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México D.F. Miércoles 24 de septiembre de 2003

Explora un espacio metafísico, un sitio encantado en su poemario Bosque

Francisco Segovia asume la literatura como un diálogo entre cultura y naturaleza

''La imagen de que el aire se habita me ronda por todos lados'', manifiesta el escritor

ARTURO JIMENEZ

De una geografía concreta -el bosque ubicado a la mitad de la carretera a Cuernavaca- y de una historia de amor real, Francisco Segovia, un tanto en sentido contrario al predominio de los formalismos, ha creado un universo poético estructurado mediante la contemplación, la reflexión, la narración y otros elementos.

A esa metarrealidad poética Segovia le ha llamado Bosque, libro que explora un espacio metafísico, un sitio encantado. El poeta habla sobre ese volumen editado por el Fondo de Cultura Económica.

Encuentros en La Cima

-ƑNo es un tanto a contracorriente el tema general del poemario: la naturaleza y el ser humano en relación, cuando la tendencia es hacia el interior del individuo?

-El libro en realidad es una historia de amor de alguien que ya no es un joven. En ese sentido, es un libro que mira al mundo con cierta madurez. En Doctor Fausto, Thomas Mann decía: a los jóvenes no les interesa la naturaleza. Y parte de la madurez de un poeta consiste en interesarse más en la naturaleza, en ser consciente de que la literatura no sólo es un diálogo con la cultura, sino también con la naturaleza.

''Además, hay cosas personales. El libro cuenta una historia de amor que en la realidad se dio a medio camino entre Cuernavaca y la ciudad de México. Los encuentros eran en el bosque, en la zona conocida como La Cima. Ahí nos veíamos la que ahora es mi mujer y yo. Ellafrancisco segovia fg partía de Cuernavaca y yo, del Distrito Federal."

-Una presencia importante, que interactúa en o con el bosque, es la niebla, que a veces casi parece un personaje.

-La niebla siempre me ha obsesionado y aparece en varios de mis libros. Cuando era niño los astronautas llegaron a la luna, cuya superficie se veía muy blanca y brillante, iluminada por el sol, al igual que los trajes de los astronautas. Pero el fondo era negro porque no había aire que pudiera ser iluminado por la luz solar.

''Lo que ocurre es que el día es aire que la luz enciende. Y esa imagen de que el aire se habita me ronda desde entonces por todos lados, inclusive uno de mis libros se llama El aire habitado. La luz ocupa el aire, como lo hace la niebla y nosotros mismos. Hay algo de eso cuando se dice: el erotismo es carne iluminada o el cuerpo está iluminado por el alma.

''Es decir, como que una cosa habita a otra cosa. Nosotros habitamos el bosque y el bosque nos habita. Hay un sentido de comunión en todo esto. Esa niebla que habita el aire es una presencia, y en cierto sentido, un testigo misterioso, fantasmal.

''Esa madurez de la que hablaba hace rato, también me provoca hacer la crítica de esos símbolos o lugares comunes, y no tenerles miedo ni rechazarlos, sino utilizarlos. Me interesan mucho los cuentos de hadas, las historias de vampiros, la manera tradicional de contar una historia."

Poemas como máquinas

-Al lector le surge la imagen de que está sentado viendo el bosque y lo que acontece dentro de él. ƑConsidera que la contemplación del mundo exterior es otro elemento infrecuente que sí aparece en Bosque?

-Lo que sucede es que el estilo del libro es más bien romántico, aunque visto desde hoy el romanticismo ya resulta una especie de clasicismo. Lo que no hay en el poemario es la desconfianza en el mundo que existe en buena parte de la poesía moderna, una desconfianza en el contenido del mundo, en que éste es significativo.

''Esa desconfianza obliga a buena parte de la poesía moderna al puro formalismo, a que los poemas sean objetos, máquinas verbales, sin más función que la de ser eso. Esa no es mi posición. Entiendo ante qué se toma esa actitud y no la descarto, pero no es la mía. Mi poesía incluye un diálogo con el mundo y eso supone, de algún modo, una especie de metafísica que quiere decir: el mundo tiene sentido.

''Quiero decir: el mundo tiene sentido en mi experiencia, y ésta me reúne con el mismo mundo. Es una especie de comunión y ésta, claro, es contemplación. Mirar la naturaleza es una manera de mirarse a uno mismo, y viceversa."

Para Segovia hay una especie de noción de mito en su trabajo. ''En la poesía sucede algo similar a lo que sucede con el mito, el cual nos da una visión de la experiencia que tenemos del mundo. Lo que busco es ver esa experiencia reflejada en un poema como si fuera reflejada en un mito".

Muchos de los poemas de Segovia contienen reflexiones en la línea de la filosofía, como la de unos amantes que ayunan entre sí y no aprenden del bosque, que ''vive de comer su propia vida". Comenta:

''La poesía moderna también es despojada de toda reflexión, como es despojada de todo relato. Se ve como poesía lírica y nada más, no hay narración. Eso es una pérdida para la poesía. Del mismo modo, en la poesía más reciente, la del siglo XX, se abandonó también la reflexión, lo cual es otra pérdida."

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