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México D.F. Sábado 4 de octubre de 2003

James Petras

La política comercial de EU después de Cancún

No hay duda de que la conferencia de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en Cancún fue una derrota para Estados Unidos (EU) y la Unión Europea (UE) en su afán por imponer reglas que favorezcan a sus productores y exportadores domésticos, en particular en los sectores agrícolas. La movilización internacional de campesinos, trabajadores y organizaciones no gubernamentales de índole progresista demostró el poder de la lucha extraparlamentaria y de la solidaridad internacional. El Grupo de los 21 -que comprende a China, Brasil, India, Sudáfrica y otros países- demostró la capacidad de las naciones del tercer mundo para hacer a un lado, al menos temporalmente, sus diferencias y oponerse a las imposiciones de las potencias imperiales.

La crisis de la OMC, la pérdida de su lugar privilegiado en el centro de las regulaciones del comercio mundial y de la toma de decisiones, plantea preguntas fundamentales a las cuales es esencial responder si la victoria de las fuerzas progresistas en Cancún ha de tener impacto duradero. Estas preguntas pueden agruparse en varios temas:

1) ƑCuál es la naturaleza de los acuerdos comerciales que buscan las potencias imperiales (EU, la UE y Japón) y los países del tercer mundo?

2) ƑLa reunión de Cancún se refería estrictamente a acuerdos "comerciales", o pretendía abarcar temas de inversiones, licencias, pagos de regalías, patentes y todo el entramado de relaciones que tiene que ver con una "política industrial" de mayor amplitud?

3) ƑCómo se explica la intransigencia de EU y la UE en propugnar políticas comerciales unilaterales, sin reciprocidad, que claramente benefician sólo los intereses agrícolas de sus respectivos países a expensas del tercer mundo, en particular de las naciones más pobres de Africa?

4) ƑQué políticas y estrategias adoptarán los estrategas comerciales de EU y la UE como resultado del fiasco de Cancún?

5) ƑCuáles son las implicaciones de la derrota estadunidense en Cancún para el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), programada para 2005?

Objetivos de EU y la UE en Cancún

La agenda de EU y la UE no tenía nada que ver con la liberalización del comercio mundial. Todos los principales medios masivos y periódicos financieros del mundo angloestadunidense (Wall Street Journal, Financial Times, The New York Times, The London Times) aseguraron que los intentos de la UE y EU por liberalizar el comercio mundial fueron bloqueados por la intransigencia y la agria retórica del tercer mundo.

Al culpar al tercer mundo, los funcionarios estadunidenses y europeos y los medios masivos olvidaron mencionar que fueron los subsidios agrícolas de los estados imperialistas, que suman 300 mil millones de dólares, los que impidieron la liberalización comercial. Al contrario de las aseveraciones de Pascal Lamy, negociador comercial de la UE, y Robert Zoellick, representante comercial de EU, el mayor obstáculo a la liberalización del comercio mundial fue la insistencia de ambos en proteger a sus no competitivos granjeros y sus exportaciones subsidiadas. Su liberalismo era muy selectivo, dirigido a reducir las barreras al comercio y eliminar subsidios en el tercer mundo.

El caso más egregio es el subsidio estadunidense de 3 mil 300 millones de dólares a 25 mil productores algodoneros, que les permite ser el mayor exportador mundial pese a sus costos de producción, mayores que los de 10 millones de productores africanos. Los africanos pierden cada año mil millones de dólares en ingresos por exportaciones porque las ventas de algodón subsidiado de EU han monopolizado los mercados y reducido los precios en 50 por ciento entre 1997 y 2002 (Financial Times, 9/11/2003, p. 7). Los subsidios estatales, la protección de los productores domésticos y la liberalización de los mercados del tercer mundo para dominar el comercio no describen un sistema comercial liberal. Por el contrario: estas medidas se aproximan al sistema mercantil imperial que prevalecía antes del siglo xix y que provocó las revoluciones de independencia conducidas por fuerzas liberales en Norte y Sudamérica a finales del siglo xviii y principios del xix.

Más allá de las políticas comerciales

En forma deliberada o no, los funcionarios y reporteros de EU y la UE confundieron dos temas distintos pero relacionados entre sí: las reglas comerciales, por un lado, y las inversiones, licencias y adquisiciones gubernamentales por el otro. Una vez más ambas potencias buscaron imponer restricciones estatales (y un precio) a la libre circulación de ideas, tecnología y patentes, estableciendo controles monopólicos por medio de los TRIPS y otros monopolios protegidos por el Estado en los países imperiales. La política comercial se refiere a las reglas que gobiernan el intercambio de bienes y servicios, en este caso entre naciones. Las políticas de inversión se relacionan con los flujos del capital hacia el interior y el exterior de una nación, que afectan propiedad, producción, ingreso, ganancias, utilidades del comercio exterior y balanza de pagos. La estrategia de EU y la UE fue liberalizar las políticas de inversión del tercer mundo y abrir sus sectores estratégicos al apropiamiento extranjero mientras persistían en proteger varios cientos de industrias locales no competitivas en ambas potencias. Buscaban esa misma política de liberalización selectiva en relación con los "servicios": abrir la banca, la salud y la educación a la dominación extranjera, sabiendo perfectamente que los países del tercer mundo carecen de recursos para emprender una acción recíproca, como sería adueñarse de bancos y empresas de salud y educación en EU y la UE. Tácticamente, ambas potencias estaban en una posición más fuerte para abogar por la "liberalización global" en las inversiones y en la propiedad intelectual que en la agricultura, y por tanto buscaban saltarse temporalmente el estancamiento en las negociaciones agrícolas para obtener un "consenso" sobre inversiones y TRIPS, que para ellos hubiera sido un resultado lucrativo.

El problema fue que el Grupo de los 21 buscaba asegurar concesiones para sus agroexportadores antes de negociar un acuerdo global sobre inversiones y TRIPS. En vista de la negativa de EU y la UE a poner fin a sus políticas agrícolas estatistas, no hubo debate significativo sobre temas más amplios, como la posibilidad de que muchas naciones de América Latina y Asia desarrollen un sector industrial endógeno en un mundo globalmente liberalizado, dominado por bienes de baja calidad fabricados por empresas trasnacionales en países de bajo costo de producción, como China.

Intransigencia de EU y la UE

Como porcentaje del producto interno bruto y la población económicamente activa, la agricultura representa una pequeña proporción de las ganancias y el empleo en EU y la UE. Sin embargo, los representantes comerciales hicieron una poderosa presentación en defensa de sus productores agrícolas, negando cualquier concesión significativa y violando la ideología misma del libre comercio sobre la cual descansa su imperio económico. Las razones son políticas y económicas. Las exportaciones agrícolas generan comercio internacional y reducen el déficit comercial estadunidense. The New York Times (16 de septiembre, 2003, p. 6) señaló que las naciones en desarrollo en la OMC abandonaron la reunión "convencidas de que era inútil esperar cualquier negociación realista con los americanos (sic) este año en cuanto a subsidios agrícolas". El "compromiso" que apoyaba Zoellick, el representante comercial estadunidense, dejaba intacto todo el programa de subvenciones agrícolas, inclusive el subsidio a los algodoneros estadunidenses que empobrece a los campesinos de Africa.

Las grandes empresas agroindustriales estadunidenses estaban extasiadas de que Zoellick protegiera el incremento de 40 mil millones de dólares en subsidios agrícolas aprobado por el Congreso en 2002. Los numerosos estados de EU controlados por la elite agroempresarial votaron en forma abrumadora en favor de Bush en 2000 y le dieron la mayor parte de los sufragios que obtuvo. Las corporaciones agroempresariales hicieron contribuciones por 53 millones de dólares a candidatos políticos en 2002, de las cuales 72 por ciento fueron al Partido Republicano. Robert Stallman, dirigente de la Oficina Agrícola Estadunidense, dominada por las agroempresas, elogió a Zoellick por su "excelente labor". Desde el punto de vista del representante comercial, no lograr un acuerdo en la OMC fue mejor que obtener uno que obligara a Washington a reducir sus multimillonarios subsidios agrícolas.

El imperio estadunidense en los regímenes de Bush y de su predecesor, William Clinton, está basado en la expansión de las inversiones de las corporaciones trasnacionales en el extranjero y en el control de la producción y los mercados; el poder político de las agroempresas es necesario para neutralizar la oposición de los gobiernos de las grandes ciudades, las minorías y los trabajadores organizados. Poner fin a los subsidios, a los aranceles y a las cuotas agrícolas socavaría una base esencial de apoyo político a las impopulares políticas imperialistas que involucran la exportación de capital y la pérdida de empleos manufactureros. De manera similar, en la Unión Europea los subsidios agrícolas sirven para garantizar apoyo político de los granjeros, lo cual permite a los regímenes europeos promover la expansión hacia el exterior mediante las corporaciones trasnacionales, y reducir los pagos sociales a los trabajadores. Dada la importancia política estratégica del poder electoral de las agroempresas, no es sorprendente que EU y la UE hayan rehusado cualquier concesión a los subsidios a la exportación al tercer mundo.

Estrategia de EU después de Cancún

EU y la UE continuarán impulsando sus políticas mercantilistas, pese a su derrota en asegurar un acuerdo global en Cancún. La táctica escogida, ya delineada por Zoellick, consiste en procurar acuerdos bileterales, en los cuales las potencias imperiales emplearán todas sus ventajas financieras, políticas y económicas para asegurar en el ámbito nacional lo que no lograron en el internacional. La estrategia comercial estadunidense es similar a la que adoptó el gobierno de Bush cuando rechazó la Corte Penal Internacional: procuró y logró acuerdos bilaterales para garantizar a militares y civiles de su país inmunidad e impunidad de acusaciones de crímenes contra la humanidad. El principal resultado, como indica Le Monde (16 de septiembre, 2003), será un giro hacia las "zonas de libre comercio", lo cual significa en esencia que Estados Unidos hará un gran esfuerzo para asegurarse un acuerdo regional con América Latina -el ALCA-, así como acuerdos bilaterales con regímenes clientes de la región. Según el New York Times (15 de septiembre, 2003), "Zoellick dijo que se movería hacia acuerdos de libre comercio con naciones o regiones individuales, e hizo notar que tenía una larga lista de países que desean negociar con Estados Unidos".

A la cabeza de la lista de Zoellick de "sujetos dispuestos" está México, cuya "propuesta de acuerdo" en la reunión de la OMC enfureció a representantes tercermundistas porque no concedía casi nada a naciones perjudicadas por los enormes subsidios agrícolas estadunidenses y europeos. Un día después de la reunión de la ONU, el ministro de Comercio de Ecuador, Juez de Baki, quien formalmente se adhirió a la declaración del G-21, anunció que, dadas las escasas probabilidades de un acuerdo comercial global o regional, "Ecuador debe optar por negociaciones comerciales bilaterales con Estados Unidos". Ecuador, cuyo presidente, Lucio Gutiérrez, se prepara a privatizar la industria petrolera y eléctrica, ofrece un buen ejemplo de algunas de las debilidades de la coalición del tercer mundo en la OMC.

Los expertos comerciales de Washington, si bien fueron tomados por sorpresa por el G-21 en Cancún, alegan ahora que los divergentes intereses de esa coalición la convierten en una empresa frágil. Citan las masivas exportaciones manufactureras de China y su dependencia del mercado estadunidense como razones por las cuales aquel país se abstendrá de permanecer unido a un bloque tercermundista.

Un examen más cercano a las demandas e intereses de los principales miembros del G-21 sugiere que en realidad existen significativas diferencias. Brasil y Argentina desean reducir las barreras tarifarias a sus bienes agrícolas; México, India y China tienen cientos de millones de campesinos en peligro de extinción ante las exportaciones agrícolas subsidiadas por Estados Unidos. En otras palabras, los agroexportadores quieren que EU liberalice sus reglas comerciales, en tanto los países de pequeños productores quieren que ponga fin a sus subsidios a la exportación y así poder proteger a sus pequeños productores. Lo que mantiene unida esta frágil coalición es la poca disposición estadunidense a liberalizar sus políticas de importación o a moderar sus demandas de mercados abiertos en el tercer mundo.

Las posibilidades de que Washington elabore una estrategia flexible de dividir y vencer en el tercer mundo están limitadas por su determinación de proteger a sus granjeros no competitivos en el mercado doméstico, así como por su promoción de sus agroempresas exportadoras. Esto significa que los regímenes del tercer mundo tendrán que sacrificar tanto sus mercados internos como los de exportación, lo cual los hará perder un importante apoyo político entre un amplio abanico de clases sociales en el sector agrícola. La posición negociadora de los representantes comerciales estadunidenses se complica aún más por los ataques del presidente Clinton y el Congreso al tipo chino de cambio y a sus excedentes de exportaciones manufactureras. El secretario de Comercio, Donald Evans, conforma un "equipo de detección de prácticas comerciales injustas que investigue las evidencias de prácticas anticompetitivas como el dumping ilegal y los subsidios", enfocado sobre todo a China (Wall Street Journal, 15 de septiembre, 2003, p. 2). Esta es una medida proteccionista muy ligeramente velada, diseñada para defender el segmento del mercado interno que ocupan los no competitivos manufactureros estadunidenses, y es probable que provoque resistencia de las trasnacionales de EU establecidas en China, las cuales generan 50 por ciento de las exportaciones del país asiático a su propia nación de origen. Gigantescos emporios comerciales como Wal-Mart importan 10 mil millones de dólares en mercancía china cada año.

Conclusión: Cancún y el ALCA

Es un error mirar sólo a la política comercial, o incluso a la política comercial agrícola, por importantes que sean en la estrategia global de construcción del imperio estadunidense. El Gran Panorama para los estrategas económicos de Washington comprende crear espacios privilegiados a sus inversionistas, dar control financiero a sus bancos, abrir mercados a sus manufactureros y monopolizar el dominio sobre los recursos petroleros y energéticos del planeta. El comercio es una forma de construir un imperio económico. Pero, dado el disparejo desarrollo de los sectores económicos del país, y la interrelación que tiene la construcción del imperio económico con el apoyo político de sectores económicos rezagados, Washington tendrá una tarea difícil en el entorno global.

El gobierno de EU se enfocará en los acuerdos comerciales regionales con América Latina como primer objetivo de su imperialismo mercantil (protección en casa, liberalismo en el exterior), por medio del ALCA. Puede esperar que obtendrá las firmas de México, Colombia, Ecuador, América Central, el Caribe, Chile, Perú y Uruguay. Venezuela y Cuba están en la oposición. Queda Brasil. Un tratado con Lula no es imposible, dado que su gobierno ha abrazado las políticas del Fondo Monetario Internacional y la práctica neoliberal. Sin embargo, Lula necesita obtener de Estados Unidos concesiones para las elites agroexportadoras brasileñas a cambio de acceder a abrir su mercado a las exportaciones agrícolas subsidiadas estadunidenses. Puesto que está dispuesto a sacrificar a los pequeños productores y a los trabajadores Sin Tierra atemperando la reforma agraria, es esencial para su estrategia de desarrollo liberal y exportador garantizar mayor acceso de jugo de naranja, frijol soya y otros bienes primarios de exportación al mercado estadunidense. Son requisitos muy modestos en circunstancias normales; sin embargo, las concesiones comerciales estadunidenses en cítricos y soya son dudosas: Jeb Bush, hermano del presidente y gobernador de Florida, voló a Washington para insistir en retener las cuotas sobre los cítricos para proteger a los naranjeros no competitivos estadunidenses, y recordó al Ejecutivo la importancia que tuvo su estado en la victoria presidencial de 2000.

Los constructores del imperio no son moderados, afectos al intercambio recíproco: lo quieren todo. El ALCA es una estrategia para imponer un tratado desigual de comercio e inversión, que considera convertir a América Latina (Brasil incluido) en una región exportadora de bienes primarios, para asegurar en la escala regional lo que no pudieron asegurar en Cancún a escala global. Lo que hace más patética esta situación es que Brasil, como país líder en cuanto a dar prioridad a los temas de comercio agrícola, ha fracasado en desarrollar una política industrial nacional. Así pues, en el mejor de los casos Lula se asegurará un lugar en el ALCA como líder exportador de bienes primarios.

Con todo, la transición estadunidense hacia los "acuerdos comerciales regionales y bilaterales" tendrá que enfrentarse a la masiva oposición popular en los ámbitos regionales y nacionales. Es probable que haya dos, tres, muchos Cancunes.

Traducción: Jorge Anaya

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