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México D.F. Domingo 19 de octubre de 2003

El dueto presentó un dj-set de tres horas en el Toreo de Cuatro Caminos

The Chemical Brothers bajaron del pedestal y ofrecieron scratcheos en vivo

PATRICIA PEÑALOZA ESPECIAL

Nada de escenario fastuoso, nada de luces espectaculares la noche del viernes, aunque eso sí, mucho baile. Muchos ravers ya sabían que el dúo inglés integrado por Ed Simmons y Tom Rowlands, The Chemical Brothers, ofrecerían un modesto dj-set y no un live-act (montar una secuencia específica de música propia, disparada y/o procesada con teclados y/o controladores). Pero otros despistados esperaban oír los éxitos de sus álbumes, siendo que a lo largo de las tres horas en que pincharon discos (de 1 a 4 de la madrugada) sólo hicieron sonar unas siete de sus rolas, no completas sino en trozos, mediante frases rítmicas o musicales arrancadas, listas para entretejerse entre otros muchos beats cercanos a un progressive house que en remolino llenó el Toreo de Cuatro Caminos.

Desde las seis de la tarde la capitalina banda danzarina fue ocupando el recinto gradualmente, pues nadie sabía bien a bien a qué hora ocuparían su lugar los quimicarnales. A las 11, decían unos. A las 12, otros. "Nosotros llegamos desde las cuatro y media de la tarde", dijo una pareja, que a las tres de la madrugada ya lucía cansada, pues el punchis ya llevaba sonando, mediante una serie de diyéis mexicanos invitados, desde las 19 horas. Sin embargo, el lleno no fue absoluto como en su primera visita a México (abril de 2002); a la hora de los Chemical, habría a lo más unas 3 mil personas.

El ruedo fue la pista, que no estuvo atiborrada, sino que podían verse amplios espacios vacíos, aptos para bailar a lo ancho, o para hacerle ruedita a los espontáneos malabaristas que hacen girar a su alrededor chacos fluorescentes. Playeras con corazones de luz y números brillantes; pulseras y colguijes luminosos, foquitos dentro de las bocas. Banda clasemediera que parece sentirse ya un poco harta del rave, pero que no por ello deja de rolar la tacha, o al menos hacer como que la trae: "Mira, amiga, ven, aquí traigo una bien chidaaa...", pero luego, nada. Nomás para ligar, para apantallar. O aquellos otros: "¿Y tú cuántas te metiste hoy...?" "Amiga, amiga, garantizada", y el fuerte tufo a activo desde sus bocas.

De todo en el toreo del Señor. Desde guapas niñas bien en el área VIP, de a quiñón la entrada, hasta la raza que pagó 300 varos, dividida por una valla a la mitad de la pista, no los vayan a empiojar. Otros más se brincaron a las gradas, sobre todo cerca del montículo que al frente y en lo alto, se colocó para depositar las tornamesas.

Como cualquier otro diyéi

A la una aparecieron Ed y Tom ante el griterío del público. Con 10 años de carrera, y siendo no sólo diyéis sino músicos completos y productores, el dueto se bajó del pedestal para lucirse en esa área primigenia del electrónico, la cual implica no llevar sus mezclas ya hechas, como hacen ya muchos pinchadores, sino hacer mezclas rítmicas, scratcheos, en vivo. Detrás de ellos, lucían tres enormes pantallas que proyectaban imágenes aleatorias, alucinantes, divertidas, entre ellas escenas de los mismos Chemical, más jóvenes, en algún lejano festival, así como de sus videos.

Cachitos remezclados de It began in Afrika-ka-ka... sonaron, así como extractos de Star guitar; los coros fueron enormes y unánimes con Hey boy, hey girl: "...superstar DJ! here we go!" Punchis intermitente, alentado, que conforme se treparon los estupefacientes y la noche, fueron elevándose igual de tono y ambiente, en medio de las clásicas explosiones rítmicas del DJ experimentado, que llevan al salto total del respetable, brazos en alto. De pronto se refinaron en mezcla la versión reprise de la canción Sgt. Pepper's Lonely Heart's Club Band de los Beatles, que quedó maravillosa mientras unos fans agitaban la bandera inglesa, y Rowland elevaba un acetato en sus manos, a modo de trofeo triunfal. Cerraron con una mezcla larga de Out of control, que también puso alegría en los rostros.

Para entonces, ya muchos se estaban yendo. Casi la mitad del coloso estaba vacío. La fiesta seguiría hasta el amanecer, con otros diyéis, pero ya era demasiado. Los Chemical se retiraron normalmente, como se va cualquier diyéi cuando cede su turno al siguiente compa, diciendo adiós con los brazos, y hubo leves aplausos, pues pocos se dieron cuenta. Al final, la sensación no fue la de haber ido a "ver" a unas estrellas, ni de haber oído un repertorio esperado, sino la de haber ido a un rave equis, donde de casualidad hubieran llegado a poner los discos, casi a modo improvisado, acá, de cuates, los Chemical Brothers.

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