El poeta y activista sudafricano participa en el festival Letras del Golfo

Breytenbach considera que escribir, al margen del tema, es un acto de optimismo

Una verdad terrible es que las dictaduras propician el cultivo de la literatura, acepta

CESAR GÜEMES ENVIADO

Tampico, Tamps., 4 de noviembre. ''Independientemente del tema, escribir es un acto de optimismo", expresa el poeta sudafricano Breyten Breytenbach, quien no sólo ha padecido exilio sino cárcel por razones políticas. El escritor y activista, quien escribe primero en afrikaans antes que en inglés o francés, está en México para participar en el festival Letras en el Golfo, así como acompañar la salida de su primer poemario en español, hecho que sucede en el país con Señora, única dama del amor y otros poemas, publicado por Ediciones Sin Nombre y con traducción de Pura López Colomé.

Breytenbach, asediado por los medios de comunicación, no desea separar la actividad literaria de su postura política, y por ello afirma: ''Publicar en castellano es muy significativo. En lo personal era más importante publicar este poemario en México antes que en España, por la cercanía que existe entre los países del Tercer Mundo. Lo cierto es que estamos en una batalla: los del norte tienen el poder y los demás sólo contamos con nuestra riqueza humana y eventualmente con la solidaridad que se expresa ahora en foros en diversas partes del globo. Aunque, desde luego, la manera en que se comporta la política de Estados Unidos afecta de un modo muy distinto al continente africano que a Latinoamérica.

''El caso es que poco a poco, aunque sin tener mucho en común Sudáfrica y México, la clave es que tenemos el mismo problema. Nuestras sociedades son similares en varios sentidos: por una parte conformamos sociedades muy mezcladas, con gran cantidad de personas en extrema pobreza y con costumbres foráneas impuestas; por otra, advertimos que para los dos países la tierra es muy importante: aquí y allá sobreviven muchos campesinos en condiciones similares. Y también en algún momento tuvimos una esperanza común: caminar hacia la utopía y cambiar el estado de cosas. Es una lástima que no contemos con mayor cercanía entre nosotros".

Regreso a las raíces

-Al parecer la utopía, o lo que el camino hacia ella representaba, ha desaparecido en el siglo XXI. Sin embargo, tampoco es viable abandonar la posibilidad del cambio.

Breytenbach, nacido en Bonnievale en 1939, medita unos segundos su respuesta. El autor de libros celebrados en Europa como Return to paradise, Dog revolution y An african journal, acaricia su barba entrecana. Manifiesta al fin:

-No lo es, desde luego que no. La utopía es siempre necesaria. Por lo pronto tenemos un enorme denominador común: la globalización no va a solventar los problemas que precisamente vivimos como sociedad mundial. Luego, uno de los más graves es que el mundo de esperanzas que habíamos empezado a construir, se detuvo: lo mismo pasó en algunos países de Latinoamérica, cuyos proyectos se vieron truncados, los mismo que en el llamado socialismo real.

''Es innegable que la ciudadanía de muchos de nuestros países está desilusionada. Sin embargo, observo que hay caminos aún sin transitar. Es cierto que no podemos deshacer lo que la modernidad consiguió, eso hay que decirlo, pero también vemos que el capitalismo salvaje no lleva más que al empobrecimiento de nuestras naciones. Es por eso que muchos países han decidido regresar a sus raíces, como lo que pasa con las naciones islámicas. Y en ese retorno a lo propio han encontrado respuestas.''

De manera muy próxima, tanto Nadine Gordimer como J.M. Coetzee fueron galardonados con el Nobel. Para Breyten Breytenbach el hecho tiene cierta explicación: ''Voy a decir una verdad terrible, pero innegable: las dictaduras resultan ser siempre muy buenas para el cultivo de la literatura. En Sudáfrica los problemas esenciales del escritor son la identidad, la memoria y la responsabilidad, todo ello por las condiciones en las que el sistema nos ha tenido.

''Así se explica que Nadine Gordimer y Coetzee hayan trabajado en un campo común pese a sus muy diferentes estilos. En países como los nuestros, los escritores tienen casi la obligación de hablar de la realidad tangible. Y de alguna manera la existencia en la cárcel que me tocó vivir también influye, aunque lo que se aprende como prisionero vale más para la persona que para el escritor.

''Por supuesto, no recomiendo a nadie que pase por la cárcel para enriquecer su vocabulario".

-Señora, única dama del amor y otros poemas se inicia con un canto a la plenitud, pero cierra con textos de escasa esperanza. ƑAsí es su paso por la literatura?

-Lo que ocurre con ese libro en particular es que la selección comprende poemas tempranos, otros que son de madurez, algunos que hice en la cárcel y unos muy recientes. La muestra es muy amplia y aunque no descartaría que mi trabajo vaya de la ventura a la melancolía, también observo que puede ser un efecto causado por la propia selección. Ahora, si los poemas que cierran el volumen tienen un tinte oscuro o triste, considero que no es preciso desesperarse gracias a esta divisa que me mantiene dentro de la literatura: independientemente del tema, escribir es un acto de optimismo. Al menos eso espero.