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México D.F. Viernes 24 de octubre de 2003
EU: LA CACERIA HUMANA
En
un operativo de dimensiones y extensión sin precedentes,
el gobierno de George W. Bush realizó una redada policiaca en 60
establecimientos de la cadena Wal-Mart para detener a trabajadores indocumentados.
Desde New Hampshire hasta Arizona y desde Carolina del Sur hasta Nueva
York, las fuerzas policiales del país vecino emprendieron una cacería
humana que tuvo como resultado el arresto de más de 300 extranjeros
cuando éstos terminaban sus labores y se disponían a regresar
a sus hogares.
En un primer acercamiento podría resultar sorprendente
que un gobierno que se dice empeñado en una guerra planetaria contra
lo que denomina "el terrorismo internacional" -un saco conceptual tan polivalente
y amplio que caben en él desde los autores de los atentados del
11 de septiembre de 2001 hasta las guerrillas colombianas, pasando por
el depuesto régimen de Saddam Hussein y quienes actualmente desarrollan
una desesperada resistencia nacional en el Irak ocupado- distraiga a sus
corporaciones policiales de la tarea estratégica de buscar peligrosos
terroristas y las dedique a capturar pacíficos trabajadores de limpieza
asignados a la referida cadena de tiendas de autoservicio. Pero si se afina
un poco el análisis se verá que hay razones políticas
y económicas para este proceder a primera vista disparatado.
Con estas detenciones de indocumentados, y en el contexto
del pronunciado giro a la derecha en que está inmerso el país
vecino -giro ejemplificado, entre otras muchas expresiones, por la elección
del racista Arnold Schwarzenegger como nuevo gobernador de California-,
el gobierno de Bush, acosado por su propia ineficacia económica
y estratégica, puede presentar un triunfo fácil a los sectores
más fóbicos y cavernarios de la opinión pública,
algo que permita balancear el mortífero empantanamiento en que está
derivando la agresión militar angloestadunidense contra Irak.
En el ámbito económico, es bien sabido que
Washington utiliza su legislación migratoria como una suerte de
válvula para regular la oferta y la demanda laborales; en momentos
de expansión económica y alto empleo, el gobierno suele aplicar
con laxitud las disposiciones administrativas contra los trabajadores extranjeros.
En cambio, en circunstancias de crecimiento del desempleo, como la actual,
el país vecino intensifica la persecución contra los migrantes.
En todos los casos, el gobierno de Estados Unidos aplica sus propias leyes
migratorias en forma convenenciera, discrecional e hipócrita.
Por último, es inevitable suponer que, de los más
de 300 arrestados ayer en sus sitios de trabajo, una buena parte, posiblemente
la mayoría, son mexicanos. La enorme redada debiera llevar a las
autoridades nacionales a emprender un operativo consular extraordinario
a fin de brindar a nuestros connacionales detenidos asistencia legal y
protección en el caso -nada remoto- de que, durante la detención,
las autoridades del país vecino hayan violado sus derechos fundamentales.
Y es obligado protestar, por supuesto, ante esta infame e injustificable
cacería humana.
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