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México D.F. Miércoles 5 de noviembre de 2003

Versión de pláticas de comunistas con Jodorkovsky para postularlo a la presidencia

Promete el Kremlin que no se revisarán las privatizaciones fraudulentas de Yeltsin

El magnate cuenta con la asesoría de Kissinger y Arthur Hartmann, ex embajador de EU

JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL

Moscu, 4 de noviembre. Con las limitaciones ob-vias que implica estar privado de la libertad, el magnate Mijail Jodorkovsky sigue moviendo sus piezas de modo muy hábil en varios frentes simultáneos, mientras el Kremlin intenta recobrar la confianza de los inversionistas extranjeros al prometer que no habrá revisión de los resultados (fraudulentos) de las privatizaciones en la época de Boris Yeltsin, el anterior presidente.

Desde la cárcel, Jodorkovsky busca mantener intacta la base de su poder económico, la petrolera Yukos. Su renuncia a todos los cargos ejecutivos en el consorcio tuvo impacto positivo en los mercados, al despejar el camino para renovar la junta directiva y poner al frente del gigante petrolero, en proceso de fusión con Sibneft, a un ciudadano estadunidense con fama de eficiente administrador y amplia experiencia en el sector energético de Rusia.

Simon Kukes, antiguo vicepresidente de Yukos cedido en 1998 en calidad de director general a la petrolera rusa TNK, absorbida por British Petroleum en marzo pasado, asumió este martes la conducción del consorcio de Jodorkovsky.

Con Kukes -de origen ruso y naturalizado tras 18 años de residir en Estados Unidos-, otros dos ciudadanos estadunidenses ocupan posiciones clave en Yukos: Bruce Misamore, vicepresidente financiero, y Steven Theede, director de operaciones.

La maniobra se produce como respuesta a los insistentes rumores de que el Kremlin estaba considerando como viable hacerse del control de Yukos, sin tener que recurrir a un decreto expropiatorio, mediante la intervención gerencial del consorcio.

Era cuestión, se dice aquí, de esperar unos días a que las acciones de Yukos siguieran cayendo en picada para "rescatar" la petrolera arguyendo "razones de interés nacional".

Al anticiparse, Jodorkovsky canceló de hecho ese plan y, ahora, ya da igual qué influyó más en que el Kremlin bajara la guardia: si el desbarajuste organizativo que ocasionó el cambio de titular de la Oficina de la Presidencia o el hecho de que Dmitri Medvediev, el nuevo estratega y jurista de profesión, no quiso que su primera recomendación propiciara un acto ilegal, de haberse ordenado la intervención gerencial sin estar Yukos en bancarrota.

En contra de lo que podría parecer, la cárcel no tomó por sorpresa a Jodorkovsky y hay indicios de que se preparó para dar una larga batalla. Nada hubiera sido más fácil para él que emigrar y, como algunos de sus colegas "oligarcas", manejar sus negocios fuera del alcance de la procuraduría rusa.

Cuando su principal socio y amigo, Platón Lebediev, fue encarcelado, el multimillonario viajó dos veces a Estados Unidos y regresó sin dudarlo. Asumió el riesgo de quedarse en Rusia, con la certeza de haber armado esquemas suficientes para enfrentarMOW10-063028-pih con éxito las emergencias desde prisión.

Desde hace varios meses, Jodorkovsky fir-mó los poderes notariales que delegan el ma-nejo de sus acciones a Leonid Nevzlin, otro de los socios fundadores de Yukos, quien encontró refugio en Israel. En estos días, coincidiendo con la estancia en Moscú del primer ministro Ariel Sharon, se hizo público que Nevzlin adquirió la ciudadanía israelí.

Pero si algo le llegara a suceder a Nevzlin, saldrían de una caja fuerte en Londres los papeles que encomiendan el paquete mayoritario de las acciones de Yukos a Jacob Rothschild, miembro prominente de la familia de banqueros.

En ese contexto, y aun en la cárcel, Jodorkovsky puede permitirse el lujo de afirmar que, a partir de ahora, se dedicará sólo a presidir la Fundación Rusia Abierta, dedicada a financiar proyectos educativos, científicos y culturales, con especial acento en aquellos que sirven para inculcar en este país "los valores del libre mercado".

Para ello, junto con Rothschild, Jodorkovsky cuenta con la asesoría de Henry Kissinger y Arthur Hartmann ex embajador de Estados Unidos, entre otros.

Esta fundación, para Jodorkovsky, es el trampolín para dar el gran salto a la política. Se ha llegado a filtrar -en el colmo del surrealismo posterior a la era soviética- que un sector del Partido Comunista, en una suerte de voto útil a la rusa, estaría son-deando con las coaliciones de derecha la conveniencia de postular a Jodorkovsky co-mo candidato común para las elecciones presidenciales de marzo próximo.

Pero esto, en caso de que se concretara, no parece tener muchas perspectivas, debido a que es muy poco tiempo para que Jodorkovsky pudiera contrarrestar los dos factores que provocan rechazo, en un sector amplio del electorado, hacia una eventual candidatura suya: su insultante riqueza, que contrasta con la penosa existencia de por lo menos 40 millones de rusos, y su origen judío, que pesa en los ánimos xenófobos de parte considerable de esta sociedad.

En el mediano plazo, en el supuesto de que haya elecciones en 2008, y siempre y cuando sus abogados logren derrotar a la procuraduría, la situación puede ser más favorable para Jodorkovsky.

Por su parte, en víspera de su viaje a Italia y en entrevista con medios de ese país, el presidente Vladimir Putin reiteró que el caso Yukos no tiene motivaciones políticas.

Ofreció esta explicación: "Durante el proceso de privatización, cuando se repartió la riqueza nacional en un equis número de pedazos, quienes hicieron esto se pusieron de acuerdo entre sí para vivir bajo ciertas reglas, al margen de la ley. Ahora tienen que aprender a vivir bajo la ley".

Y soltó una frase que acrecentó la engrosada antología de sus dichos célebres: "Todos tienen que entender que deben observar la ley siempre y no sólo cuando se les aprieta donde más duele".

El mandatario ruso, al mismo tiempo, trató de tranquilizar a los inversionistas extranjeros:"Me opongo categóricamente a que se revisen los resultados de las privatizaciones, incluso si se considera que no son ideales, porque estoy completamente convencido de que ello tendría consecuencias negativas en la economía y, desde luego, en el conjunto de la sociedad".

A modo de conclusión, Putin reafirmó este compromiso: "No habrá expropiación ni se revisarán los resultados de ninguna privatización".

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