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México D.F. Martes 7 de octubre de 2003
"Algunos se cuelgan de la efervescencia, pero tienen poco que decir", expresa
El compromiso de los trovadores, sólo con los sentimientos: Mendoza
Cosas raras será su próximo disco, "en el que reúno mis canciones de amor", explica
La radio es importante, señala, pero "la repetición grosera" va en detrimento de la obra
ARTURO CRUZ BARCENAS
Rafael Mendoza es un compositor urbano; nació en el Distrito Federal. "Aquí vivo y aquí quisiera dar mi último respiro. Mientras eso pasa, canto". Así, con esa disposición ante sí y el mundo se define, sin más, como un trovador, lo que entiende "como un tipo dedicado a la canción, que tiene múltiples posibilidades, en la mayoría de los casos solitario. Esto da una libertad absoluta y puedo interpretar lo que quiera. El roquero está condenado a cantar rock todo el tiempo, y el salsero, son".
Se ufana: "Puedo hacer ranchero, blues, bolero, etcétera". Este etcétera lo suelta con cierto orgullo. Al trabajar con el público, el trovador logra una relación de amor y amistad. "Tenemos mucha libertad porque trabajamos solitos, tan sólo comprometidos con nuestros sentimientos y capacidades."
Deambula en los espacios que hay para creadores como él. A veces en Los Intimos, otras ocasiones en El Café de Nadie. Avanza la noche en el Café Corazón, otro de los sitios ad-hoc para la bohemia y ese canto libre, chévere, jacarandoso, emotivo, amoroso, chido, padre, suave, para gritar šquiero!
En el Café Corazón no hay ataques cardiacos, aunque sí asaltos amorosos. El respetable, entre bocadillos y cerveza o vino, escuchó esa noche los temas de Mendoza, como Una gota de sangre, en la que dice que "no se cansa el corazón de vivir y estremecerse. Amenazan sus latidos reventar. Anda loco por ahí, por las ganas acosado. Es cautivo de la vida y la razón".
Considera que hay una efervescencia en el medio por los trovadores, en disqueras y algunas estaciones de radio. "Creo que está revitalizado; a ciencia cierta no sé por qué, pero imagino que se debe a que los asuntos masivos son cada vez menos soportables, y en un mundo así este tipo de presentaciones son algo que se agradece."
No obstante, añadió, en entrevista al final de su concierto, que tal efervescencia ocasiona que haya algunas canciones buenas, pero muchas malas. "Una canción es algo complejo; yo digo que es un instante emocional. La reunión de la palabra y la música es indisoluble, pero ese resurgimiento ha abierto la puerta a temas de mala factura, poco cuidados en términos musicales."
Alejado de la idea del show
Expuso que él está muy alejado de la idea del show, "quizá porque no me gusta o porque no sé, pero no es mi pretensión. He tocado en el Zócalo y es posible lograr la comunicación. Hay gente que va a un acto masivo para el reventón, pero hay quienes van para, digamos, la comunión, el encuentro, la coincidencia. Eso es riquísimo".
-ƑUn trovador es como un sicólogo, que entiende el alma?
-Lo que ocurre es que cuando uno cuenta lo que pasa de manera honesta, sincera, con mucha frecuencia los otros están pensando lo mismo, o han sentido lo mismo.
-ƑPara ti, cantar es como una terapia?
-A lo largo del camino me he hallado con gente que me dice que con una canción mía enamoró a su mujer, o ésta a su marido, o a su pareja, o se han reconciliado. En esa medida a lo mejor sí es una terapia.
A veces da serenata, sobre todo con los amigos, pero no lo hace como trabajo. "Le rompemos el sueño a la que está durmiendo. Quien recibe una serenata sabe que es una cosa emocionante. Un trovador habla de cosas ordinarias, pero esenciales para todos. La canción es un trabajo complicado, pero saber hallar la palabra precisa y la forma más adecuada de interpretarla, es como encontrar un pepita de oro.
"Es terrible en lo literal y en lo melódico. A veces te hallas la canción y te encuentras con un giro melódico que ya ha sido dicho, pero si la canción me gusta, se queda. Huir del lugar común es una responsabilidad. Aspiro a que la gente haga suyas mis composiciones."
-ƑCuántos lugares hay para que trabajen ustedes, los trovadores?
-Muchos menos de los que yo deseo. Hay muchos, pero pequeñitos. La gente busca oír ideas y cuando tienes un micrófono tienes una responsabilidad. Hay algunas personas que se cuelgan de la efervescencia de la trova, pero tienen poco que decir. La gente quiere cosas bien hechas.
Añadió que para difundir la música la radio es importante, pero tiene el defecto de que la pervierte. "La reiteración grosera de la música viene a trabajar en detrimento de la misma obra. Tengo tres discos, dos en Pentagrama, uno llamado Mendoza y Macondo, el segundo ƑQué me pasa?, el otro se titula Fin de siglo. El que viene se llamará Cosas raras, en el que reúno mis canciones de amor, en el que hay un swing, rancheras y boleros."
"El tiempo nos mueve"
Le preocupa el tiempo, no la fama. "El tiempo nos mueve, nos cambia, nos juega, nos reconcilia, nos hace hacer amigos de nosotros mismos. Hay artistas que ya han grabado mis temas, como Betsy Pecanins, Oscar Chávez, El Negro Ojeda, Eugenia León. Ya llevo años en esto; comencé en 1987; ya llovió (nació en 1960)."
Consideró que en México hay muy buenos trovadores, pero no puede definirse como un movimiento. "Yo trabajo mucho con David Haro, con él y otros hacemos lo que llamamos las pandillas y, a veces, nos juntamos con otras pandillas." Puro pandillero bohemio.
Ya vive de la cantada y en octubre saldrá su nuevo disco, en Ediciones Pentagrama. Tiene compuestas unas 150 canciones, material para otros cidís, "pero hay cosas que no grabaría. Tengo la fortuna de decir lo que creo, pienso, siento. Eso me da la canción, este oficio".
Rafael Mendoza se presenta cada jueves en La Bohemia, acompañado por David Haro y Marcial Alejandro, en Los Intimos, ubicado en Querétaro 244, colonia Roma, teléfono 5264-2390. A veces solo, pero es posible oír algún palomazo de quienes hacen suya la bohemia y la trova.
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