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México D.F. Sábado 25 de octubre de 2003
Rinde frutos el proceso colectivo de apropiación
cultural y lingüística
Traducen los acuerdos de San Andrés a diez lenguas
indígenas de Chiapas
Los publicarán en chol, chuj, jacalteco, lacandón,
mam, q'anjob'al, tzeltal, tzotzil y zoque
HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO
San Cristobal de Las Casas, Chis., 24 de octubre.
Los acuerdos de San Andrés no dejan de crecer. Todavía muerden.
Ahora, en un proceso de traducción colectiva y apropiación
cultural y lingüística sin precedente, estos acuerdos fueron
traducidos a diez lenguas indígenas de Chiapas -nueve del tronco
maya y una del tronco olmeca-. Por primera vez en la historia, en el trasvasamiento
de un texto (el célebre e incumplido documento), estos idiomas "tienen
el mismo rango de importancia que el español".
"Nuestra palabra volvió a ser de oro. Ya la volvimos
a sacar de la tierra. Ese oro es el habla mía", expresó un
viejo campesino analfabeta en Motozintla, al escuchar recientemente la
lectura de los acuerdos de San Andrés en lengua mam, refiere hoy
Marcos Girón Hernández, miembro del equipo coordinador de
este proceso, y él mismo traductor tzeltal. No lejos de la frontera
con Guatemala, el campesino mam agregaba: "En el ejido donde vivo sufrimos
mucho por las palabras de la humanidad."
Andrés
Aubry, también parte del equipo coordinador, comentó que
esas palabras, dichas por un mam, son literales. Este pueblo maya de la
sierra chiapaneca quedó atrapado por las fronteras nacionales hace
más de un siglo, y siendo los mam en su mayoría guatemaltecos,
los que resultaron mexicanos sufrieron la prohibición de su lengua.
"Hubo indígenas fusilados por hablar mam", explica el historiador.
Todavía en el siglo XX se persiguió criminalmente a muchos
hablantes de lenguas indígenas en México.
El grupo de campesinos-traductores, algunos de ellos sin
experiencia previa, considera su trabajo una "reapropiación". Samuel
Ruiz García, obispo emérito de San Cristóbal de las
Casas, y uno de los actores directos en el proceso de diálogo en
San Andrés, calificó hace pocos días este ejercicio
como una "obra de liberación".
"Una explosión del pensamiento", lo llama Enrique
Pérez López, escritor de Chenalhó y director del Centro
Estatal de Lenguas, Arte y Literatura Indígena (CELALI). "La nueva
traducción permite por primera vez a los indígenas nombrar
de otra manera al gobierno y sus instituciones".
Durante una sesión de trabajo esta mañana,
donde unos 15 traductores evaluaron la reciente edición y las presentaciones
del documento, se dijeron "orgullosos" con el resultado. María de
la Luz Velasco, joven tojolabal, expresó: "Ya es una razón
de orgullo, y es interesante lo que hacemos".
Si bien todos enfatizan el carácter colectivo y
comunitario del proceso, iniciado hace un año, el equipo que logró
la proeza lo conforman Nicolás Alvaro Arcos (chol), Diego Pérez
Hernández (chuj), Baltasar Silbestre Quiñones (jacalteco),
Marcelino Chambor Chanaj (lacandón), Jorge Pérez Hernández
(mam), Juan Pedro Berganzo (q'anjob'al), Fernando Gómez (tzeltal),
Enrique Pérez López (tzotzil) y Nicolás Velasco Díaz
(zoque).
No obstante, se trata de un proyecto controvertido, principalmente
por la participación del gobierno salazarista, editor de los diez
volúmenes. Y por haberse efectuado sin la participación directa
de los zapatistas, que a fin de cuentas fueron quienes negociaron y firmaron
los acuerdos. La periodista Concepción Villafuerte, directora de
La foja coleta, consideró "una burla" que el gobernador de
Chiapas se muestre "como editor de un texto que debió convertirse
en ley", y llamó "farsa" a las presentaciones que se han hecho de
la obra en el Distrito Federal.
Primera traducción realizada en asamblea
Se consideraron variantes dialectales, por lo que hubo
un grupo de investigadores indígenas para cazar las expresiones
reales que usan sus pueblos. Digamos que se trata tal vez de la primera
traducción seria 'hecha en asamblea'. Pues asambleas y consultas
comunitarias hubo a lo largo del año para consensuar el nombre de
las cosas, la conceptualización de los términos impuestos
por los dominadores. Hasta los traductores salieron aprendiendo.
El historiador Andrés Aubry, quien además
de animar el proyecto fue testigo directo del diálogo celebrado
en San Andrés entre 1995 y 1996, explica hoy que para esta versión
del documento se discutió en las comunidades hasta la forma de denominar
a los poderes de la Unión, hasta ahora bajo la concepción
del dominador, donde la forma tradicional de decir "presidente" sugiere
atribuciones casi divinas. En las lenguas indígenas se impusieron
concepciones que presumen que el país es una finca, el gobierno
el patrón y el indio (que a sí mismo se suele condiderar
'hombre verdadero') el peón, el que obedece.
A eso se refería Samuel Ruiz hace unos días:
"A veces me pregunto qué hubiera sido el diálogo si no hubiese
predominado la lengua (castellana). Que la lengua a traducir fuera la del
dominador determinó muchas cosas". El Tatic afirmó
que la delegación del gobierno zedillista usó a propósito
el "dominio lingüístico".
Para la elaborada traducción de Los acuerdos
de San Andrés (Biblioteca Popular de Chiapas, Tuxtla Gutiérrez,
2003) se formaron "comités de lectura" en las comunidades, para
discutir cómo se decía exactamente cada concepto del documento.
Luego se consultó a decenas de escritores y universitarios indígenas,
y se contó con la participación de la Academia de Lenguas
Mayas de Guatemala, toda vez que varios de estos idiomas son dominantes
en el vecino país.
El traductor mam Jorge Pérez Hernández,
quien vive en las faldas del volcán Tacaná, expresó
hoy: "Hemos iniciado una lucha a través de las palabras. Aprendemos
nuevas formas de concientizar a nuestros pueblos. La gente está
dominada. Tienen venda en los ojos. Con este método, los acuerdos
de San Andrés están despertando a la gente". Diego Pérez
Hernández, chuj, dijo: "Nuestro trabajo resulta de una lucha. Ese
documento es para la niñez que vive. Nos da argumentos para exigir
el futuro".
Aubry señala que se buscó dar a las traducciones
"la dignidad literaria que amerita un documento histórico (...)
nos referíamos constantemente a los Sentimientos de la Nación
y el Plan de Ayala, por ser de la misma relevancia que los acuerdos de
San Andrés, y por haber sufrido eternas demoras antes de cumplirse".
Agrega que las lenguas indias, "en su escabrosa sobrevivencia, no pudieron
forjar, a diferencia del español, los neologismos que nombran las
nuevas realidades 'sociales, económicas, políticas, jurídicas,
federales, democráticas' (ninguna de estas palabras existe en los
idiomas nativos)". El proceso de traducción colectiva es parte de
la dignificación de las lenguas, "y un instrumento para tantas luchas
inconclusas", apunta el entusiasta historiador.
José Antonio Reyes Matamoros, promotor de la escritura
en las lenguas de Chiapas y también miembro del equipo coordinador,
explica que los idiomas indios, "al estar sometidos y discriminados, han
perdido algunos conceptos, y muchos otros, en particular los que se refieren
a las reglas de vida comunitaria, es decir sus relaciones políticas,
están ausentes en los diccionarios y lexicones".
El profesor y autor tzotzil Enrique Pérez diría
al concluir la reunión: "Nuestras lenguas se están oxigenando.
Con estas traducciones de los acuerdos de San Andrés se detuvo la
perpetuación de las 'lenguas dominadas'. Pero es una bocanada nada
más. Necesitamos respirar todo el tiempo. Ya saboreamos este trabajo,
y pusimos en aprietos a los antropólogos, que nos quisieron corregir.
Pero esta vez no les hemos dado la razón".
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