México D.F. Miércoles 29 de octubre de 2003
Critican dos diplomáticos mexicanos el
desempeño del Consejo de Seguridad
La ONU firmó "su acta de defunción" con
su actuación en el conflicto iraquí
Ahora se convirtió en enérgico capataz
del mundo: Oscar González y Gustavo Iruegas
PATRICIA MUÑOZ RIOS
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) firmó
su "acta de defunción" con las acciones y omisiones del Consejo
de Seguridad en el conflicto de Irak, y ahora el organismo se ha convertido
en el enérgico capataz del mundo, fiel a su patrón: Estados
Unidos, apuntaron Oscar González y Gustavo Iruegas, dos diplomáticos
que han ocupado diversos cargos como embajadores, representaciones del
gobierno mexicano y en el servicio público.
Al participar en el foro: Irak ocupado y la reciente
resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, organizado por
la Casa Lamm y La Jornada, ambos criticaron la actuación
de Naciones Unidas y de la Organización de Estados Americanos, a
la cual Iruegas calificó como el "ministerio de colonias de Estados
Unidos".
Oscar
González advirtió que la Conferencia Especial sobre Seguridad
Hemisférica de la OEA que se lleva a cabo en México es "riesgosísima"
para el país, ya que si bien el gobierno ha logrado mantenerse relativamente
al margen del Tratado de Río, difícilmente podrá eludir
las nuevas condiciones y compromisos que en materia de cooperación
militar habrá de imponer Estados Unidos "si no nos decidimos a enfrentarlos
con las armas de la diplomacia".
El ex embajador de México en Argelia y representante
del gobierno mexicano en diversos organismos internacionales en Ginebra,
explicó que bajo la fachada de la "reconstrucción de Irak",
Estados Unidos consiguió obtener una resolución de la ONU,
la 1511, con la que pretende legitimar su ocupación territorial
en ese país e imponer un gobierno multinacional bajo su mando y
autorizado por Naciones Unidas. De ahí que esta resolución
signifique, para la propia ONU, su acta de defunción.
Explicó que ahora está en juego no sólo
el destino de la ONU, sino el de los países que lo conforman y,
sobre todo, el de los precarios equilibrios de paz que cada día
parecen más insostenibles.
México, dijo, debió votar en contra de esta
resolución, abstenerse o no asistir a las sesiones en las que se
trató este asunto, porque al avalarla contribuyó a legitimar
acciones que inequívocamente son delitos de lesa humanidad
en las que la ONU violó su propio marco jurídico y "la diplomacia
mexicana, simple y llanamente, fue puesta al servicio de la ignominia".
González expuso que "aun con un gobierno conservador
como el que tenemos, cabe esperar que una larga y singular experiencia
de negociación con nuestros vecinos pueda servirnos de algo. Agacharse
no es el camino y doblar el espinazo, a lo menos que expone es a (recibir)
una patada en el trasero", manifestó.
Y llamó a rescatar los esfuerzos descolonizadores
de la ONU, acaso a fundar otro organismo que sea más democrático.
En el mismo sentido, Gustavo Iruegas, quien fue subsecretario
de Relaciones Exteriores, planteó que al votar en favor de la creación
de una fuerza multinacional para la reconstrucción -ocupación-
de Irak, el gobierno de México claudicó de su posición
antibélica y de respeto al derecho internacional.
A la par de este triste papel, agregó, se vio la
actuación deplorable de Naciones Unidas, que empezó el irregular
proceso de legalización de la ocupación de Irak, sin que
nunca haya condenado y ni siquiera reprobado el ataque. Tampoco reconoció
nunca que ni siquiera el pretexto de la ofensiva -las citadas armas de
destrucción masiva- era cierto. Así, el Consejo de Seguridad
de la ONU simplemente tomó partido por el agresor.
Iruegas consideró que la ONU, al autorizar una
fuerza multinacional, no hace sino convalidar y sumarse a la agresión,
a la invasión de Irak, y al condicionar la restitución real
de la soberanía iraquí a la existencia de "un gobierno internacionalmente
reconocido por Naciones Unidas o, para decirlo sin eufemismos, por Estados
Unidos, es exigirle al pueblo de Irak que abdique de una vez y para siempre
de esa noción de voluntad propia que gustamos llamar soberanía".
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