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México D.F. Domingo 19 de octubre de 2003
Emir Sader*
"What is Bolivia?"
La pregunta la hizo Sundance Kid -pero podría haber sido George W. Bush- cuando Butch Cassidy le propuso huir a ese extraño lugar, y recibió la respuesta: "It's a country, stupid!" (Cuando el entonces presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, afirmaba que Nicaragua era la "frontera sur" de su país, cancelando la existencia de México, Guatemala, Honduras y El Salvador, se decía que a la pregunta sobre dónde quedaba aquel peligroso país, respondía: "Vaya hasta California, y doble a la izquierda")
Desde que el movimiento contra el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada comenzó, hay quien todavía debe estar buscando en el mapa dónde queda ese peligroso y extraño país. Para quien ha acompañado mínimamente la historia de Bolivia, no era difícil percibir que allí se estaba incubando una guerra civil. Antes que todo, porque Bolivia es un país explosivo, por ello escenario de grandes conflictos sociales. Aunque no lo aprendimos en la escuela, allí hubo una bellísima revolución en 1952, que nacionalizó las minas, impulsó una reforma agraria y sustituyó al ejército por milicias populares.
Después de varios otros movimientos po-pulares, asentados en la fuerza organizada de mineros y campesinos, después de un gobierno de militares ligados al narcotráfico, Bolivia fue la primera víctima de experiencias neoliberales en el mundo, idealizada por el entonces gurú de esos experimentos -Jeffrey Sachs- y puesta en práctica por Sánchez de Lozada, que liquidó la economía minera boliviana para terminar con la inflación. Se sucedieron entonces varios gobiernos que dieron continuidad a las políticas del Fondo Monetario Internacional, incluido el ex guerrillero Jaime Paz Zamora y el ex dictador militar Hugo Bánzer.
Sánchez de Lozada llegó a elegirse presidente en la luna de miel del modelo neoliberal, y retornó el año pasado a la presidencia, cuando el modelo ya estaba agotado. Estadunidense de formación y vínculos, con un acento abiertamente gringo, fue a segunda vuelta contra el líder campesino Evo Morales, del Movimiento al Socialismo (MAS). Por su origen indígena, por su popularidad, Morales tendría que haber ganado por gran mayoría, pero fue derrotado fragorosamente en el Parlamento. En esa "democracia liberal" ya es-taba incubado el fracaso de su gobierno y de su régimen político, considerado democrático pero que tenía el rostro de Sánchez de Lozada y no de Evo Morales.
La destrucción de la economía minera tuvo su venganza contra las elites que desarticularon los movimientos sindicales de las minas, en los contingentes de ex líderes sindicales que bajaron del altiplano para trabajar como campesinos, dando un carácter político al movimento cocalero. La resistencia a las políticas de fumigación de cultivos de coca del gobierno estadunidense, sin ofrecer alternativas a cambio, caracterizó al movimiento de campesinos, que también protagonizó una de las más bellas luchas del movimiento global contra el neoliberalismo: la derrota del intento de privatizar el agua.
El movimiento actual combina la fuerza acumulada por el movimiento campesino en su resistencia a la política de Estados Unidos de fumigación -en lugar de combatir el consumo en su país, de lejos el mayor mercado consumidor de drogas-, con la lucha contra la privatización del agua, que tiene en el líder indígena Felipe Quispe a su principal dirigente, y con la fuerza de la Central Obrera Boliviana y del MAS.
Este movimiento, que se inició por la eventual venta de gas boliviano a Estados Unidos vía Chile -contra la venta sin procesarlo y contra la utilización de un puerto chileno, expropiado a Bolivia en la Guerra del Pacífico de 1879-, canalizó el descontento popular que ya había explotado en el segundo semestre del año pasado y a comienzos de éste en movilizaciones violentamente reprimidas por el gobierno.
Sánchez de Lozada se sustentó en el apoyo del gobierno estadunidense y el ejército, tutelado por Estados Unidos mediante su política de fumigaciones, pero nadie daba nada por su permanencia en la presidencia en los días recientes. El movimiento opositor fue más allá, luchando contra las salidas golpistas de Sánchez de Lozada y por su renuncia, para buscar su sustitución y la convocatoria a una Asamblea Constituyente que instaure un sistema político democrático que permita a las mayorías del país asumir los destinos de Bolivia.
* Sociólogo brasileño y doctor en Ciencias Políticas, especialista en temas latinoamericanos y uno de los organizadores del Foro Mundial de Porto Alegre.
Traducción: Alejandra Dupuy
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