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México D.F. Domingo 28 de septiembre de 2003

MAR DE HISTORIAS

Guerra fría

Cristina Pacheco

Once empleados comparten la oficina. A cada uno le corresponde un espacio apenas suficiente para la silla y el escritorio con la computadora y el teléfono. Canceles de plástico lechoso aíslan los cubículos donde, según la nueva administración, no debe haber objetos personales. En paredes y puertas se repite el emblema de la empresa: "M.S. Gestores" y el círculo rojo que prohíbe fumar.

Verónica, auxiliar del contador, dispersa sobre su escritorio el contenido de su bolsa. Leticia, la responsable de trámites iniciales, deja de retocarse el maquillaje y la observa:

LETICIA: ƑQué tanto haces, mujer?

VERONICA: Busco la receta que me dio el doctor. Ya sabes: ahora no te venden pastillas para dormir si no la presentas.

LETICIA (Alarmada): ƑTomas pastillas? (Ve que su amiga asiente.) Son peligrosas y causan adicción.

VERONICA: Es peor no dormir. Ay, espero no haberla perdido.

LETICIA: Si así fue, pues le pides otra a tu médico.

VERONICA: Para eso tendría que ir a su consultorio y no tengo tiempo: los miércoles me toca visitar a mi suegra.

LETICIA: Puedes verla mañana.

VERONICA: šOlvídate! Capaz de que Armando me saca los ojos.

LETICIA: Es su mamá: Ƒpor qué no va él a visitarla?

VERONICA: Porque no tiene tiempo. (Se levanta y revuelve los objetos sobre el escritorio.) No seas malita, ayúdame a buscar.

LETICIA (Se acerca y mira las manos de Verónica): šEstás temblando! No creí que te importara tanto.

VERONICA: šMe choca perder cosas y más perder el tiempo! (Consulta su reloj.) Seis y cuarto. Le prometí a mi suegra llegar a las siete y media.

LETICIA: ƑY qué le pasa si te espera veinte minutos?

VERONICA: A ella nada, a mí sí: me colgaría mucho y Armando se enfurece cuando llega a casa y no me encuentra.

LETICIA (Levanta una polvera y descubre la receta): Pero si aquí está. La tenías enfrente de tus narices.

VERONICA (Toma el papel): Te juro que no la vi, y eso que llevaba horas buscándola: (Abraza a Verónica.) šMe salvaste!

LETICIA: (En broma): šDrogadicta!

VERONICA: (Devuelve los objetos a su bolsa): No sabes lo que significa para mí no dormir.

LETICIA: Claro que lo sé.

VERONICA: ƑY no tomas nada?

LETICIA: No, prefiero aguantarme. Además, estoy en mi tratamiento para adelgazar. (Se sobresalta.) Por cierto, no me he tomado las cápsulas que me tocaban a las seis.

VERONICA: Estas porquerías si son peligrosas, para que veas.

LETICIA: Las que tomo, no: son completamente naturales.

VERONICA: Además, no las necesitas. šEstas flaquísima!

LETICIA (Se acaricia el talle): Traigo cuatro kilitos de más.

VERONICA: No se te nota, a lo mejor porque eres muy alta. šQue envidia! Luces muchísimo todo lo que te pones.

LETICIA: Sí, pero no encuentro galán. Los hombres son unos acomplejados: se sienten mal con una mujer más alta que ellos.

VERONICA: ƑY Fabio? Me pareció que estaba clavadísimo.

LETICIA: A mí también, pero me salió con lo mismo de siempre: "El trabajo es lo único que te importa y yo no significo nada para ti". (Con voz temblorosa.) Quería que estuviera todo el tiempo esperándolo y, si me animaba a reclamarle sus tardanzas o que me cancelara una cita, me decía: "Estuve con unos clientes. No iba a decirles: Fíjense que ya me voy porque si no Leticia se enoja".

VERONICA: ƑDe plano terminaron?

LETICIA: No precisamente. Sólo dijo que después me hablaba. Ya pasó una semana šy nada!

VERONICA: ƑNo piensas llamarlo?

LETICIA: ƑPara qué? Si no me tiene ninguna atención, imagínate lo que sería si nos casáramos. Además, en serio, estoy mejor sola. Ahorita, por ejemplo, me voy a casa; si quiero me pongo a leer o prendo la tele; no estoy tan presionada como tú. (Sorprendida.) En serio, no sé cómo le haces para organizarte con la oficina, la casa, tu marido, tus hijos y de pilón štu suegra!

VERONICA: Yo misma no lo entiendo. Aunque llegue muerta de cansancio tengo que revisar las tareas de Giorgio y Anahí, apurarme con sus uniformes para estar desocupada si llega Armando. Te juro que cuando me dice que quiere, tiemblo...

LETICIA: ƑNunca se lo niegas? šPues qué tonta! Después de todo lo que haces, tienes todo el derecho del mundo a decirle: "Perdóname, estoy cansada".

VERONICA: ƑY buscarme una bronca? šNo, gracias!

LETICIA: ƑY cuando él está cansado y tú quieres...?

VERONICA: Soy buena niña, me tomo mi pastilla y me duermo.

LETICIA: Haz la prueba un día: reclámale, a ver qué pasa.

VERONICA: Eso ya lo sé: me deja de hablar, se enfurece por todo y se sale sin decirme adónde va. (Drástica.) Si un día busca otra mujer, que no sea por mi culpa.

LETICIA: ƑDe dónde sacas tantas estupideces?

VERONICA: Creo que de mi educación. (Amarga.) Hace dos años, cuando mi mamá se enteró de que iba a regresar a la oficina, me dijo: "Acuérdate de que Armando es un hombre como todos. Si le fallas como mujer, se irá con otra. Conste que te lo estoy advirtiendo".

LETICIA: Perdóname, gordita, pero tu mamá no se mide. ƑCómo se le ocurre decirte eso?

VERONICA: Pues porque a ella le pasó algo más o menos así.

LETICIA: ƑTu mamá trabajaba?

VERONICA: No, pero como nosotros fuimos once hermanos pues a ella no le quedaba tiempo para atender a mi papá. El se hartó y se fue con una pediatra. ƑNo te parece increíble? (Oye el teléfono y descuelga). ƑLicenciado Márquez? Sí, ya me iba. ƑHoy? Si quiere, mejor mañana. ƑA qué hora le parece bien? (Se muerde los labios). De acuerdo. No, no se preocupe: llegaré a tiempo. Hasta mañana.

LETICIA: ƑQué quería?

VERONICA: Que nos reunamos en su oficina a las ocho.

LETICIA: ƑDe la mañana? šQué horror!

VERONICA (Asiente, desolada): Voy a tener que levantarme a las cinco para que me dé tiempo de dejarlo todo arreglado antes de llevar a los niños a la escuela.

LETICIA: ƑY hay alguien que los reciba tan temprano?

VERONICA: Está Martina, la conserje. A ver si quiere hacerme el favor de dejarlos entrar, aunque tenga que darle veinte pesos.

LETICIA: ƑPor qué no le dices a Armando que los lleve él?

VERONICA: Prefiero hacerlo yo. (En tono dulce.) Me he fijado que cuando les cambio la rutina, Giorgio y Anahí como que se resienten conmigo.LETICIA: Ya están grandecitos como para entender que, por tu trabajo, tienes compromisos. (Dulcifica su expresión.) No seas tonta: a lo mejor hasta les divierte que un día los lleve su padre.

VERONICA: Mi junta es mañana tempranísimo y de seguro Armando ya tiene algún cliente para esa hora. (Habla para sí misma.) Si los dejo a las siete y media alcanzo a llegar aquí a las ocho.

LETICIA: šMatándote, sí! A lo mejor el licenciado Márquez todavía está en su oficina. Llámalo y proponle que se vean a las ocho y media. Dile que a diario llevas a tus hijos a la escuela.

VERONICA: ƑNo oíste lo que dijo en la junta de ISO-9000? "Las mujeres son muy capaces, pero como siempre tienen problemas con el marido, los hijos o el novio, descuidan su trabajo. (Suena el teléfono). Contesta por favor. Si es mi suegra, dile que ya salí: mientras, voy al baño.

LETICIA: ƑBueno? Fabio, šqué sorpresa! Yo, muy bien. ƑY tú? No me digas que se te descompuso el coche otra vez. Y con estos aguacerazos... Me imagino. Sí, sí puedo. Sabes que si me molestara, te lo diría. (Mira su reloj.) Como a las siete, pero si ves que me tardo un poquito no te vayas a ir. ƑSeguro que me esperas? Okei, šun beso!

VERONICA (De regreso): ƑQuién era? (Alegre) ƑFabio?

LETICIA: Sí. Tenía que hablarme hoy que no me lavé el pelo.

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