, representante personal de Putin, en un intento de despejar el camino para un arreglo político del conflicto checheno.
A raíz de la tragedia del teatro Dubrovka, en Moscú, hace poco más de un año, el Kremlin apostó por una solución de fuerza en Chechenia y desde entonces Zakayev se volvió "un peligroso terrorista".
Rusia giró una orden internacional de captura por conducto de la Interpol y Zakayev fue detenido en Dinamarca, pero quedó en libertad y viajó a Londres cuando la juez rechazó la principal prueba aportada en su contra: la denuncia del sacerdote ruso Zhigulin, que asegura haber sido secuestrado por Zakayev y que, en los papeles enviados a Copenhague, figura como fusilado, con base en el testimonio de un teniente coronel que, conforme a documentos adjuntados, nació ocho años después (sic) de la fecha en que empezó a trabajar en la policía rusa.
Al también ser arrestado en Londres a solicitud rusa, la procuraduría prometió presentar "pruebas" incontestables de la culpabilidad de Zakayev. Para enmendar la pifia del sacerdote resucitado, esta vez la acusación tuvo como argumento mayor el testimonio de Duk-Vasha Dashuyev, un checheno que formó parte de la escolta de Zakayev, en sus tiempos de ministro de Cultura del gobierno separatista de Chechenia.
Dashuyev, por escrito, señaló a Zakayev como la persona que ordenó secuestrar y asesinar a otro sacerdote, el padre Anatoly. Sin embargo, el 24 de julio pasado, Dashuyev hizo quedar en ridículo a la procuraduría rusa al denunciar, ante el juez Workman en Londres, que sus declaraciones contra Zakayev fueron arrancadas mediante seis días de incesante tortura.
Acaso por esto, al enumerar las razones para denegar la solicitud de extraditar a Zakayev, el titular de la Corte de Bow Street apuntó con amarga ironía: "He llegado a la conclusión inevitable de que si las autoridades (rusas) utilizan testimonios conseguidos mediante tortura, hay un riesgo cierto de que el propio Zakayev sea torturado en Rusia".
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