México D.F. Domingo 28 de septiembre de 2003
Opinión de participantes en foro convocado
por Casa Lamm y La Jornada
Frenar la globalización neoliberal, reto tras
el fracaso de la OMC en Cancún
Mientras haya personajes como Lee Hyung Hae los derechos
humanos tienen futuro, dicen
FABIOLA MARTINEZ
¿Qué sigue tras el fracaso de la cumbre
ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC)?... Sigue
frenar el Estado supranacional y la globalización neoliberal que
concentra la riqueza en unas cuantas manos. A partir de Cancún,
nada es inevitable.
En el mensaje anterior coincidieron Alberto Gómez,
dirigente de la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas
Autónomas (UNORCA); la investigadora Silvia Ribeyro, y Luis Hernández
Navarro, coordinador de Opinión de esta casa editorial, durante
su participación en la mesa "El fracaso de la reunión de
la OMC", organizado por la Casa Lamm y La Jornada.
Señalaron que más allá del nulo avance
de los enviados estadunidenses y de la Unión Europea o de las acciones
opositoras del bloque de los países del sur (G-22, antes G-21),
el cónclave realizado en México en la segunda semana de septiembre
estuvo marcado por experiencias inéditas, en el eje de un ejercicio
de desobediencia civil pacífica que no debe ser desperdiciado.
Por ello, agregaron, es "urgente" que las organizaciones
sociales se fortalezcan y difundan con mayor énfasis sus propuestas
alternativas, como única vía ante el avance de las políticas
neoliberales. "El respeto a los derechos humanos, en particular el de acceso
a la alimentación, es posible con la acción conjunta de la
sociedad civil", añadieron.
El
encuentro referido de ministros de comercio, marcado para siempre por la
inmolación del coreano Lee Hyung Hae, cuya consigna se elevó
a símbolo mundial -"La OMC mata campesinos"- es un ancla de lucha
para todos los altermundistas, afirmaron.
Alberto Gómez señaló que las organizaciones
campesinas insistirán en sacar la agricultura y los recursos naturales
de las transacciones comerciales que rebasan, sin cortapisas, cualquier
legislación nacional y, sobre todo, la soberanía alimentaria
de los pueblos.
En su participación en la mesa de análisis,
realizada en el contexto del foro "México después del 2 de
julio", el dirigente de la UNORCA repitió las consignas de esperanza
expresadas reiteradamente por Vía Campesina en la reunión
de Cancún: globalicemos la lucha y la esperanza.
Este mensaje significa, dijo, luchar contra los monopolios,
rechazar la imposición de acuerdos en torno a la propiedad intelectual
y fortalecer el compromiso de lucha por mejores servicios y bienes públicos
para la población. "Se trata de convocar a la participación
de la sociedad en un gran esfuerzo para defender la soberanía de
los países", prosiguió.
Sin embargo, el camino no es fácil y, aunque al
final de la jornada de septiembre se logró derribar la valla policiaca,
como símbolo del propio desmoronamiento de la cumbre ministerial,
fue imprescindible realizar un gran esfuerzo de acopio de voluntades y
recursos materiales para hacer posible el traslado de miles de personas
que encabezaron las protestas en ese centro turístico.
En su turno, Silvia Ribeyro hizo un recuento del origen
de organismos como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o
de la OMC, cuyo antecedente es el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio,
y de la forma en que temas como las patentes de medicamentos han sido incluidos
en los grandes acuerdos impulsado por los intereses de las trasnacionales
farmacéuticas.
Al final del proceso, explicó, la OMC no es más
que un gran árbitro que delinea sus propias reglas en favor de las
compañías gigantes. Citó al respecto que 90 por ciento
de la producción agrícola mundial es para consumo doméstico
y el resto se destina al mercado internacional.
Sin embargo, es en esta última circunstancia en
la que tres o cuatro firmas gigantes tienen el control de materias primas
como maíz, café, azúcar, cacao, té o piña,
sólo por citar algunos ejemplos.
En 1996, cuando el primer director de la entonces naciente
OMC, Renato Ruggiero, expresó en alguno de sus discursos: "estamos
sugiriendo la Constitución del mundo", fue muy sincero, ilustró
Ribeyro.
Ahora, aun cuando se desconoce la forma y los métodos
en que podrían llamar a la restructuración de la OMC, la
movilización social ha logrado darle un revés, aunque en
un mundo cada vez hay más excluidos, abundó.
El legado de Lee
Al analizar las consecuencias de la cumbre, resulta necesario
destacar la presencia de campesinos e indígenas en Cancún
y, sobre todo, tratar de entender la actitud del productor coreano, cuya
muerte es ya símbolo y ofrenda para la lucha de los altermundistas.
En su intervención, Luis Hernández Navarro
recordó el ánimo de quienes decidieron participar por primera
vez en este tipo de protestas o de aquellos, como la banda de música
Infernal Noise, que desde Seattle, en 1999, decidió llevar su peculiar
estilo para acompañar a los llamados grupos de acción directa.
Ahí también convivieron los músicos
de Tlayacapa y diversas expresiones de teatreros y performanceros que le
dieron a Cancún un sentido de fiesta y celebración, afirmó.
"La protesta no tiene que ser aburrida", parafraseó a lo repetido
por los integrantes de Infernal Noise.
Pero fue justo en ese ambiente, en esa gran obra colectiva
que sacudió al lugar que los mayas llamaron nido de serpientes,
"como si se tratara de spring breakers del libre comercio", donde
un coreano trepó a la valla policiaca y se clavó su vieja
navaja suiza. Fue en ese territorio en que Lee demostró, comentó
Hernández Navarro, que no era un lunático, sino un hombre
comprometido con su cultura.
Su muerte, en definitiva, fue uno de los hechos fundamentales
de estas jornadas de protesta y, junto con sus compañeros, protagonizaron
un acto de disciplina colectiva y de dominio de la violencia, dijo.
Ahí, agregó, los campesinos dieron la cara
por todos nosotros y lograron juntar un contingente muy digno de campesinos
de todo el mundo para armar el ejercicio de desobediencia pacífica.
De ahí que la reflexión, concluyó, es que mientras
haya gente como el señor Lee, los derechos humanos tienen futuro.
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