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México D.F. Martes 21 de octubre de 2003
Miguel Pinto Parabá
Los yerros de la rebelión del altiplano
Después de activar y protagonizar una gran eclosión
social, que tuvo el trágico saldo de cerca de 70 muertos a bala
y más de 500 heridos, los trabajadores del país, en el último
Ampliado Nacional de la Central Obrera Boliviana (COB), sacaron una conclusión
principal: los obreros, campesinos, naciones oprimidas y clases medias
empobrecidas no le arrebataron el poder a la "clase dominante" porque "no
cuentan" aún con un "partido revolucionario".
La estrepitosa caída en cadena de los países
"socialistas" de Europa del este, a finales de la década de los
80, parece que fue letal para la izquierda boliviana y Latinoamericana.
Según los dirigentes de los sectores que participaron
activamente en el último levantamiento nacional, los partidos que,
hasta 1985, tuvieron una gran influencia en los movimientos sociales y
sindicales -como el Partido Comunista de Bolivia (PCB) y el Partido Obrero
Revolucionario (POR)-, a la hora de la verdad, otra vez, "no estuvieron
a la altura de los acontecimientos".
Para las organizaciones sociales que combatieron con gigantescas
manifestaciones, barricadas, dinamita, piedras y palos al régimen
de Gonzalo Sánchez de Lozada y al ejército, el Movimiento
Al Socialismo (MAS) de Evo Morales y el Movimiento Indígena Pachacuti
(MIP) de Felipe Quispe tampoco fueron "referentes nacionales" de la rebelión.
Los dirigentes de los mineros, fabriles, constructores,
maestros, campesinos, periodistas, trabajadores de salud, universitarios,
estudiantes de secundaria, gráficos, harineros, gremiales, vendedores
de mercados, artesanos, jubilados, desocupados, colonizadores, carniceros,
transportistas, juntas vecinales, profesionales, cooperativistas mineros
y agropecuarios, las centrales obreras departamentales y otras organizaciones
populares que participaron del evento nacional coincidieron en que las
direcciones partidarias y sindicales fueron "rebasadas" por la "furia"
de la población.
"Los que nos consideramos revolucionarios no nos podemos
mentir. Ningún líder ni ningún partido político
dirigió este levantamiento popular. Ni Evo (Morales) ni Felipe (Quispe)
ni nosotros encabezamos la rebelión. Este conflicto, lamentablemente,
no tuvo una dirección unitaria. Los trabajadores bolivianos, desde
abajo, fueron los que echaron a patadas del poder al asesino de Goni
(Gonzalo Sánchez de Lozada). Fueron las masas enfurecidas las que
le dieron un sopapo al imperialismo estadunidense. Nadie, individual y
partidariamente, se puede adjudicar el liderazgo de este conflicto. ¡Nadie!",
resumió, con vehemencia, el secretario Ejecutivo de la COB, Jaime
Solares, al sacar las conclusiones del Ampliado Nacional, en medio de efusivos
aplausos de los cerca de 150 dirigentes nacionales, departamentales, regionales
y delegados de base que participaron de la emotiva reunión.
Las lecciones de febrero
"A los cinco días del levantamiento popular boliviano
del 12 y 13 de febrero del 2003, que dejó el lamentable saldo de
35 muertos a bala y más de 210 heridos, los dirigentes de partidos
revolucionarios" y organizaciones gremiales confesaron que "no estuvieron
a la altura de los acontecimientos".
El domingo 16 de febrero, en Cochabamba, las organizaciones
obreras departamentales y nacionales, el "estado mayor del pueblo" y algunos
partidos de izquierda reconocieron "autocríticamente" que ninguna
de las organizaciones a su mando "coordinaron acciones para dirigir este
movimiento".
Pasaron 7 meses y el conflicto volvió a surgir
con fuerza, como un sorpresivo y voraz volcán. En un mes de ascenso
social, la coordinación nacional del inusual conflicto, a decir
de los sindicalistas, fue "muy precaria". Pero, al final, el presidente
se vio obligado a escapar y dejar la presidencia a Carlos Mesa, el 17 de
octubre.
En más de seis horas de debate, los sindicalistas
y revolucionarios -en el amplio auditorio de la Federación de Maestros
de La Paz, el sábado 18 de octubre- realizaron la "crítica
y autocrítica" de la eclosión social nacional, que dobló
en número a los muertos y heridos de febrero.
Este ampliado de la COB, aparte de realizar un "análisis
preliminar" de las luces y sombras de la rebelión social boliviana,
decretó un "repliegue táctico" de los sectores en conflicto.
Análisis desde las bases
El ampliado comenzó a las 9:45 de la mañana.
Dos temas se pusieron en el tapete de la discusión: 1) la evaluación
del conflicto y 2) el levantamiento o no de la huelga general indefinida
con bloqueo nacional de caminos.
Luego de que el máximo líder cobista, Jaime
Solares, presentara un informe verbal del conflicto y convocara a los asistentes
a oficiar un conmovedor "minuto de silencio" por los "héroes de
la guerra del gas", los dirigentes hablaron por sectores, ante un
expectante, radical e inusual número de dirigentes y delegados de
base.
A contrapelo de los denominados "analistas políticos"
que son muy requeridos por los medios de comunicación comercial,
el primero que hizo uso de la palabra, en medio de emotivos aplausos, fue
el secretario ejecutivo de la Federación de Mineros, Miguel Zuvieta:
"Ningún sindicato ni partido de izquierda se imaginó
sobre la magnitud del conflicto que se venía. No entendimos las
lecciones de febrero. La masacre de El Alto (12 de octubre) fue el detonante
que hizo estallar la guerra contra el gobierno y el imperialismo. De ahí
para adelante, el conflicto se nos escapó de las manos. Fue incontrolable.
Eso nos plantea la urgente necesidad de organizarnos de mejor manera".
Para Zuvieta, uno de los artífices de la llegada
de 5 mil mineros a la ciudad de La Paz, la insurgencia popular tampoco
tuvo un objetivo muy claro. "Con la huelga general indefinida, que duró
dos semanas, planteamos la renuncia de Goni, pero no pensamos seriamente
en lo que tenía que venir después". Este balance del dirigente
minero fue respaldado por la mayor parte de los asistentes.
"Cachorro de la burguesía"
Tras apoyar los puntos de vista de Zuvieta, el secretario
ejecutivo de la Confederación de Fabriles, Alex Gálvez, subrayó
que esa falta de "objetivos claros" fue la causa principal por la que,
ahora, "otro neoliberal" tomó el poder.
"Carlos Mesa es un cachorro de la burguesía.
Como dijo el dirigente de la Central Obrera Regional de El Alto (Juan de
la Cruz), es la misma chola (mujer originaria) con otra pollera
(falda)". Además, en el Parlamento, siguen siendo mayoría
los partidos neoliberales. ¿Esos oportunistas, qué leyes
en favor del pueblo van a aprobar? Hemos cambiado al presidente, pero sus
secuaces siguen en el poder, explicó, al recibir el efusivo respaldo
de los asistentes al ampliado.
"Cayó Goni, pero no derrotamos aún
al modelo neoliberal capitalista. Mesa no va industrializar el gas en favor
de los bolivianos. No va sacar de la crisis a los trabajadores. Por eso,
ahora, debemos organizar una dirección única. Hemos ganado
una batalla, pero aún no hemos ganado la guerra", agregó,
tras plantear que la COB debe decretar un "cuarto intermedio" en la lucha,
para reorganizar a los trabajadores y encarar organizados la "madre de
todas las batallas (la guerra del gas)".
En nombre de los trabajadores de la construcción,
Víctor Taca, aclaró que esa "dirección única"
debe tener un "contenido de clase. Carlos Mesa es representante de una
clase social y nosotros somos de otra. Por eso él (Mesa) mañana
nos va meter bala igual que Goni".
Independencia de clase
El secretario ejecutivo del magisterio urbano nacional,
Jaime Rocha, ante el pedido de algunos dirigentes de "co-gobernar" con
el nuevo gobierno para hacer "respetar los derechos de los trabajadores",
subrayó, con vehemencia, que la COB debe mantener un principio fundamental:
"la independencia de clase" ante cualquier gobierno de corte burgués.
Este planteamiento fue también ampliamente respaldado con aplausos.
Rocha, además, calificó de "gran victoria"
la "expulsión" del país de Gonzalo Sánchez de Lozada.
"Hay que entender que el ascenso de masas es un proceso. Si Mesa no respeta
los pedidos de los trabajadores, se va tener que ir igual que Goni.
Ahora debemos plantear objetivos estratégicos y revolucionarios".
A nombre de Felipe Quispe, el secretario ejecutivo de
la Federación de Trabajadores Campesinos de La Paz, Rufo Calle,
respaldó el balance de Zuvieta, Gálvez, Taca y Rocha: "Estamos
de acuerdo en todo lo que han dicho los hermanos. Para nosotros, la guerra
del gas no ha concluido. Mesa no va resolver este tema fundamental. Sólo
un gobierno nuestro va lograr la realización de este pedido del
pueblo boliviano".
Las palabras del joven líder campesino fueron interrumpidas
varias veces por los vítores de los asistentes, que de este modo
mostraron su respeto y admiración por la lucha de los campesinos
del altiplano, que mantienen un mes de bloqueo de caminos.
Calle exigió al ampliado de la COB mantener las
medidas de presión. "Nosotros no vamos a levantar el bloqueo. Mesa
tiene que solucionar todos nuestros pedidos o, caso contrario, debe irse
a Estados Unidos igual que el Gringo asesino (Gonzalo Sánchez
de Lozada)".
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