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México D.F. Sábado 27 de septiembre de 2003
Entrevista con el actor en el penúltimo
día de filmación de la cinta Zapata
La gente del campo puede dar hasta la vida por tí:
Alejandro Fernández
El secuestro de mi hermano, el disco Que seas muy
feliz y haber sido padre, las tres cosas más fuertes en mi vida,
asegura ''Ni con todos los malos manejos, han podido acabar con México''
PATRICIA PEÑALOZA ESPECIAL
Ayala, Mor. Tras nueve semanas, hoy culminó
el rodaje de la película Zapata, dirigida por el cineasta
mexicano Alfonso Arau y protagonizada por el intérprete vernáculo
Alejandro Fernández, cuya participación en la cinta concluyó
el jueves 25. Durante los dos últimos días de interpretación
dramática de El Potrillo, La Jornada presenció
la filmación de varias escenas y entabló dos animosas charlas
con el ahora también actor.
Día uno
Alfonso Arau, muy amable, saluda e indica que su cinta
se estrenará en febrero de 2004. Se dice satisfecho pues la filmación
va de acuerdo con lo planeado en cuanto a escenas y presupuesto. Sonriente
declara sentir que los medios lo están tratando mejor gracias a
que su equipo y él han sido agradables con ellos, pues "hay que
sobarle el lomo a la bestia", dice y ríe. Sin embargo, lamenta que
le hayan prestado poca atención a quien detenta la dirección
de fotografía, Vittorio Storaro. La reportera le advierte que en
minutos charlará con el italiano responsable de las imágenes
de El último tango en París. El itinerario proseguiría
con una entrevista al compositor mexicano Marcial Alejandro, quien actúa
en destacado papel al lado de Fernández, haciendo del trovador de
la tropa.
Los medios televisivos se aglutinan sobre Fernández;
más que una declaración, les importa su cara, decirle qué
guapo te ves. Uno de los titulares de prensa, Roberto Castañeda,
cree bromear cuando se le pregunta si se podrá o no entrevistar
a Fernández: "Ah, qué bien friegas, ¿eh?". Luego da
alas: "Tal vez tras la comida, mas no prometo nada". El momento llega,
pero la filmación apremia e impiden el acceso. ¿Podemos ir
al comedor, a ver si se hará la entrevista? No, dice Castañeda,
esperen acá. Se va. Fotógrafo y reportera desobedecen, mas
Alejandro no está en el comedor. Pero está Angel Isidoro
Rodríguez, El Divino, departiendo entre la producción.
Una hora bajo el sol. Ni una silla, ni un vaso con agua. Avisan que no
se podrá. Piden abandonemos las locaciones. ¿Podríamos
tomar agua, un sánwich? "No se puede", contesta Castañeda.
Muy amables, como dijo Arau.
Día dos
El
calor a las 15 horas es fuerte, y algunos del staff se asombran
de cómo diario Alejandro Fernández porta sin chistar sus
gruesos trajes de caracterización. En la toma, Fernández/Zapata
está a caballo frente a mamparas y cámara. Hace girar al
blanco corcel, mientras en personaje se muestra consternado, para voltear
y gritar: "¡¡¡Traición!!!" Lo toman unas tres
veces. La habilidad de Fernández como jinete es impecable. En un
corte, éste echa un grito: "Andale, cabrón, por fin llegaste.
Casi no llegabas, ¿eh? ¡Tenías que venir hasta el final...!"
Le habla a Ernesto Zedillo Jr., quien junto con un séquito de niñas-bien,
cuates varios y su hermano, llegan al set. Hacen otra toma donde
se supone que le están disparando, y sobre el rocín hace
como que lo hieren.
Acaba la secuencia y Alejandro va con sus amigos a platicar.
Aún con cananas y pantalón de general, cambia el sombrero
revolucionario por una gorra-souvenir de su reciente actuación
en Las Vegas, con sus iniciales. Arau saluda de nuevo a la reportera. "¿Ya
entrevistaste a Alejandro?" -No me han dejado. "¡Ah, cómo
de que no!", dice y, atravesando el set, jala del brazo a esta escribiente.
Interrumpe a Fernández de su cotorreo con Zedillo y sus amigos,
y le dice: "A ver, Alejandro, esta niña te persigue hace semanas
y no ha podido platicar contigo; por favor, hazle caso". Fernández
se pone muy serio, cual si le hablara su papá: "Sí, señor".
Se pone de pie, camina rumbo a su poltrona e invita a la reportera. Fotógrafos
y camarógrafos corren detrás. "¿Todos ellos vienen
contigo?", bromea él.
Nos sentamos y Arau chacotea: "¡Pero abrázala!,
¿cómo así nada más?" Fernández hace
caso a su director, con el inmodesto aire de galán de quien se siente
irresistible. Todo es un relajo, todos toman fotos, y Alejandro, quien
en la tele anuncia Pepsi, dice: "¿quieres una Coca-light?"
No, agua. "Bueno, yo sí". Se pone serio e insiste: "¿De veras
no quieres? Un traguito nomás". La insistencia es tan sospechosa
que la reportera bebe... la lata de Coca-light trae en realidad
una michelada, pues está "prohibido" chupar en el set.
Alejandro se carcajea al ver la reacción de la incauta, sin aflojar
el abrazo.
"¿A qué hora le vas a hacer la entrevista?
No te lo puse ahí para que estén cotorreando, ¿eh?"
Bromea Arau mientras afina la siguiente toma. La voz de Alejandro, de ligero
acento tapatío, es suave en comparación con la profundidad
de su canto de tenor. Eso sí, su tonadilla y expresiones son las
del clásico niño-bien. No muy alto, sus rasgos son harto
gallardos, y poco se nota la operación estética hecha a nariz
y cejas. El maquillaje color bronce que porta, brilla bajo el sol; aunque
tiene 32 años, su barba cerrada y sus arrugas le dan el aspecto
de alguien mayor, que lejos de afearlo, le da mayor carácter, y
simpáticamente contrasta con su ánimo veinteañero
y de sangre ligera.
-Tienes un nivel vocal de calidad que denota disciplina
detrás. ¿Cómo has conectado ese trabajo de cantar
transmitiendo sentimientos, con el de hacerlo en la actuación?
-Es importante lo que preguntas, pues antes de cantar,
uno proyecta. Antes de ser cantante, uno es actor. Un tip que me
dio mi papá (Vicente Fernández) es: "Antes de que interpretes,
proyecta lo que estás diciendo, tienes que sentirlo, visualizarlo,
hacer como un subtítulo". Una vez sintiéndolo, lo puedes
cantar y la gente lo va a captar. Es algo que no se puede explicar, hay
que sentirlo. Y... la verdad yo nunca he tomado clases de canto...
-¡¿En serio?! ¿Neto?
-¡Neto, de veras! Yo nací cantando. Conforme
pasó el tiempo, escuchando a mi papá y a otros, fui aprendiendo
a impostar la voz, a sacarla del abdomen. Todos los trucos que se dan en
una clase los aprendí solo.
La reportera se desabraza del cantante, pues se vuelve
incómodo. Alejandro ríe nervioso: "Sí, ¿verdad?"
Prosigue: "Respecto de la actuación, desde hace mucho me había
llamado la atención, pero sólo en cine. Me hicieron propuestas
para telenovela, pero las rechacé. No me late. Ahora la actuación
me ha llamado tanto la atención, que ya vi que es lo mío,
y que cantar era un hobbie... ¡Jajajaja..! Y bueno, es igual:
hay que sacar el sentimiento en cada sílaba. Mis coaches
de actuación me dijeron que hiciera igual que cuando canto; hay
que transmitir imágenes; esos maestros han sido José Luis
Cruz, Arturo Beristáin y Julio Bracho, que no sabes lo que me han
ayudado, o sea, los mejores tips que he recibido, que me van a servir
para toda la vida, vienen de ellos".
"Ya necesito a Alejandro, ¿eh?", dice Arau de lejos.
-¿Qué importancia tiene para ti preservar
la música tradicional? ¿Por qué cantar ranchero? ¿Fue
genuino? Porque es difícil que a alguien de nuestra generación
le "prenda"...
-La elegí porque me gustan los retos fuertes. Para
mí habría sido fácil cantar otro género, pero
desde el principio lo tuve claro... Antes de fallecer, el productor Federico
Méndez me hizo ver cuál era el target que queríamos
alcanzar. Cuando yo tenía 13 años, Luis Miguel estaba en
su momento, y Méndez veía que el mercado de aquél
era para él solito. Entonces Méndez me dijo: vamos creando
un target de música mexicana, pero con un concepto diferente
al de tu papá, que sea para jóvenes. Como Luis Miguel, pero
Alejandro Fernández.
-¿Fue más por el objetivo que por amor a
esa música?
-Ah, no. Toda mi vida he oído música mexicana,
me encanta. Y siempre tuve la inquietud de...
Arau interrumpe tajante: "Corazón, ¿sabes
cuánto vale un minuto de filmación?" "Muchos dólares",
dice la reportera. "Pues te los estás comiendo. Por favor, luego
le siguen". Fernández dice: "Ah, qué gacho... pero acabamos
a la hora de la comida, lo prometo".
De pie, a un lado de Fernández, se acerca Castañeda:
"Eso fue todo". La reportera dice que eso no fue nada, y que esperará
otro momento, pues "Alejandro dijo que sí". "Pues yo digo que no",
dice Castañeda. Alejandro escucha e indica que sí se hace.
Se filma otra secuencia. No hay acceso ya. Donde hacinan a todos, los invitados
llegan por montón. Actrices, modelitos, mujeres a granel. Personajes
disfrazados a la usanza de los siglos XVI al XIX, cruzan cual espectros
entre las ruinas rumbo a una secuencia lejana. Zedillo y su séquito
totalmente palacio son atendidos por sus mozos, quienes les acercan
una hielera con cervezas, frutas y frituras. En el descanso, se acercan
a Fernández, quien sigue tomando su Coca-light. Cuando unos
reporteros de Dallas, Texas, le piden entrevista, el actor se muestra ya
algo alegre e intenta alburear a los gringos: "Ah, sí,
he ido a Dallas... unas tres veces... también a Chile, y a veces
por Detroit". Los amigos festejan la broma. Los gabachos no entienden.
Tras una secuencia larguísima, fotos con el club de fans,
fotos con El Divino, Lucero en tubos por el comedor, y tres
horas más, la "comida" termina a las 19 horas. Alejandro charla
una hora con un ejecutivo de su disquera. A las 20 horas, la filmación
seguirá. Por fin, hacen subir a la reportera a una camioneta con
Fernández. Hablaremos en el traslado al set.
Una persona de campo
Ya
muy cansado, pero amable, sigue sobre su trabajo en Zapata: "Ha
estado muy padre, me ha ido muy bien. No he tenido ningún reclamo
del señor director. Lo más importante es que esto no va a
terminar aquí. Estoy muy entusiasmado con seguir actuando".
-¿Es un parteaguas en tu carrera?
-Sí. Definitivamente.
-Tú eres una persona de campo...
-¡Pero de golf! Jajaja...
-Digo que... al vivir en el campo, ¿qué
reflexión o visión te ha dejado el ver cómo vive su
gente? ¿Te han movido las condiciones difíciles en que viven?
-Sí, mi vida tiene que ver con eso. De ahí
parte todo, mi carácter, mi forma de ser. Son unas personas divinas
toda la gente con la que trabajamos en el rancho, se entregan al ciento
por ciento en lo que hacen, sin ningún interés. Pueden hasta
dar la vida por ti.
-¿Crees que ello te ha creado una conciencia nacional,
en relación con lo que haces, o sea, preservar parte de la cultura
mexicana?
-Claro, todo eso me ha enriquecido muchísimo para
poder exportarlo a todos lados. Como digo, de ahí parte mi humor,
mi forma de hablar, de dirigirme a la gente, sin protagonismos o presunción.
-Representas en la cinta a alguien que fue un líder.
Tú eres alguien que convoca y se presenta ante masas. De algún
modo eres un líder. ¿Sientes esa responsabilidad?
-Sí, muy grande.
-¿Y qué haces al respecto?
-Yo creo que nací para... Creo que yo era el elegido
(para la película). Fue tan raro cómo se fueron dando las
cosas a la perfección. Los rituales y temascales que hicimos para
pedir permiso a los pobladores... todo salió tan bien...
-Como que el destino tenía para ti el papel...
-¡Exacto! Siento que ya estaba predestinado para
hacerlo. Tú no escoges. Te escogen.
-¿Cuáles han sido hasta ahora los momentos
más fuertes que has vivido, que te hayan hecho ver las cosas de
una manera más profunda?
-Haber sido padre, el secuestro de mi hermano Vicente,
y esta película. Y dentro de mi carrera de cantante, los discos
Que seas muy feliz, donde viene la canción Como quien
pierde una estrella, y Me estoy enamorando, el primero que hice
con Emilio Estefan.
-Como alguien que canta música mexicana y ahora
representa un personaje que fue decisivo en la historia contemporánea,
¿cuál es tu deseo para con lo que pase con este país?
-México es un país tan rico, que ni con
todos los malos manejos que le han hecho lo han podido acabar. Yo creo
que somos un país muy unido, muy relajado. Si ves de México
para abajo, todos los problemas que hay en otros países, está
cañón...
-¿Crees que somos afortunados?
-Sí, y sabemos aprovecharnos de muchas cosas, de
esa fortuna. Como el hecho de ser el hermano chiquito de Estados Unidos.
Yo creo que...
Tocan fuerte el vidrio. "¡Es Alfonso!", dice Alejandro.
Agradece y se despide rápidamente. "Todo el set te está
esperando", se oye. Alejandro/Emiliano se aleja, rumbo a cumplir su destino.
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