México D.F. Sábado 25 de octubre de 2003
Prosigue la orquesta su gira por México,
después de presentarse en Guanajuato y León
La Papaya ofrecerá un torbellino de ritmos en
el Zócalo del DF
El espíritu humano se ha sobrepuesto con gran
dignidad a las calamidades en Centroamérica, dice Manuel Obregón
Cultura y arte, ''únicos medios para lograr una verdadera fraternidad''
ANGEL VARGAS ENVIADO
Guanajuato, Gto., 24 de octubre. El sonido de Manuel
Obregón y la Orquesta Centroamericana de la Papaya es, en principio,
un torbellino de ritmos y tradiciones ancestrales recreados con una colorida
y sabrosa visión contemporánea y sincrética.
Pero conforme se profundiza en él, se revela como
el resultado de una iniciativa que trasciende las fronteras no sólo
musicales, sino artísticas y culturales para consolidarse como un
proyecto político y social mediante el que se busca cumplir el sueño
bolivariano de unidad y solidaridad entre los pueblos de América.
Después de presentarse en Guanajuato (el pasado
martes) y en León al día siguiente, la Orquesta Centroamericana
de la Papaya prosigue su gira por México, que incluye también
un concierto público en el Zócalo de la capital de la República,
este domingo.
Más allá de lo folclórico
''El
propósito, más allá de lo estrictamente musical, es
dar cauce a un sentimiento compartido que existe en la zona centro-americana:
la unidad cultural. Aunque no se repara muchas veces en ello, somos países
cuya única división son las fronteras políticas, es
decir, límites artificiales. Por esa razón es que se puede
encontrar un sinfín de elementos comunes entre las músicas
tradicionales de cada una de nuestras naciones", comenta el fundador de
la orquesta, el costarricense Manuel Obregón.
''Nuestra propuesta, sin embargo, no es folclórica.
No intentamos dar una postura tradicional, sino reflejar una visión
contemporánea con toda la serie de influencias que tenemos en la
actualidad. Y dentro de esa dinámica, por supuesto que hay un contenido
político y social, porque en términos generales los países
de Centroamérica hemos sido maltratados históricamente, no
sólo por circunstancias debidas al hombre, como la conquista, las
guerras y las dictaduras, sino también por la naturaleza, con desastres
como terremotos, huracanes e inundaciones."
Agrega el intérprete: ''Lo más lindo de
esto es ver cómo el espíritu humano tiene tanta fortaleza
que ha soportado todo eso y se ha impuesto, con gran dignidad".
La Orquesta Centroamericana de la Papaya está integrada
por 14 músicos de los siete países de esa región (Belice,
Guatemala, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador y Panamá),
con orígenes de género artístico tan disímbolos
como el académico y el popular, además del rock, el jazz
y la música tradicional.
Ese hecho la convierte en una agrupación sui
generis no sólo en el continente, sino acaso también
en el mundo: ''Cierto es que nuestro quehacer se sale de la tradición,
pero sí la revalora y le da un contenido actual, como ocurre con
toda cultura: un elemento vivo, dinámico y en constante evolución,
alejado de ser una pieza de museo.
''Por eso nuestra música se construye a partir
de la asimilación de lo tradicional y las influencias de otras regiones,
entre ellas el jazz, el gospel y la música afrocaribeña,
así como expresiones de origen indígena, para crear un sonido
novedoso. Buscamos que nuestro sonido sea original, lo más cercano
a cómo nos imaginamos que debe sonar la Centroamérica del
siglo XXI."
Voz de diosa
De
acuerdo con Manuel Obregón, los músicos que integran el grupo
están convencidos de que la cultura y el arte son los únicos
medios ''para lograr una verdadera fraternidad entre las naciones, algo
que es muy importante en estos momentos históricos en que la atención
de los gobernantes está enfocada exclusivamente a los aspectos económicos".
Otro de los retos de la orquesta, de acuerdo con su director
artístico, es dar a conocer la enorme y atractiva riqueza sonora
que existe en Centroamérica, a la cual considera ''el secreto mejor
guardado del mundo", porque es desconocida inclusive por los habitantes
de la región.
''Ha permanecido en un aislamiento terrible", deplora
el artista, y precisa que la mitad del repertorio es ciento por ciento
tradicional y la otra parte composiciones originales hechas a partir de
elementos de la tradición.
La agrupación centroamericana, en su actuación
en la capital guanajuatense, tardó un poco en conectar con el público
y encender el fuego y la sabrosura de su música que, en la parte
apoteósica de la velada, de la mitad hasta el final de la misma,
hizo que la concurrencia moviera el bote.
Durante la presentación de la orquesta en Guanajuato,
la Alhóndiga de Granaditas estuvo muy distante de ver desbordada
su capacidad para 10 mil personas, pues si acaso había unas 5 mil
almas. Una, dos, tres piezas, y los aplausos tímidos, apenas cumplidores.
Todo cambió a partir de que una amazónica cantante de color
dio vuelo a su garganta de trueno, voz de diosa.
Esa fue la chispa que faltaba, y de allí en adelante
el torbellino musical fue imparable. Piano de cola, bajo y guitarras eléctricos,
batería y el arcodeón se fusionaron con el atisbo autóctono
de caparazones de tortuga, marimbas de arco y el violín campesino,
dando rienda suelta a ritmos, melodías y sonidos que hablan de las
raigambres indígenas, la negritud, el mestizaje y el mundo moderno
con sabor a jazz, a blues de repente, afrocaribeño, y rock. Sincretismo
delicioso y arrebatadoramente musical.
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