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México D.F. Domingo 28 de septiembre de 2003
ANDANZAS
Colombia Moya
Indonesia y México
MAS ALLA DE la danza, México e Indonesia festejaron en el Teatro de la Danza del Centro Cultural del Bosque 50 años de amistad, porque hace media centuria se iniciaron las relaciones diplomáticas entre ambos países, sin tener ningún tropiezo desde entonces y llegando a establecer conmovedores lazos amistosos, claramente demostrados en este festejo realizado el 24 de septiembre.
LUEGO DE HACER las presentaciones de rigor a cargo de funcionarios de la embajada de Indonesia, de la Secretaría de Relaciones Exteriores, de la Coordinación de Danza del Instituto Nacional de Bellas Artes y de los directores de los respectivos grupos de música y danza de ambos países, los cuales fueron muy bien recibidos por el público que llenaba el acalorado Teatro de la Danza, se dio inicio a la función consistente en la continua alternancia de música y bailes de Indonesia y México, respectivamente, lo cual por su colorido y riqueza étnica estableció fuerte énfasis en la infatigable y poderosa expresión autóctona de los pueblos, a pesar de las inclementes versiones y adaptaciones de la danza y la vestimenta que ya desde hace años ha sentado sus reales en la mayoría de la danza folclórica escénica, representada por innumerables grupos y compañías de todo el mundo.
LA COMPAÑIA DE danza y música de Indonesia Burat Wangi inició el programa con su orquesta Gamelan, de fascinantes sonidos, dirigida por el maestro Nyoman Wenten, de impresionante currículum y mayor cultura, pues se desenvuelve tanto en la danza como en la música en las más altas esferas de Europa, Asia y Estados Unidos, en donde ha obtenido doctorados en filosofía y etnomusicología en las universidades de Los Angeles y el Instituto de Artes de California, y quien lleno de entusiasmo terminó bailando un jarabe tapatío vestido de charro con una bailarina del grupo de la maestra Nieves Paniagua al final del programa, acto que arrebató al público.
TAMBIEN NANIK WENTEN y Wimpoprasetyo, bailarina y músico de igual solidez y seriedad en sus estudios y actividades, compartieron con el grupo Majapahit de danza clásica de aquel país, bajo la dirección de Carolina Malgarejo, dedicada a estos menesteres hace ya varios años, dieron cuerpo y vida a la cristalización, con la Compañía Nacional de Danza Folclórica (CNDF), de Nieves Paniagua, de esta amistad y las extrañas similitudes del imaginario popular en donde se podía percibir lentejuelas, en mi opinión innecesarios para destacar por sí sola la valía, las danzas y el vestuario original.
ASI, CON GANGSARAN Aztec, el conjunto de música Gamelan compuso esta obra en honor al antiguo reino azteca, con sus tambores, campañas y aquellas extrañas marimbas de corta longitud que producen tan peculiar y hechizante sonido, todos sentados en el suelo ataviados con sus ropas tradicionales, lo cual de inmediato ganó la simpatía y atención del público, en el que se encontraban distinguidas personalidades del cuerpo diplomático fortaleciendo relaciones por medio del arte y la cultura, que a todos encantó.
LA DANZA GABOR, de la isla de Balí, con sus relucientes adornos y extrañas actitudes, clásico de este tipo de baile, mostraron otra faceta de la danza donde los ojos y el rostro también han de entrenarse para expresar el milenario lenguaje de mitos, historias y múltiples significados en cualquiera posición o modulación de brazos, manos y piernas. De inmediato, la CNDF respondió con una danza azteca harto conocida donde pudimos apreciar quema de piel y piernas en un alarde ritual, casi circense donde el šoh! de la gente reflejaba su preocupación por la chamusquina de los vellos de la pierna del valiente y entregado bailarín, mientras, en ritmo frenético y circular formación, el grupo llegaba al éxtasis vertiginoso de giros, vueltas y ruido de sonajas en medio de plumas, capas y atuendos siempre brillantes, casi enceguecedores, de esta peculiar danza azteca de doña Nieves Paniagua, una de las más reconocidas profesionales de la danza folclórica mexicana, aquí y allende nuestras extensas fronteras, así como importante impulsora de la idea de los festejos México-Indonesia, con su Compañía Nacional de Danza Folklórica de México.
IMPECABLES RESULTARON LAS danzas de quetzales y curpites de la maestra Nieves, a quien a pesar de los años, que ya hacen estragos en nuestros cuerpos y rostros, no puedo olvidar con su sonrisa generosa y aquella naricilla respingada de eterno aire juvenil bailando Tierra, de la inolvidable Elena Noriega, mientras Beatriz Flores y yo hacíamos la Danza de los maíces, cuando la danza mexicana que se hacía en el ballet contemporáneo de Bellas Artes buscaba, en algunos coreógrafos, la ruta de nuestra sangre, nuestras raíces, e intentaba plasmar el rostro campesino de México como parte de un sello propio que pronto fue avasallado por la pasión y la ignorancia, y suplantada por las rosadas puntas del ballet aquella compañía, cuya sede oficial era Bellas Artes, la máxima casa del arte en este país.
LA DANZA DE los Huahuas de Puebla, con todo y cruceta giratoria, fue otra valiosa puesta en escena del grupo de Nieves, cuyo esfuerzo afortunadamente ha recibido la compensación y el sello oficial, segura por mi parte de que es esta línea, la más sobria y auténtica, la que mejores frutos ofrecerá siempre a quien la abrace, pues no se necesita ponerle nada más. De este modo, el fin de fiesta, como número especial, mostró el esfuerzo de los artistas indonesios y mexicanos al aprender mutuamente el baile del otro como muestra de amistad e intercambio absolutamente pacífico y voluntario, y que el público recibió halagado y jubiloso, pues habíamos encontrado todos la intangible emoción y fuerza del calor humano, y el bienestar prolífico de la amistad.
MARAVILLOSA NOCHE, PUES, esta celebración de amistad México-Indonesia, que ojalá se viera con otros países amigos de México, ya que ayuda a desterrar los malos pensamientos y deseos de lucha y conquista que amargamente invaden los corazones de tantas buenas personas el día de hoy en el mundo.
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