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México D.F. Jueves 2 de octubre de 2003
La obra plasmaba el sueño, la posición
ideológica y la masacre de Tlatelolco
Pide Roberto Rodríguez apoyo para rehacer su
mural 2 de octubre, primero sobre el 68
A 35 años de la masacre de estudiantes en la Plaza
de Tlatelolco, el maestro muralista mexicano Roberto Rodríguez Navarro
hace un llamado a todos los niveles de gobierno y de la iniciativa privada
para rehacer su obra titulada 2 de octubre, primer mural que se
pintó sobre los hechos de 68 y cuyas imágenes sólo
perviven mediante el testimonio de la fotografía y el periodístico.
"Pido apoyo del gobierno, del color que sea, para que
no desprecie a los muralistas y sus obras, sobre todo porque es una de
las disciplinas en las que destaca el país", dice Roberto Rodríguez
Navarro, quien radica en Cuernavaca, y agrega que ha padecido el desdén
artístico de los gobiernos panistas del estado y del municipio;
el que fuera titular de este último (Raúl Hernández
Avila), "a un mes de concluir su administración, todavía
mantiene su posición de cerrazón cultural".
Egresado
de la Escuela Nacional de Pintura y Artes Plásticas La Esmeralda,
cuyo histórico mural 2 de octubre, desapareció junto
con el auditorio Pablo Alvarado Barrera, que albergó la Preparatoria
Popular de la calle Liverpool 66, explica que la obra se plasmó
en 15 metros de largo por 3.50 de alto y fue una composición realizada
en tres partes: la inconformidad social, o la presencia del sueño;
el Che Cristo, o la posición ideológica, y la masacre
de Tlatelolco, o la realidad.
No comprendió la petición de Heberto
Castillo
En torno de las imágenes de la parte con la que
concluía el mural, refiere que sostuvo un acalorado debate con el
activista Heberto Castillo, quien pedía otra opción como
final: "Algo así como plasmar la continuidad de la lucha, pero en
ese entonces no lo comprendí y me limité a pintar un testimonio
de lo que pasó el 2 de octubre de 1968.
"A lo largo de tres años tuve que sortear, con
entonces 23 primaveras, amenazas, saboteos y boicoteos, durante la realización
del mural 2 de octubre", recuerda Rodríguez Navarro, quien
ahora busca apoyo económico para rehacer la obra, parte importante
del testimonio de la historia de México, y con ello, matiza, inculcar
entre las nuevas generaciones la idea de que no se repitan las masacres
de personas que sólo defienden sus ideas.
"La experiencia inédita del muralismo me atrajo,
porque comencé a sentir que las grandes dimensiones son para mí;
desde entonces a la fecha he realizado una veintena de murales importantes,
como el de la Casa Museo del General Emiliano Zapata, en Anenecuilco; el
de 450 metros cuadrados en la alameda de Cuernavaca, en el que se detalla
la historia del estado de Morelos, y el único en instalaciones de
la Secretaría de la Defensa Nacional, en la Fábrica de Vestuario
y Equipo", detalla.
Las gráficas y recortes que sobreviven con las
que da cuenta de que sí existió su obra 2 de octubre,
refieren un mensaje claro: "Abuso de los colores rojo, porque es símbolo
de lucha, y negro, porque es emblema de luto".
Para disipar dudas de que su obra sí fue la primicia
pictórica sobre el movimiento estudiantil, el maestro guerrerense
relata que antes ya se habían pintado obras en la Universidad Nacional,
pero eran caras grandes o una especie de carteles con dos o tres figuras
nada más, nada que integrara el concepto del muralismo: composición
y cronología.
Lucha por los ideales
"En los aciagos años 60, los estudiantes y trabajadores
que participábamos en el movimiento sólo éramos gente
joven e inquieta, que no estaba de acuerdo con el sistema político
y social que se vivía, aunque, acá entre nos, no ha cambiado
mucho", comenta.
Sobre la situación del muralismo en México,
expresa: "El panorama de los muralistas mexicanos que emplean técnicas
de los clásicos del país está desapareciendo. Los
nuevos valores artísticos no aprovechan la perspectiva, la figura
humana, el retrato y las secciones de oro o composición, para hacer
una poesía de imágenes con estructura y ritmo que propicien
el agrado visual".
El ejemplo a seguir, precisa, está en los otrora
jóvenes que ahora lindan o pasan los 60 años y que se han
convertido en los maestros más representativos del género:
Raúl Anguiano, Desiderio Hernández y José Chávez
Morado; quedan pocos.
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