México D.F. Sábado 1 de noviembre de 2003
ENTREVISTA /GONZALO
SERNA ALCANTARA, ACADEMICO DE HISTORIA DE LA EDUCACION
La educación rural en México no está
pasada de moda
A LO MEJOR SOBRA PARA LOS PROYECTOS NEOLIBERALES, EXPRESA
Para el profesor de la Universidad La Salle de Hidalgo,
el sistema de internado en la normal de El Mexe es indispensable, porque
es la única opción de estudio para los hijos de campesinos
CLAUDIA HERRERA BELTRAN ENVIADA
Pachuca, Hgo., 31 de octubre. Sería imposible
reseñar la historia de las normales rurales sin el libro Nura
Mexe, que escribió Donaciano Serna Leal, fallecido ex gobernador
de Hidalgo y quien perteneció a las primeras generaciones de normalistas
rurales hace siete décadas. Hoy, su hijo Gonzalo Serna Alcántara
-heredero de la pasión de su padre por la educación- alza
la voz y advierte que el sistema de internado es indispensable en la escuela
de El Mexe, porque para muchos hijos de campesinos es la única opción
de estudio.
"La educación rural en México es necesaria,
no está pasada de moda. A lo mejor sobra para los proyectos neoliberales,
pero para muchos mexicanos es imprescindible. Para la mayoría de
los egresados, estos centros educativos han sido verdaderas escuelas de
la vida, no sólo de conocimiento", afirma.
Para este especialista en historia de la educación
en México y académico de la Universidad Autónoma de
Hidalgo, el riesgo más grave de que desaparezca el sistema de internado
es que la escuela Luis Villarreal se vuelva elitista y que en un tiempo
corto las clases populares queden excluidas del magisterio.
La admiración que profesa a estas instituciones
no le impide dar una visión crítica de las recientes movilizaciones
estudiantiles y de su reiterada demanda de asignación automática
de plazas de profesor. "Los muchachos deben aceptar que no pueden conducir
la escuela como un autogobierno y que deben entrar a competir en el mercado
laboral", explica el también académico de la Universidad
La Salle de Hidalgo.
En
plática con La Jornada, Serna rememora los años dorados
del normalismo rural a partir de las anécdotas que le contó
su padre, quien falleció en 2000, año en que El Mexe vivió
otro de sus momentos críticos, cuando decenas de policías
fueron desnudados y vejados por los vecinos de la escuela, con lo que impidieron
la recuperación de las instalaciones por parte del gobierno estatal.
-¿Qué representaron las normales rurales
en la época de su fundación?
-Debemos recordar que cuando se abrieron las centrales
agrícolas (hoy normales rurales) había una generación
posrevolucionaria marcada por la guerra. Muchos de ellos eran huérfanos
y niños muy pobres de los pueblos de Hidalgo y de todo el país,
que vieron abrirse casi las puertas del paraíso cuando les dijeron
que había oportunidad de seguir estudiando.
"En aquella época un niño pobre sólo
tenía dos alternativas: ser soldado o sacerdote. En 1935 mi papá
salió de Molango, Hidalgo (su tierra natal), hacia la hacienda de
El Mexe con otros 12 niños y recordaba su vida en el internado.
Decía, por ejemplo, que muchos estudiantes no conocían las
tazas de baño y hacían sus necesidades afuera; otros se bañaban
cada mes o dos meses.
"El internado era una escuela de la vida, no solamente
una escuela de conocimiento, porque ahí se aprendía a vivir
y a compartir. En aquellos años los alumnos también hacían
labores agrícolas, porque se suponía que cuando trabajaran
como profesores iban a llevar los adelantos al campo. Esto es digno de
señalar porque creo que esta práctica se está abandonando,
a raíz de que desapareció de los planes de estudio."
-¿En qué medida estas escuelas cumplieron
el sueño de llevar educación a las masas?
-La esencia de la normal rural está muy relacionada
con la ideología del régimen en turno. No olvidemos que Alvaro
Obregón y Plutarco Elías Calles (presidentes después
de la Revolución Mexicana) eran rancheros norteños y creían
que llevando la técnica al campo se iba a superar el retraso ancestral.
No siempre es así; es más, raras veces es así, pero
nadie puede negar que era una muy buena intención de llevar el conocimiento
al pobrerío rural que surgía de ese México
desgarrado por la Revolución.
-¿Qué ocurrió con las normales rurales
en el periodo de Lázaro Cárdenas?
-Mi papá fue secretario general de los estudiantes
por allá del año 1936 en un congreso que se llevó
a cabo en Ayotzinapa, Guerrero. Ahí los alumnos resolvieron hablarle
al presidente Cárdenas para plantearle las deficiencias de los planteles,
y el presidente les contestó la llamada. Mes y medio después
empezaron a llegar camas, mesabancos y otras cosas a El Mexe.
"Obviamente mi papá tenía muy presente eso,
porque se preguntaba cómo un presidente acordaba con muchachos y
no se sentía ofendido de que presentaran sus demandas. Estamos hablando
de jóvenes de 16 o 17 años con una conciencia increíble.
Esos muchachos pobres, tímidos, ignorantes, que llegaban de los
pueblos sin saber utilizar el baño, a los tres años eran
dirigentes de un conglomerado de 700 muchachos que trabajaban y estudiaban,
pero que no eran sometidos ni lambiscones. ¿No es acaso lo que buscamos
en la educación?"
-Además de eso, las normales rurales lograron tener
un gran arraigo en las poblaciones donde se instalaron. ¿Por qué?
-Los pueblos tomaron como suyas las escuelas, porque son
símbolo, la realización de un sueño colectivo de las
comunidades: tener una escuela grande, donde se pueden quedar muchachos
inquietos y rebeldes, pero estudiosos y buenos. Para mí el riesgo
de que la escuela deje de ser internado es que se vaya volviendo elitista
y dentro de pocos años estén, no puedo decir hijos de ricos,
pero sí al menos de comerciantes, de políticos de la región.
Es un bastión que se quita al campesino.
-¿Su padre se mantuvo cerca de la escuela después
que dio clases ahí?
-Cuando mi papá estuvo en el gobierno daba apoyo
a El Mexe. A pesar de que los jóvenes estaban radicalizados nunca
pasó por su cabeza cerrar la escuela, y creo que tampoco fue idea
de Manuel Sánchez Vite (también ex gobernador y ex dirigente
del sindicato magisterial), que ¡vaya que era duro!
-¿Cuál es su opinión respecto del
cierre del internado?
-Es otra de las manifestaciones del sistema neoliberal
que también aterriza en la educación mexicana. Las consecuencias
se pueden ver a corto o mediano plazos para el mismo sistema educativo,
cuando los maestros queden tan homogenizados que haya mucha resistencia
para ir al campo y para hacer la labor que muchos maestros egresados de
las normales rurales hacen de manera callada, pero muy efectiva en las
comunidades. Eso va a ser un autogol del propio sistema educativo.
-¿Sigue vigente el internado?
-Por supuesto que sí, pero no para todos. Debe
ser para el joven que en verdad lo necesite, no para el que vive a un kilómetro
de su casa. Los muchachos tienen que aceptar que la escuela no puede funcionar
como un autogobierno, inclusive el internado podría ser manejado
por una instancia independiente, para evitar problemas.
-¿Está de acuerdo en que la tarea de modernizar
las normales parece difícil, porque se quedaron desfasadas?
-Se quedaron tan desfasadas como el campo mexicano, pero
la normal rural sigue siendo una opción para muchas familias campesinas.
La gran mayoría de los alumnos no son hijos de papi, son
hijos de ejidatarios o de indígenas.
-Sin embargo, ya no tienen acceso automático a
plazas en el magisterio.
-Los maestros deben entrar a un mercado laboral y aceptar
que quien ocupe un lugar privilegiado debe demostrar, como en cualquier
profesión, que tiene mejor preparación, quizá con
excepción de aquellos profesores que opten por irse a lugares remotos,
porque ahí están fuera del mercado laboral. Desgraciadamente,
acomodar a su gente, se ha vuelto una prerrogativa de la burocracia del
sindicato.
-¿Considera que aún se puede resolver este
conflicto?
-A estas alturas es demasiado tarde, pero hay una opción,
que es la refundación de la Normal Rural de El Mexe, donde se puedan
retomar algunos aspectos importantes de la educación rural y nutrirlos
con elementos de la pedagogía moderna. No podemos quedarnos anclados
en el pasado, tenemos que definir qué tipo de maestro rural se requiere
en el siglo XXI.
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