México D.F. Martes 21 de octubre de 2003
Mañana se inaugura Naturaleza exaltada
en el Museo de Arte Moderno
El 68 y el zapatismo, entre los temas de Angela Gurría
La escultora es la primera mujer que ingresó,
en 1974, a la Academia de Artes
Cerca de 80 obras expresan ''sus reacciones'' ante esos
históricos movimientos
MERRY MAC MASTERS
El arte es un destino, afirma la escultora Angela Gurría.
Nacida en una época en que las mujeres eran frenadas en el quehacer
profesional y el arte era visto como un pasatiempo, Gurría, después
de la negativa familiar a que estudiara teatro -quería ser dramaturga-,
llegó a la escultura mediante el oído.
''El arquitecto Parra hacía unas casas cerca de
la mía y usaba mucho la piedra. Al oír a los canteros, los
fui a ver laborar. Les compré un marro, un cincel y me puse a trabajar.
Luego, de allí, a estudiar", rememora.
Con más de medio siglo de trabajar la piedra, el
hierro -sus favoritos-, además de otros materiales como el bronce,
Gurría ha experimentado ale-grías como el hecho de ser la
primera mujer que ingresó, en 1974, a la Academia de Artes; también
decepciones, como el ''fracaso" del proyecto Gucadigose (palabra formada
con las dos primeras letras de los apellidos de los integrantes, Gurría,
Geles Cabrera, Juan Luis Díaz, Mathias Goeritz y Sebastián),
ya que tres de sus glorietas-obras fueron destruidas en Villahermosa, Tabasco.
Testigo de su tiempo
Angela
Gurría. Naturaleza exaltada se titula la exposición antológica
de cerca de 80 obras, organizada por el Museo de Arte Moderno (MAM), que
será inaugurada mañana a las 20 horas. La escultora ya había
exhibido en ese espacio en 1974 y 1987. Inclusive una obra suya, Río
Papaloapan, yace desde hace tiempo en el jardín del recinto.
Ahora se ha restaurado y por primera vez desde su creación
se presenta de manera completa, al incluir el panel que por largo tiempo
permaneció aparte.
Cabe mencionar que la Fundación Federico Silva
acaba de publicar el libro Angela Gurría. Escultura monumental,
con textos de Milena Koprivitza.
Entrevistada en su casa de Coyoacán, cuya construcción
se remonta a tres siglos, para Gurría la muestra presenta su ''historia"
a partir de finales de los años 50, cuando ya se consideró
profesional, porque como cualquier artista ha sido ''testigo de su tiempo".
En la exhibición, curada por Miriam Kaiser, se
incluyen las ''reacciones" de ''rabia, entusiasmo o lo que fuera" que Gurría
tuvo respecto del movimiento estudiantil del 68 y la irrupción del
zapatismo en 1994.
Su indignación se repitió: ''Vi una fotografía
en la que estaban un soldado y un simpatizante de Marcos con su
pasamontañas. Los perfiles eran idénticos. Como un hermano
contra otro hermano. Como un espejo. Nada más decía qué
les espera: la muerte. Me tenía indignada, conmovida. Pensaba en
todo lo que pudiera ser tanto para el soldado, que al fin y al cabo es
mandado en una disciplina brutal, como para el idealista que quiere cambiar
las cosas que es el indígena".
La obra resultante son dos piezas en mármol, como
jaguares, pero ''cada uno de ellos es la muerte. Al quitarles las orejas
lo que se ve es una calaca, un símbolo que he llevado al máximo
de la abstracción, bueno, eso pienso. Es la muerte que espera para
llevárselos".
Sentir el material
En sus principios, como Gurría no pudo estudiar
en la Escuela Nacional de Artes Plásticas o en La Esmeralda, se
fue al México City College. Allí encontró a Germán
Cueto, quien le enseñó a ''sentir el material y saber las
diferentes posibilidades". Además, tenía ''la presencia de
un maestro", pero ''sin meterse con el trabajo de uno".
Completó su formación con el fundidor y
escultor Abraham González y en el taller de forja de Montiel Blancas,
quien le enseñó ''hasta dónde llega la tensión
del material para que sea suave a la idea de uno". El crítico de
arte Justino Fernández se percató de su interés por
el trabajo manual. En 1965 se le presentó la oportunidad de hacer
su primera obra monumental, Familia obrera, en la Tabacalera Mexicana,
de la ciudad de México.
Ingresada a la Academia de Artes junto con Manuel Felguérez,
Gurría lamenta la falta de participación de ese organismo,
creado por decreto presidencial, en la vida cultural. Integrada por la
plana mayor de las artes, su función principal, asegura, debería
ser asesorar al Estado, pero ''nadie le pregunta nada".
Autora de la Estación No. 1 de la Ruta
de la Amistad, reconoce que ''el destino ya le llegó", porque
al parecer pasará el segundo piso por encima.
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