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México D.F. Domingo 19 de octubre de 2003
El crítico catalán presentó
un libro que reúne sus conferencias en la cátedra Reyes
"Arte y comercio, tan incompatibles como el amor y
la guerra'': Subirats
Los riesgos para la cultura, los mismos que para la
existencia humana: morir asfixiada en la miseria y la mentira, sostiene
La solidaridad, verdadero sentido de la globalización
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
El arte es una eterna lucha contra los factores que nos
destruyen, entre los que se deben incluir la comercialización y
las bombas de los misiles de uranio empobrecido, expresa el filósofo
y ensayista catalán Eduardo Subirats (Barcelona, 1947), quien presentó
su libro El reino de la belleza, coeditado por el Fondo de Cultura
Económica y el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores
de Monterrey.
Este texto reúne las conferencias que ofreció
en 2002 en la cátedra Alfonso Reyes, en la que han participado -entre
otros- Giovanni Sartori, Juan Goytisolo, Sergio Pitol, Carlos Monsiváis
y Luis Villoro.
Subirats subraya en entrevista con La Jornada:
"arte y comercio no son compatibles, del mismo modo que no lo son el amor
y la guerra. El arte no es comercio. Las actividades espirituales no son
comerciales y la comercialización del arte simplemente corrompe
de una manera absurda".
El
especialista en teoría del arte, autor de La cultura como espectáculo,
reconoce que la comercialización del arte está ocurriendo,
''pero de todos modos el artista, el verdadero artista, siempre trata de
librarse de esta coerción. Toda la historia del arte en el siglo
XX puede leerse en términos de un puñado, siempre es un puñado
de artistas más idealistas, más radicales, que han tratado
de llevar el arte a aquellos límites que necesariamente escapaban
a la comercialización, la burocratización, al academicismo
o a la manipulación política mediante una forma de expresión,
de comunicación, de colores o sonidos. El arte es una eterna lucha
contra los factores que nos destruyen, entre los que hay que contar la
comercialización y las bombas de los misiles de uranio empobrecido".
Los riesgos para la cultura "son los mismos que para la
existencia humana: morir asfixiada en la miseria y la mentira", expresa
Subirats, académico de la Universidad de Nueva York, quien mantiene
su postura crítica respecto del arte, la política y la realidad
social. "Eso es lo que hacemos la mayoría de los ciudadanos dentro
de las limitaciones que tenemos en un mundo que no es libre", dice el escritor
de La linterna mágica, La ilustración insuficiente
y América o la memoria histórica.
El concepto de globalización, destaca, ''comenzó
el día que se descubrió que el mundo era un globo. Ahora
las cosas se han llevado muy lejos, tan lejos que se ha vuelto una amenaza
grande para todos. Al punto que ahora estamos en la brega contra ella o
por una definición de algo diferente a lo que los burócratas
llaman globalización. Las manifestaciones que ha habido en los meses
recientes contra la guerra son el sentido verdadero de la globalización,
es decir, la solidaridad humana más allá de fronteras, nación,
lengua, e inclusive la miseria impuesta por las burocracias militares y
políticas que dominan el mundo".
No soy pesimista, agrega, y define: "Pesimista es el que
piensa que tiene que apoderarse de todo el petróleo del mundo para
poder ser libre; ese es un pesimista, es un maligno pesimista. También
se le podría llamar un loco, pero decir que las cosas que están
mal no es ser pesimista, es intentar decir la verdad de las cosas que me
rodean".
Así, manifiesta la necesidad de mantener la tradición
que busca redefinir los conceptos economía, política y cultura,
y trabajar en ello "no es una utopía; utopía es pretender
que la humanidad sea feliz bombardeando cada día una nación
diferente, esa es una utopía. Es pensar que robando a las naciones
se va a construir la democracia, esa es la utopía en el peor de
los sentidos, esa es la vanagloria ridícula de la burocracias de
los bancos mundiales".
En este momento la humanidad no va a ninguna parte. "Estamos
en una especie de parálisis. Las grandes cuestiones del momento
son calentamiento global, la destrucción ecológica masiva,
las marchas forzadas hacia un billón de personas en el planeta muriéndose
de hambre, la corrupción política y económica a gran
escala en todos los países del mundo, los ricos y los pobres. Esos
son los grandes problemas, pero en lugar de resolverlos se ha inventado
un buen truco: decir que el gran problema son los terroristas y que armando
guerras en el planeta entero y para siempre los problemas se van a resolver.
Vivimos en este momento esta esquizofrenia".
En este caso la alternativa es la resistencia contra la
corrupción y la desinformación, tal y como ocurre en distintas
partes del mundo, México y Estados Unidos incluidos. "El futuro
inmediato, el que vamos a vivir en los próximos años está
definido: una confrontación militar entre esos fanáticos
de derecha o de izquierda, terroristas o militaristas, y el esfuerzo colectivo
de intelectuales, artistas y sociedad civil por organizarse, por defenderse
frente a esta barbarie".
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