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México D.F. Domingo 28 de septiembre de 2003

La prosista castiga el cuento por privilegiar el testimonio, comenta Mónica Lavín

Poniatowska, "como globo de Cantoya"; fue homenajeada por otras escritoras

Rosa Beltrán destaca la humildad de la agasajada, por asumirse como periodista antes que como escritora Concluyó el reconocimiento en el Colmex a la creadora de Tlapalería

ARTURO JIMENEZ

Quizá podría considerarse el mejor reconocimiento que una escritora pudiera recibir: el de sus compañeras narradoras, admiradoras sinceras y lectoras rigurosas.

Así sucedió en la última mesa del Coloquio Internacional en Homenaje a Elena Poniatowska, que la autora de Hasta no verte Jesús mío y La noche de Tlatelolco disfrutó hasta sentirse ''como globo de Cantoya''.

El pasado viernes, en el auditorio Alfonso Reyes de El Colegio de México (Colmex), y en torno a las muchas Elenas literarias y periodísticas, compartieron lecturas y reflexiones Bárbara Jacobs, Rosa Beltrán, Mónica Lavín y María Luisa Puga.

Luego, para no ser señaladas de "sexistas", como bromearía la moderadora Ana Rosa Domenella, se integraría Adolfo Castañón, quien no había podido participar en la mesa que le correspondió.

Mientras Mónica Lavín habló sobre la Poniatowska cuentista, Bárbara Jacobs de plano hizo una recreación literaria de Querido Diego, te abraza Quiela, en la que Angelina Below era la que enviaba una carta a Elena para contarle sus aconteceres.

Lavín mencionó, entre otros, el cuento "Cine Prado" y "El corazón de la alcachofa" como ejemplos cualitativos, y dijo: "Sorprende que Elena, teniendo esa original manera de volcar su mirada a través de la palabra, no haya escrito más cuentos, toneladas de ellos".

Pero luego explicó que la autora de los libros de relatos De noche vienes y Tlapalería "ha castigado su pluma y ha sido parca en su producción cuentística, porque ha sido prolífica en el testimonio, en la novela, en la entrevista".

Y definió el momento creativo actual de Poniatowska: "El pabilo de sus asombros sigue encendido. Su sed de historia y de vida, su deseo por entender su tiempo y las intrincadas facetas de nuestra condición están ardiendo. Elena siempre trabaja. Es infatigable".

Subvertidora de estereotipos

Rosa Beltrán dijo que era "un privilegio" decirle a su autora, en persona, cómo la ha leído y cómo ha influido en ella y en su propia labor creativa.

Beltrán exploró causalidades de diversas facetas de la personalidad literaria de Poniatowska: asumirse como periodista antes que como escritora o manifestar humildad acerca de los alcances de su trabajo literario.

Lo que pasa, planteó, es que Poniatowska "subvierte estereotipos" y, además, debe tomarse en cuenta que ella comenzó a realizar su compleja tarea en un mundo de dominio masculino.

Y luego de hacer a un lado las excesivas apreciaciones racionales de la crítica, Beltrán confesó: "Cuando leo a Elena Poniatowska lo hago desoyendo la voz de las clasificaciones" (novela testimonial, novela de ficción, etcétera).

Recordó "voces poderosas" como la de Jesusa Palancares, comentó que en el extranjero relee fragmentos de textos de Poniatowska "para no olvidar cómo suena el país", y señaló: "Leo su obra como un continuo".

María Luisa Puga la llamó "mi princesa favorita" y compartió sus primeras impresiones sobre Poniatowska, cuya personalidad le despertaba interrogantes.

"No puede ser: sí es angelical, dulce, infantil. ¿Cómo es posible que no queden rasgos de dureza en su rostro después de haber escrito sobre cosas tan graves."

Los políticos, dijo Puga, le tienen pánico y no saben hacer otra cosa que llamarla "Elenita". Poniatowska, consideró después, "es tal vez la escritora que más quiere y respeta a México".

Más que un pájaro

Para María Luisa Puga, el libro que más deja ver cómo es ella es Flor de liz. No es un pájaro en la literatura mexicana, como dijera Octavio Paz, sino algo mucho mayor, agregó.

Desde muy temprano en su vida, Poniatowska se dio cuenta que tenía que contar a todos "lo que oía y lo que veía". Ella le habla, sobre todo, al lector. "Poniatowska llegó de Francia para ser la piel de México", dijo.

Adolfo Castañón comentó que la ironía en Poniatowska es "un rasgo principesco", y destacó a la escritora por sobre una comunidad literaria a la que consideró snob. Distinguió en su obra elementos autobiográficos, periodísticos, históricos y culturales.

Su obras son "cajas de música", como Hasta no verte Jesús mío, o "cajas de música marcial", como La noche de Tlatelolco. Ella, continuó, conoce "el arte de callar", de desaparecer a tiempo, y destacó su variedad estilística y musical.

Elena Poniatowska, aseguró, puede ser considerada una "escritora extraterritorial", pues aunque domina el español su lengua materna el es francés. En Elena, agregó, es notable su capacidad para crearse un "orden universal" a partir del oído.

Poniatowska no sabe mentir y ha hecho "un arte de la búsqueda de la verdad". Sin embargo, la "búsqueda estética" es fundamental en ella, dijo Castañón, y remató así: "La que escribe bien, dice dos veces la verdad".

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