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México D.F. Sábado 27 de septiembre de 2003
OBSERVATORIO CIUDADANO DE LA EDUCACION
Comunicado No. 108
EMS y ES en el tercer Informe
Avances en reforma curricular
Déficit en financiamiento, coordinación
y legislación
EL DESARROLLO DE la educación media superior
(EMS) y superior (ES) se consigna en dos apartados del tercer Informe,
los cuales abordan temas como el crecimiento y transformación de
los subsistemas correspondientes. En su mayor parte, el documento incluye
información agregada, sin mención al contexto en que pudiera
interpretarse. Por ello nos concentraremos en formular los aspectos que
nos parecen problemáticos al reflejar insuficiencias de la acción
gubernamental.
SOBRE LA EMS EL INFORME presenta, sin ponderarlo,
un dato de cobertura que amerita reflexión: sólo "51.5 por
ciento de la población en edad de cursar la educación media
superior (jóvenes de 16 a 18 años) recibe la atención
educativa". La proporción podría ser incluso menor porque
la matrícula incluye estudiantes menores de 16 años o mayores
de 18. Más que la exactitud del indicador, preocupa el grado de
exclusión que implica: en el futuro próximo ni siquiera la
mitad de la población de jóvenes en la fuerza laboral contarán
con instrucción superior a la obligatoria. Peor aún cuando
apenas 6 de cada 10 inscritos concluyen el ciclo.
SI, COMO SE MENCIONA en el Informe, "el avance
tecnológico y el desarrollo del conocimiento de la sociedad contribuyen
a exigir niveles de preparación cada vez más altos para desempeñarse
tanto en la vida cotidiana como en la profesional", entonces los resultados
de la EMS son insuficientes. Sobre todo si consideramos el presente de
millones de adolescentes al margen de la educación. ¿Qué
otras oportunidades de desarrollo personal se les ofrecen hoy para integrarse
productivamente a la sociedad?
CIERTO QUE EL INFORME declara acciones para contrarrestar
los problemas de cobertura y eficiencia. Por ejemplo, el programa de becas
(más de 400 mil otorgadas a estudiantes del nivel), el impulso a
modalidades abiertas y a distancia, la nivelación de estudiantes
de nuevo ingreso, y otros. Sin rebatir sus ventajas, tales acciones no
bastan para salvar la brecha entre necesidades de formación de los
jóvenes y oportunidades educativas disponibles.
PARA ACERCARSE A LOS PROPOSITOS de calidad del
Programa Nacional de Educación (PNE), la enseñanza media
superior a cargo del Estado ha establecido un esquema de desarrollo curricular,
implantación de tecnologías informáticas, y mecanismos
de profesionalización y actualización docente. La reforma
curricular, fundamento de la transformación, es gradual en los subsistemas
del nivel, se basa en la adquisición de competencias de aprendizaje
y laborales, y se inició en la pasada administración con
la reforma del Conalep. Con todo y ser encomiable el enfoque de pertinencia
implícito, habrá que esperar a ver si redunda en mejores
niveles de inserción académica y laboral de los egresados,
y si el nuevo modelo es aplicable al currículum de instituciones
autónomas y particulares.
EL INFORME TAMBIEN contiene resultados parciales
de los programas de actualización del profesorado y del desarrollo
de medios. Pero queda sin tratarse un tema fundamental: la falta de una
apropiada coordinación. En el diagnóstico del PNE se reconoce
la proliferación de modelos y se propone la creación de una
instancia en la SEP "que diseñe y coordine políticas para
impulsar el desarrollo de la EMS" (p. 178). Cabe recordar que el problema
es antiguo. En varias ocasiones se ha buscado solucionar por diferentes
vías; la más significativa, la Coordinación Nacional
para la Planeación y Programación de la Educación
Media Superior (Conppems, 1990), que establece las posibilidades de concertación
entre los sectores gubernamental, autónomo y privado.
LA ACTUAL PROPUESTA gubernamental, que sigue el
lineamiento del PNE, es la Coordinación General de Educación
Media, incluida en el Reglamento Interior de la SEP (DOF, 20/12/02).
Conforme a la norma, el nuevo organismo tendrá facultades para desarrollar
la política educativa del nivel, para organizar las relaciones entre
la SEP y otras instituciones, y para "establecer la coordinación
necesaria para el ejercicio de sus funciones con las unidades administrativas
de la secretaría que operan planteles en donde se imparte educación
del tipo medio superior" (artículo 16). Hasta ahora, dicha coordinación
existe en el papel, por lo que es prematuro valorar su potencial (véase
Comunicado 94/febrero 13, 2003).
LLAMA LA ATENCION QUE en lugar de crear una instancia
ejecutiva, por ejemplo una subsecretaría, la SEP optara por preservar
una estructura que distribuye la responsabilidad del bachillerato entre
las subsecretarías de Educación Superior y de Educación
Tecnológica. Crear "coordinaciones", como se experimentó
en el rediseño de la administración pública federal
a principios del sexenio, ofrece pocas posibilidades porque enfrenta atribuciones
exclusivas de las instancias que pretende vincular. En realidad, la nueva
SEP ya perdió, en éste y otros terrenos, la oportunidad de
reconstruir su estructura burocrática, condición ineludible
para modificar el sistema de educación pública.
EN EDUCACION SUPERIOR los resultados contenidos
en el Informe son interesantes. En materia de ampliación de cobertura
se comunica que "en el ciclo escolar 2002-2003 se atendieron en las diferentes
instituciones de educación superior más de 2.2 millones de
estudiantes, casi 90 mil alumnos más con respecto al periodo anterior,
lo que equivale a un incremento de 4.2 puntos porcentuales". Conviene desglosar
la cifra para interpretarla.
DEL INCREMENTO TOTAL (89 mil 716 estudiantes) sólo
61 mil 296 corresponden al sistema público. Si a ellos se restan
las pérdidas de la enseñanza normal (9 mil 398 estudiantes
menos en el año) quedan 51 mil 898, que equivalen a 58 por ciento
del incremento anual. Además, para apoyar la ampliación de
la oferta de las universidades estatales, la SEP dispuso un nuevo programa
con recursos para proyectos de ampliación justificados, me-diante
el cual se crearon 38 mil 300 plazas de nuevo ingreso en 2002, cifra que,
aunque importante, está lejos de resolver la presión de la
demanda social sobre universidades públicas en los estados.
EN LA LICENCIATURA, que concentra casi 85 por ciento
de la ES en México, las instituciones públicas aumentaron
su matrícula total a 57 mil 421 estudiantes, mientras las privadas
lo hicieron 43 mil 708 estudiantes. Esta pauta reafirma que el sector privado
mantiene mayor dinamismo en la oferta de estudios profesionales. En efecto,
mientras el segmento público tuvo un crecimiento anual de 4.6 por
ciento, el privado creció 7.6 por ciento. En cambio, en posgrado
se nota cierta reanimación de la oferta pública, que registró
un incremento de casi cinco puntos porcentuales en el año contra
3.6 por ciento del segmento privado. No obstante, la proporción
de posgrados privados sigue siendo significativa, superior a 40 por ciento
de la matrícula total del nivel.
PARA AUMENTAR LA MATRICULA pública se crearon
en el año, según el Informe, 26 nuevas instituciones en el
año. De ellas, ocho universidades tecnológicas, ocho institutos
tecnológicos, tres universidades politécnicas y nueve universidades
públicas. Las nuevas universidades públicas consignadas son:
dos sedes de la Universidad del Mar (Huatulco y Puerto Escondido), dos
sedes de la Universidad del Itsmo (Ixtepec y Tehuantepec), dos sedes de
la Universidad del Papaloapan (Loma Bonita y Tuxtepec), la Universidad
de la Sierra Sur (Miahuatlán), la Universidad de Teotitlán
(Cañada Mazateca), todas ellas en Oaxaca. Además, la Universidad
de la Sierra en Sonora.
ES CLARO QUE PREVALECE, en la óptica del
Estado, una visión favorable a la educación tecnológica
como medio para diversificar la oferta profesional. Menos evidentes son
las razones por las cuales el gobierno federal está impulsando la
creación de pequeñas universidades públicas en algunos
estados de la república. Asimismo, en el panorama de la ES han aparecido
dos nuevas modalidades: las universidades politécnicas, ya en operación,
y las flamantes "universidades interculturales bilingües"; las primeras
dos iniciarán labores en este 2003. Al tratarse de opciones nuevas,
conviene esperar sus primeros resultados para apreciar sus posibilidades
y límites.
DESDE LOS NOVENTA la SEP ha construido un esquema
de distribución de recursos extraordinarios basado en la asignación
de fondos a las instituciones que formulen programas en aspectos como:
formación de recursos académicos, equipamiento, y programas
de investigación o docencia. Este modelo, complementario del subsidio,
se ha reforzado en la actual administración mediante el Programa
Integral de Fortalecimiento Institucional (PIFI), el cual induce a las
instituciones a formular proyectos de "superación académica
del profesorado, actualización de contenidos, uso intensivo de tecnología
y adopción de enfoques educativos centrados en el aprendizaje".
Aun coincidiendo con el espíritu del programa, no han sido pocas
las voces que, desde la academia, han hecho notar la tensión que
implica sobre la autonomía académica. Se aduce, desde el
gobierno, que la participación es voluntaria para las instituciones.
Lo sería si el monto del subsidio ordinario fuera suficiente para
estar en condiciones de elegir; pero no es el caso.
UNA VERTIENTE IMPORTANTE de la política
de ES conducida por la Subsecretaría de Educación Superior
e Investigación Científica (SESIC), en coordinación
con la ANUIES, es estimular la acreditación de los programas académicos
como forma de demostración del grado de calidad alcanzado. Esta
política se inicia en 1991 con la creación de los Comités
Interinstitucionales para la Evaluación de la Educación Superior
(CIEES) y prosigue con el establecimiento, a fines de 2002, del Consejo
para la Acreditación de la Educación Superior, AC (Copades),
cuyo propósito es autorizar agencias no gubernamentales de acreditación
y coordinar su trabajo. Según el Informe, el año anterior
se triplicó el número de organismos acreditadores reconocidos
por el Copades y el número de programas acreditados pasó
de 123 a 260, lo que representa un incremento del 111.4 por ciento. En
cambio, la evaluación y acreditación de los programas de
posgrado recae en el nuevo Padrón Nacional de Posgrado de SEP-Conacyt.
No es claro por qué, para estudios profesionales, se impulsa la
acreditación mediante agencias no gubernamentales y en el posgrado
se afirma la instancia del Estado. Esta doble vía ha obligado a
las instituciones a atender criterios de calidad que no necesariamente
coinciden en sus elementos básicos de valoración.
INTERROGANTES. ¿Cómo piensa la SEP
alcanzar los niveles de cobertura programados a 2006 cuando, a mediados
del sexenio, apenas se ha conseguido una cuarta parte del nivel esperado?
¿Se tiene previsto crear una Subsecretaría de Educación
Media que pudiera concentrar las políticas gubernamentales del nivel?
¿Por qué, si la mayoría de los egresados del bachillerato
prefieren las carreras universitarias, se contiene la expansión
de las mayores universidades públicas en favor de otras opciones?
¿Hay algún avance en materia de coordinación y normatividad
de los sistemas medios superior y superior, públicos y privados,
del país?
A Xabier Gorostiaga, in
memoriam
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