México D.F. Sábado 1 de noviembre de 2003
Con tres nuevas designaciones, Vladimir Putin
consolida su clan de incondicionales
Cambios en la Oficina de la Presidencia rusa para tranquilizar
a los mercados
El presidente quiere evitar fricciones con los magnates
que apoyaron su relección
JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL
Moscu, 31 de octubre. La designación de
Dmitri Medvediev como nuevo jefe de la Oficina de la Presidencia rusa consolida
las posiciones del clan de incondicionales del presidente Vladimir Putin,
formado a partir de la alianza entre los antiguos colaboradores de su etapa
en San Petersburgo y los funcionarios vinculados al aparato de seguridad
del Estado, pero es un gesto que, al mismo tiempo, busca tranquilizar a
los mercados.
Y no sólo porque Putin se tardó seis días
en aceptar la renuncia de Aleksandr Voloshin, quien protestó de
ese modo contra el encarcelamiento del magnate petrolero Mijail Jodorkovsky.
La falta de definición por parte del presidente se volvió
factor desestabilizador y, en consecuencia, no podía mantenerse
por mucho tiempo más acéfala esta instancia de formulación
de las políticas del Kremlin.
Pero no menos importante que acabar con la incertidumbre
-o quizás más- es el hecho de que Medvediev, dentro de las
opciones que Putin tenía sobre la mesa para sustituir a Voloshin,
personifica la variante más moderada.
Originario
de San Petersburgo, Medvediev nunca trabajó en el antiguo KGB, a
diferencia de Igor Sechin, el influyente secretario particular de Putin,
y Viktor Ivanov, subjefe de la Oficina de la Presidencia, con fama de duros
y a quienes los sectores liberales rusos atribuyen los embates contra Jodorkovsky
y sus principales socios en la petrolera Yukos.
La remoción de Voloshin, cuya permanencia al frente
de la Oficina de la Presidencia simbolizaba para algunos medios una suerte
de garantía para los intereses de la llamada Familia de Boris
Yeltsin, el grupo de magnates favorecido por el anterior inquilino del
Kremlin, como pago por haber financiado su relección en 1996, se
produce en vísperas de unos comicios legislativos cruciales.
A poco más de un mes de la votación para
renovar la Duma, es alto el riesgo de que Medvediev no pueda recomponer
la red de complicidades y los entendimientos a la sombra, que eran el lado
fuerte de Voloshin, de cuya habilidad como operador político da
idea una de sus recientes obras maestras: la farsa electoral en Chechenia.
Todo parece indicar que, por ahora, Putin desea evitar
un choque frontal con la Familia, por lo cual hizo dos nombramientos
significativos: Dmitri Kozak, otro peterburgués no salido de las
filas del KGB, e Igor Shuvalov, que hasta hace poco era brazo derecho del
primer ministro Mijail Kasianov, quienes acompañarán a Medvediev
como subjefes de la Oficina de la Presidencia, con la idea de contrarrestar
la desmedida influencia que estaba adquiriendo la corriente de Sechin e
Ivanov.
Con la designación de Shuvalov, quien inició
su carrera como asesor del magnate Aleksandr Mamut, a quien la prensa rusa
sigue ubicando como miembro prominente de la Familia, Putin parece
mandar este doble mensaje a los llamados oligarcas: se va Voloshin pero
ya tienen en el Kremlin otra persona que va a defender sus intereses corporativos,
y nadie (la procuraduría, se entiende) va a meterse con sus negocios
si ustedes no se meten en el mío (obvio: la política).
Esta vez -como forma de presión, ya había
renunciado en dos ocasiones- le salió mal la jugada a Voloshin.
Se comenta que quisieran tenerlo en su equipo los grupos económicos
más enfrentados con el clan de San Petersburgo y el aparato de seguridad
del Estado.
El presidente, quien calificó de "error" la dimisión
de Voloshin y hasta le expresó en un comunicado de tres líneas
su agradecimiento por haber contribuido a resolver muchos de los problemas
que afronta el país, preferiría ver a su ex eminencia
gris como próspero empresario, ajeno a la política.
Mientras Voloshin piensa a qué se va a dedicar,
alguien muy poderoso puso a circular en esta capital un abultado dossier
que podría, en cualquier momento, convertirse en acusación
formal de la procuraduría en su contra.
Todo puede pasar, pero es claro que conforme más
bajo sea el perfil opositor que asuma Voloshin, menor será la probabilidad
de que haga compañía a Jodorkovsky en Matrosskaya Tishina,
la prisión de alta seguridad que alberga al magnate petrolero con
aspiraciones políticas.
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