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México D.F. Sábado 11 de octubre de 2003
¿LA FIESTA EN PAZ?
Leonardo Páez
Bravura, esa incomodidad
AUNQUE EN GENERAL resulta un acto de masoquismo,
en determinadas ocasiones vale la pena asomarse al nirvana de la crítica
taurina especializada -sobre todo en llevar la fiesta en paz- y constatar
los niveles de desorientación que mantiene, antes que para perjudicar
a sus lectores, para beneficiarse a sí misma.
ASI,
CUANDO A la arena salta no un toro bravo, sino varios, como en el caso
del encastado encierro de San Francisco de Asís, deficientemente
lidiado el domingo anterior en la Plaza México, estos críticos
de todas las edades, constructivos, conciliadores, respetuosos, amables
y auténticos, no encuentran otra salida que descalificar lo que
no se ciña al superficial concepto de bravura propiciado, paradójicamente,
por su sistemática docilidad para juzgar.
PELIGROSOS, COMPLICADOS, VENCIENDOSE con genio,
fueron algunos de los calificativos que estos críticos impusieron
a cuatro bravos novillos del citado hierro, evidenciando, más que
su parcialidad, la creciente frivolidad que acusan hace años los
taurinos, es decir, los directamente beneficiados de la mediocridad que
envuelve al espectáculo de los toros en México.
SI UN TORO que se supone bravo no es peligroso,
entonces no es bravo, por lo que considerar como defecto su peligro constituye
una tontería monumental. Si un toro que se supone bravo no presenta,
además, las dificultades que entraña la bravura en las reses
de lidia, se identifica la facilidad como cualidad. Si un toro que se supone
bravo se vence, se acuesta o se inclina hacia el lado por donde se le está
toreando, es reflejo de que el torero carece, por lo menos, de colocación
precisa y de mando suficiente.
GENIO ES LA característica de un astado
esencialmente manso, que se defiende con embestidas ásperas e inciertas.
Esos cuatro novillos de San Francisco de Asís, apenas aprovechados
por los alternantes, no tuvieron genio, ya que en cuanto los muchachos
atinaban a templarlos en un muletazo, las reses metían la cabeza
con claridad, humillando y repitiendo la embestida con emotividad, exhibiendo
tanto su bravura y buen estilo como la falta de técnica y de sitio
de sus lidiadores. Por ello, aunque la gente salga hablando de ella, la
bravura es cada día más evitada.
EN DESCARGO DE los alternantes, esforzados y valentones,
con un heroísmo infructuoso y unas ansias inversamente proporcionales
a sus recursos para la lidia, al grado de recibir dos de ellos una cornada
y el tercero sendos revolcones, hay que decir que los toreros se hacen
toreando y que en países con poca lucidez también en lo taurino,
los falsos promotores improvisan carteles con jóvenes sin experiencia
y sin un mínimo de fechas en plazas importantes, no sólo
acumuladas, sino con un nivel de rendimiento sostenido.
POR ELLO PREOCUPA que el emprezafio de la plazota
anuncie para el segundo viernes taurino un cartel con tres novilleras,
primero en la historia del coso, pues este año la española
Raquel Sánchez ha toreado sólo tres novilladas y 11 festivales,
mientras las morelianas Marbella Romero, siete novilladas, e Hilda Tenorio
46 becerradas.
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