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México D.F. Miércoles 12 de noviembre de 2003
EL GOBIERNO, CONTRA LA CULTURA
Una
vez más, el gobierno que preside Vicente Fox vuelve a manifestar
su menosprecio por la lectura, la industria editorial, la educación,
el cine, el arte, las artesanías y la creación cultural en
general. Las propuestas oficiales de imponer el IVA a libros y revistas
y desaparecer instituciones como las librerías Educal, el Centro
de Capacitación Cinematográfica (CCC), el Instituto Mexicano
de Cinematografía (Imcine) y el Fondo Nacional para el Fomento de
las Artesanías (Fonart), entre otras, retrata claramente el torpe
espíritu gerencial del grupo en el poder.
El año pasado, el propio secretario de Hacienda,
Francisco Gil Díaz, dio una repulsiva muestra de la ignorancia y
la distorsionada forma de pensar que impera en el foxismo, al argumentar,
en su afán por gravar la industria editorial, que el principal objeto
de lectura de los mexicanos son las revistas pornográficas.
En esta ocasión el gobierno foxista se ha superado
a sí mismo en frivolidad y arrogancia al pedir, por una parte, más
de mil millones de pesos para "promover la imagen presidencial" y proponer,
por la otra, la extinción de organismos culturales y la gravación
de la industria editorial.
Tal despropósito no sólo es ofensivo para
una sociedad sumida en la recesión desde hace tres años -fenómeno
que tiene causas externas innegables, pero que se ha prolongado y agudizado
por falta de un proyecto sexenal claro y definido-, sino que resulta por
demás equivocado: el pretendido cobro de impuestos sobre la lectura,
la educación, la salud y la alimentación no contribuiría
a subsanar en forma significativa las necesidades de financiamiento de
la administración pública.
En efecto, la penuria presupuestal del gobierno no va
a aliviarse castigando a los estudiantes, los escritores, los editores,
los cineastas, los artesanos y los medios impresos de información.
Si los poco iluminados funcionarios económicos realmente pretendieran
enderezar las cuentas oficiales, tendrían que empezar por dejar
de lado su necedad neoliberal de no rebasar un arbitrario porcentaje de
déficit fiscal y su empecinamiento -continuador, en este punto,
del zedillismo y el salinismo- en pagar con los ojos cerrados la deuda
derivada del inmoral y corrupto rescate bancario del sexenio anterior,
sin investigar siquiera las irregularidades que se ocultan tras los pagarés
correspondientes.
La sociedad no debe permitir que avance esta ofensiva
gubernamental contra la cultura. Es tiempo de respaldar las expresiones
y las movilizaciones en defensa de la inteligencia, de la alimentación,
de la salud y también, por supuesto, del sector energético
nacional. Si el Ejecutivo federal no encuentra más solución
a su propia ineficacia que acentuar la ignorancia, los problemas de salud,
la mala alimentación y la miseria en el país, la ciudadanía
debe hacerle entender que semejante desgobierno es inaceptable.
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