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México D.F. Domingo 28 de septiembre de 2003
Ofrecerá hoy una conferencia magistral
en la sala 2 de la Cineteca Nacional
Storaro: por sí mismos, la luz y el color pueden
contar una historia
Al trabajar en México podré importar mi
cultura y exportar la de ustedes, dice
Ha sido director de fotografía de cintas como
Apocalypse Now y El último tango en París
PATRICIA PEÑALOZA ESPECIAL
El último tango en París, Apocalypse
Now, 1900, El último emperador, Historias de Nueva York, Tango,
Goya... Bernardo Bertolucci, Francis Ford Coppola, Steven Spielberg,
Carlos Saura... Son algunos de los nombres de películas en las que
ha trabajado y los directores a quienes ha apoyado el maestro de la fotografía
y la iluminación Vittorio Storaro (Roma, 1940). Sin duda, un personaje
histórico por su teoría personal sobre el uso de la cámara,
a la que llama "escribir con luz", y por sus sinuosos movimientos de cámara,
de corte épico e hiperrealista. No por nada ha merecido tres premios
Oscar y un Goya. Con todo este bagaje e historia, Storaro tiene a su cargo
la fotografía de Zapata, película con la cual, afirma,
comienza una nueva etapa de su carrera cinematográfica.
En itañol, de carácter sereno y elegante,
explica por qué eligió trabajar con el director Alfonso Arau:
"Siempre he decidido hacer proyectos que tengan que ver con el pensamiento
de mi vida, aunque lo hago inconscientemente. Mi equipo y yo decidimos
trabajar en cintas que lleven a comprender el sentido de la vida. Había
leído muchos guiones de Hollywood, pero ninguno me había
gustado. Este fue el primero que me gustó, pues hay una conexión
con nuestros antepasados. Tiempo antes yo había leído un
libro maravilloso, de un escritor italiano, Carlo Cocciolli, llamado La
herencia de Moctezuma. Cuando leí este guión, que es
sobre la relación de un personaje contemporáneo con la historia
prehispánica, ese ligamento me gustó muchísimo.
"Emiliano
Zapata es un héroe universal. No es sólo mexicano. Todo gran
guía espiritual o material, es un maestro, un ejemplo, como Siddartha,
Jesucristo, Leonardo... son grandes inspiradores. Todos han dejado en vida
la posibilidad de inscribirse en una visión espiritual, revolucionaria,
histórica, filosófica, pues ayudan a entender el sentido
de la vida. Me gusta poder visualizar un personaje como éste. Además,
los rasgos de estos personajes son parecidos: son personas predestinadas,
a quienes se les pone en una situación diferente, en una posición
histórica, con una marca que los distingue de los demás.
Son líderes que van a guiar a mucha gente en una misma dirección;
que deben morir para renacer y permanecer: renacer no de modo material
sino divino; va a continuar siempre como una personalidad que no se extingue
con la muerte.
"Esta en particular en una historia fantástica.
Al principio pensé plantear la visión de los filósofos
griegos, que basaban la vida en los cuatro elementos de la vida: tierra,
agua, fuego y aire, que unidos forman la energía. Alfonso me dijo
que era el mismo principio de los aztecas, y me pareció perfecto.
Así, visualizamos los momentos de la vida de Zapata con esos elementos:
cuando hay una ligazón con la tierra, su sentido espiritual es Tierra
y libertad; también tiene que ver con la vinculación con
su familia, su lugar. El momento del fuego es el de la voluntad revolucionaria
de transformar las cosas. El momento del agua son los sentimientos de amistad,
de amor a su mujer o el personaje de Esperanza, que le hace ver una parte
diferente de la vida. El momento del aire es el de la educación,
cuando la chamana le pone en conexión con sus antepasados y le hace
ver que él muriendo va a devenir inmortal."
-¿Cómo traduce esos sentimientos en colores,
en luz?
-Cada uno tiene su color. La tierra se representa con
el negro, que es oscuro pero lo protege del mal. El fuego es con el rojo.
El aire se muestra con el azul. Toda escena que tiene que ver con sus antepasados,
con el nacimiento, la muerte y la educación, se ha filmado al final
del día, cuando el sol está montado y la luna está
surgiendo, que hay este color de equilibrio: el sol y la luna. Todo el
tiempo trato de poner los colores y la luz que dé esta visión,
que esté entre dos momentos, donde uso luz natural y artificial,
lo que da una visión humana y divina. Al final, luego de que está
muerto, renace vestido de blanco y hay una gran luz, que es la conjunción
de los colores y de los cuatro elementos, que unidos forman una energía
visualizada con el blanco, una luz brillante.
-¿Entonces para usted luz y color son parte de
la narrativa, no sólo una propuesta meramente visual?
-La energía visual es la luz. El espectador no
debe conocer la simbología de los colores o la luz. La energía
sola de una pantalla, no sólo sobre los ojos sino sobre el cuerpo,
da una vibración que se traduce en emoción. No es necesario
comprender qué cosa significa qué color, es sólo una
sensación. Como la música, no le explican por qué
puso esta nota u otra, sólo hay una emoción dramática
o espiritual. La luz y el color tienen la potencialidad misma de contar
una historia, como la palabra en la literatura, la nota en la música.
-¿Podría decir que hay una visión
poética en esta película, aparte del surrealismo de sus escenas?
-Yo no sabría asegurar eso, pues la poesía
es un momento muy mágico que se establece entre un escritor y un
lector. Aquí más bien se está intentando una visión
dramatúrgica. Que voy a "escribir con luz" la historia de Zapata,
eso es seguro. Que voy a llegar a tocar los sentimientos, lo espero, mas
no estoy seguro.
-¿Cómo se siente de entrar a formar parte
del historial de la cinematografía mexicana?
-Si trabajo para el cine de Estados Unidos, China, Francia,
México, hay una doble acción: voy a importar mi cultura y
voy a exportar la del país donde trabaje. Enseñar lo que
conozco y aprender lo que ahí saben. La cultura no puede crecer
de modo equilibrado si está sólo en sí misma. Debe
alimentarse de otras. Seguro en mi próximo trabajo habrá
algo del cine mexicano, como en Arau habrá algo del italiano. Intercambio
absoluto.
El cuarto momento
Finalmente, Storaro habla de su trayectoria, por la cual
dice haber pisado tres etapas, tras las cuales Zapata es con la
que inicia un cuarto momento.
-Ha dicho que Apocalypse Now le cambió la
vida, pues le hizo ver que la imagen debía involucrarse con el significado.
¿En qué etapa se encuentra ahora?
-Hay un recorrido muy preciso en mi vida, cercano a lo
que hemos hablado. Durante mi preparación en la Escuela Italiana
de Cine, estaba interesado en la relación entre la luz y la sombra,
la interrelación de las personalidades, como lo masculino con lo
femenino, o lo consciente con lo inconsciente. Esto se ve marcado en Apocalypse
now. Luego me detuve a seguir mis estudios, entender mejor lo que significaba
la luz. Mi segunda etapa tuvo que ver con la simbología de los colores.
Esto se ve en El último emperador. Volví a detenerme,
para entonces unir todo: lo que hablaba de los colores que juntos forman
la energía. Viene mi tercera etapa, la búsqueda del equilibrio,
la madurez, encontrar mi propia personalidad. Eso está en El
pequeño Buda. Acerca de todo esto he escrito dos libros, una
serie con el nombre Escribir con la luz. Ahora estoy terminando
el tercero... Vino una nueva etapa con Carlos Saura: Flamenco, Taxi,
Tango, Goya, donde he estudiado las ideas, la inspiración, lo
que nos da ésta cuando nos lleva a pensar algo diferente, a lo que
Platón llamó las musas. Zapata comienza un recorrido
nuevo, que es el rescate del mito del héroe y los dioses. No se
dónde vaya a parar, pero me gusta mucho.
Storaro ofrecerá hoy domingo una conferencia magistral
en la Sala 2 de la Cineteca Nacional, abierta a todo público. La
cita es a las 11 horas en Av. México-Coyoacán 389.
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