.
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
El Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
CineGuía
Lunes en la Ciencia
Suplementos
Perfiles
Fotografía
Cartones
La Jornada en tu PALM
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
Librería
Correo Electrónico
Búsquedas

P O L I T I C A
..

México D.F. Domingo 26 de octubre de 2003

En defensa de la humanidad

Nosotros, intelectuales de la academia, de los medios de comunicación, de la cultura y de los movimientos sociales de diversas regiones del mundo, participantes en el encuentro internacional En defensa de la humanidad, nos hemos dado cita en la ciudad de México con el propósito de reflexionar acerca de la gravísima situación mundial; conscientes de nuestra responsabilidad hacemos la siguiente:

Declaración:

La humanidad ha llegado a un punto crítico que entraña serios peligros. Asoma una nueva barbarie. No se trata sólo de que una minoría haya concentrado una proporción enorme de la riqueza, mientras masas empobrecidas apenas pueden sobrevivir. El sistema hegemónico opera como una maquinaria de exclusión social.

Una cantidad cada vez mayor de seres humanos ha sido declarada prescindible para el modelo en expansión; y predomina la idea de que los organismos públicos deben desentenderse de la suerte de los excluidos de la globalización.

Si importa poco el destino de estos excluidos, importan menos sus valores y culturas, sus identidades y comunidades, a menos que sean reducidos al imperativo del mercado. Bajo esta concepción excluyente, comunidades humanas o modos de vida particulares están destinadas a la extinción. Junto con ellos sufren millones de trabajadores sobrexplotados, sometidos a la arbitrariedad de los capitalistas y a la constante pérdida de derechos.

El medio ambiente, la biodiversidad y los ecosistemas con los que ha convivido la humanidad a lo largo de milenios son convertidos en objeto de comercio y de acumulación, al servicio del interés privado. El agua y otros recursos fundamentales para la vida humana son presa de esos mismos intereses. El consumismo y el despilfarro de los recursos son las normas promovidas por el capitalismo neoliberal.

La humanidad enfrenta peligros que atacan directamente su sustento social, cultural y ambiental. Esta amenaza no proviene de fuerzas naturales, sino de poderes económicos y políticos que niegan los más altos valores concebidos a lo largo de la historia y exaltan la avaricia y el egoísmo.

La diversidad es consustancial a la sociedad humana y ha resistido a todos los intentos homogeneizadores. Sin embargo, los proyectos de uniformidad sociocultural resultan funcionales a los proyectos de dominación. De tal suerte que la pluralidad humana puede convertirse en materia de discordias, de enfrentamiento entre pueblos, de fundamentalismos y odios étnicos. Entendido como globalización excluyente, las llamadas leyes del mercado requieren de una humanidad indiferenciada y uniformada. Pero más allá del esfuerzo por convertir en un todo homogéneo a la sociedad humana, afloran permanentemente las diferencias y la diversidad lingüística y cultural de los pueblos y las naciones. De hecho, contra lo que los ideólogos de la globalización esperan, y pese al asedio neoliberal, asistimos a un renacimiento de las luchas etnico-nacionales en todo el mundo, con nuevos y promisorios horizontes liberadores, que se unen a las luchas sociales.

Los centros de poder pretenden imponer su propio particularismo sociocultural a toda la humanidad, bajo el supuesto de que éste constituye la verdadera y única forma humana de vida plena. Contra esta tendencia, afirmamos que la diversidad del mundo es un valor en sí mismo y una riqueza de la humanidad.

En los albores del siglo XXI, el imperialismo -en sus distintas expresiones, alianzas y contradicciones internas- se ha convertido en un megapoder de carácter político militar en el que los estados nacionales renuncian al interés público.

La "igualdad soberana" de los miembros de la Organización de Naciones Unidas (ONU), tal como consta en el primer artículo de los propósitos de la Carta Constitutiva de 1945, ha sido puesta en entredicho. A más de medio siglo del fin de la Segunda Guerra Mundial esta organización viola su propio marco jurídico: "suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz" (Art. 1); el "arreglo pacífico de las controversias" (Art. 3), el rechazo del "uso de la fuerza contra la integridad territorial" (Art. 4); la "no intervención en los asuntos internos de los estados" (Art. 7), otras resoluciones que afirman el "derecho inalienable de los pueblos a la integridad de su derecho territorial" (1960).

En ese sentido, la convalidación del ataque y ocupación militar de Irak por Estados Unidos (resolución 1511 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas), deja en suspenso las esperanzas de paz que los pueblos habían depositado en la ONU.

El mesianismo ideológico que define al equipo político de la Casa Blanca representa un peligro para la paz mundial. El gobierno estadunidense ataca y ofende sin distinción a los países reacios a subordinarse a su política imperial y con su doctrina de "guerra preventiva" amenaza con llevar al mundo a interminables enfrentamientos militares.

Para el gobierno de Estados Unidos, la única "ley internacional" válida es la que dictan su Congreso y su Poder Ejecutivo. Cualquier otra interpretación corre el riesgo de ser asociada con el "terrorismo". No obstante, la propia ONU en sus documentos diferencia el terrorismo, desligándolo de las formas de resistencia nacional contra la ocupación extranjera y del derecho a la rebelión que consagran, también, muchas cartas constitucionales del mundo.

Así, los responsables de los actos de terrorismo de Estado más atroces acusan de "terroristas" a los patriotas que luchan por la libertad de sus pueblos. Las acciones encubiertas, el empleo de mercenarios, la violación de los derechos humanos, la aplicación de la extraterritorialidad a los prisioneros de guerra y la incitación al asesinato de los jefes de Estado, como en el caso de Israel respecto a los líderes palestinos, conforman el cuadro político contemporáneo.

En 1989, las potencias imperialistas aseguraron que con la caída del Muro de Berlín el mundo entraría en una era de entendimiento y prosperidad asegurada. Sin embargo, otros muros conspiran contra este propósito: muros en la frontera de México con Estados Unidos y en los territorios ocupados de Palestina; muros legales y raciales en las legislaciones de los países de la Unión Europea que otorgan un trato indigno a los inmigrantes de los países pobres; muros económicos de carácter proteccionista que bloquean el acceso al "mercado libre" predicado por el neoliberalismo; muros que violentan los derechos de mujeres y niños; muros de intolerancia a las opciones sexuales, a los gustos, hábitos y modos de vida de la humanidad; muros político-económicos que marginalizan al continente africano.

En América Latina, Estados Unidos sigue hostigando a Cuba, con el riesgo de una intervención militar directa contra una revolución que durante 45 años ha resistido innumerables campañas de desestabilización, agresiones y bloqueo económico, gracias a su arraigo popular y a su firme voluntad de construir otro tipo de sociedad. Por ello, es necesario intensificar la solidaridad y estrechar lazos con la isla asediada y rechazar todas las acciones agresivas del gobierno estadunidense.

"América para los americanos"... del norte es la renovada consigna de los halcones que ocupan el poder en Washington. Por mediación del Area de Libre Comercio de las Américas, cuyo primer capítulo ha sido el Tratado de Libre Comercio de México con Estados Unidos y Canadá y el Plan Puebla-Panamá, el imperialismo pretende imponer sus propias "leyes" de mercado. El discurso que propone "expandir la democracia y la libertad" tiene su contraparte en la militarización creciente de América Latina. Está demostrado una y otra vez que la democracia para el imperialismo tiene un valor instrumental: la apoya en sus aspectos formales si conviene a sus intereses y conspira contra ella si las fuerzas populares llegan al poder por la vía democrática. Este concepto se vacía de contenido al utilizarse como patente de corso por gobernantes afines al neoliberalismo para la entrega de recursos al capital trasnacional.

Lo ilustra el hecho de que en el marco del "Plan Colombia", y so pretexto de combatir al "narcoterrorismo", el Pentágono ha instalado una gran base militar en el puerto de Manta (Ecuador), facilitando misiones intervencionistas en el conjunto de países de la subregión andina. Asimismo, los gobiernos del Cono Sur se ven constreñidos a la realización de frecuentes maniobras militares conjuntas con Estados Unidos, presuponiendo que en la llamada "triple frontera" (de Argentina, Brasil y Paraguay) radica-rían grupos de terroristas islámicos.

El neoliberalismo estigmatiza el conflicto social y fomenta fenómenos de desarticulación de los proyectos comunitarios (clientelismo), enajena la acción política (demagogia), estimula la alienación cultural (acriticismo), da respuestas filantrópicas a la pobreza (asistencialismo) y reprime policial o militarmente el descontento popular.

Frente a estas políticas se alza en el mundo entero una nueva generación de intelectuales solidarios y luchadores sociales que han roto con las maquinaciones de políticos profesionales corruptos.

Surgida de una sociedad agraviada y con las armas invencibles de la conciencia y la capacidad de organización, los bolivianos se alzaron en defensa de sus recursos naturales, y defenestraron un gobierno totalmente subordinado a Estados Unidos.

La rebelión popular de Bolivia coincide con la resistencia civil y política en Haití contra el poder personalista y autoritario de Jean Bertrand Aristide; con la de Puerto Rico al exigir el desmantelamiento de la base naval norteamericana de Vieques; con la de Argentina y los desocupados que bloquean rutas; con la de los indígenas de Ecuador, que se levantan en contra del racismo y discriminación; con la de Brasil y los campesinos sin tierra que ven con inquietud la postergación de sus reivindicaciones; con la de México que defiende sus recursos estratégicos frente a la voracidad trasnacional y los Caracoles zapatistas que amplían la lucha por la autonomía; con la de Venezuela y los activistas que han emprendido la defensa de la revolución bolivariana y, en fin, con la de Chile y los jóvenes que luchan contra un sofisticado modelo de exclusión social.

Actualmente, las fuerzas imperiales buscan combinar, bajo formas más afinadas, el uso despiadado del poderío militar con el control de las mentes y los corazones de las personas. Se pretende que el mundo de la globalización neoliberal es el único posible, sin alternativa viable, y que la única actitud ante la vida debe ser el conformismo y la resignación. Supuestamente, el régimen neoliberal no es una construcción y una práctica de grupos de intereses mundiales y nacionales, sino resultado natural del desarrollo de las cosas; de acuerdo con esta concepción, cualquier cambio de esa forma de organizar el mundo agravaría la situación. Sostienen que existe un solo pensamiento económico y una sola política que los gobiernos deben aplicar.

Una tendencia que marcha inexorable hacia su profundización es convertir también las universidades públicas en instrumentos del proyecto económico, político y cultural neoliberal. Esta orientación corresponde a la lógica actual del proceso de acumulación neoliberal que privatiza y elitiza la educación y suprime paulatinamente las ramas humanísticas proclives al pensamiento crítico y la "subversión".

El imperialismo utiliza las creencias religiosas como discursos legitimadores de su expansión militar neocolonial, cooptando desde el poder a los jerarcas de las religiones mayoritarias, quitándoles connotaciones de protesta y compromiso social.

Esa combinación militar e ideológica debe ser expuesta en todas sus manifestaciones, en todo lo que tiene de destructivo e inhumano, y sometida a una rigurosa y enérgica crítica. Aquí, el papel de los intelectuales es más vital que nunca. Para ello, se requiere reforzar o recuperar, según el caso, el papel crítico de todos los intelectuales en defensa de la humanidad. La batalla contra el actual sistema tiene que darse también en el orden intelectual, cultural y moral. El fruto del trabajo intelectual es el conocimiento, pero su verdadero carácter es por fuerza crítico y desmitificador. El pensamiento social, las ciencias sociales en particular, hallan su pleno sentido cuando revelan los engaños y los reales intereses que subyacen a determinadas ideologías, y no claudican en su compromiso con la verdad y con los intereses de la sociedad.

No ignoramos que en los últimos lustros, bajo el influjo de las ideas neoliberales, algunos intelectuales olvidaron su capacidad crítica y, en ocasiones, inclusive se sumaron a los afanes del pensamiento único. Más aún, tenemos en nuestros países una supuesta izquierda que al llegar al gobierno repite los mismos preceptos y pone en práctica las mismas fórmulas neoliberales.

En la etapa presente, valoramos el trabajo intelectual que se funda en procedimientos rigurosos y, al mismo tiempo, es sensible a la injusticia del mundo que vivimos; que aprende de sectores en todas las regiones, naciones y continentes que se levantan contra el orden establecido. Nos referimos a los intelectuales que, formados en la academia o en el seno de los movimientos sociales, batallan en muchos frentes contra la guerra, contra una economía en que se monopolizan los beneficios y se extiende la explotación y la exclusión, y que en cambio propugnan por la paz y los derechos humanos integrales (individuales, colectivos, civiles, políticos, pero también sociales y culturales), defienden la autodeterminación de los pueblos y el derecho a la autonomía de los pueblos indígenas en todo el mundo, la igualdad de todas las lenguas, y, en fin, se comprometen en favor de la igualdad económica y de género, postulando que la dignidad, la libertad y el respeto a la riqueza cultural de la humanidad han de prevalecer sobre el capital.

 

Declaración final del encuentro internacional En defensa de la humanidad, celebrado en la ciudad de México los días 24 y 25 de octubre de 2003

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm
La Jornada
Coordinación de Sistemas
Av. Cuauhtémoc 1236
Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez
México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Email
La Jornada
Coordinación de Publicidad
Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
México D.F. C.P. 03310

Informes y Ventas:
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Extensiones 4329 y 4110
Email