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México D.F. Miércoles 24 de septiembre de 2003

No hay tal lugar es el título de su nueva novela, publicada por Alfaguara

Cristo habita en cualquier sitio, menos ''en las iglesias y la política'': Solares

La sierra Tarahumara conserva valores primigenios que se perdieron en las grandes urbes

Sobrevivimos a un orden social que soslaya la comunicación humana, deplora el escritor

CESAR GÜEMES

Como sus personajes, Ignacio Solares ha desarrollado un claro escepticismo con respecto a la Iglesia. Los habitantes de su nueva novela, No hay tal lugar (Alfaguara), deciden buscar a Cristo en la sierra Tarahumara, espacio donde perviven los valores de convivencia social que se perdieron en las grandes urbes.

A propósito de esa postura, expresa Solares: ''Cristo se salió de las iglesias hace mucho tiempo y por eso quienes mantienen la fe en la posibilidad de su existencia deben buscarlo en cualquier otro lado. Lo único seguro es que no está ni en las iglesias ni en la política".

solares_1_OK-¿Mantiene relación esta actitud de sus personajes con su vida cotidiana?

-Tiene relación directa, sobre todo con un viaje que hice a la sierra Tarahumara hace un año: me rencontré con una comunidad que conocía desde niño, donde persisten valores esenciales ausentes en las grandes ciudades. Para mí la figura fundamental en tanto creyente es Cristo, si bien soy del todo escéptico respecto de las iglesias establecidas. Por eso consideré la existencia literaria de una comunidad en la que se concentraran los valores de la fe. Desde luego, esto equivale a pensar, para quienes hacemos teatro, que la realidad está en el escenario y no fuera de él.

''Si soy escéptico respecto al mundo en que vivimos, soy profundamente optimista en relación con el mundo que sucede dentro de la literatura. Y la única manera de vivir en esa contradicción está en los libros.''

-Es un proyecto propio de Don Quijote: habitar en un mundo alterno.

-Gide decía que con buenos sentimientos se hacía mala literatura, pero Cervantes demostró desde antes que eso no es cierto. En El Quijote no hay maldad. Claro que es atractivo escribir historias con elementos de malicia, pero me gusta pensar que es necesario rescatar la utopía porque en nuestros países, con los gobiernos que tenemos y con el loco aquél en la Casa Blanca, no hay salida. Sobrevivimos a un orden social que cree más en la tecnología que en algo tan usual e inmediato como la comunicación humana.

''En México, por ejemplo, encontramos un desprecio infinito de los gobiernos por la cultura. No les importa que alguien hable sobre un libro que ha escrito o leído. Me gustaría muchísimo, como dice Vicente Leñero, ver a uno de los políticos actuales perdiendo el tiempo en leer un libro.''

Por el regreso a la idea clásica de utopía

-En las sociedades occidentales el papel de los profesionales de la religión es impugnado. Su novela hace otro tanto.

-Cristo se salió de las iglesias hace mucho tiempo; por eso quienes mantienen la fe en la posibilidad de su existencia deben buscarlo en cualquier otro lado. Lo único seguro es que no está en las iglesias ni en la política. La condición para encontrarlo es salirse de la Iglesia, como ocurre en No hay tal lugar. Nadie permanece en un conglomerado al cual el Papa prohíbe la protección sexual. No se puede vivir en una comunidad que se opone a los propios principios.

-Usted se ha interesado, además, por búsquedas como la del espiritismo. ¿Persiste?

-Claro, me inquietan la parasicología, el esoterismo, el ocultismo y el espiritismo, aunque sé que eso puede parecer como si me hubiera salido de la jugada. Mi respuesta es: una forma de estar en otra jugada es ir a buscar a Cristo en la Sierra Tarahumara, donde bien puede encontrarse. Hay que regresar, como decía Pedro Henríquez Ureña, a la idea clásica de utopía, lo mismo que a la de Malraux, cuando señala que el siglo XXI será religioso o no será, y finalmente a la de Jung: en el siglo XXI se acabará el mito de la muerte. Todas estas ideas pueden encontrarse en la sierra Tarahumara, sin que sus habitantes hayan leído a los autores que menciono. Tienen esos valores y esas ideas de avanzada por su propio desarrollo.

-¿No se percibe cada vez más parecido a Madero en la manera de entender la fe?

-Es uno de los personajes que me siguen siempre, no puedo negarlo. Por un lado la ciencia ha realizado avances y la fe por otro. Pero hay un punto en el que coinciden y que le habría gustado mucho conocer a Madero: la siquiatra suiza Elisabeth Kübler-Ross, recientemente fallecida, quien trabajó gran parte de su vida profesional con enfermos terminales, llegó a la conclusión de que 90 por ciento de ellos recibían la visita de seres queridos ya muertos. Claro, este hecho fascinante puede ser una alucinación propia del final de la existencia biológica, al fin y al cabo la literatura también es una alucinación. Pero ese hecho que comprobó la ciencia médica más avanzada aclara un poco el camino, porque entonces no se puede dudar sin elementos de tales apariciones; si dudáramos, pondríamos en tela de juicio la existencia de cualquier personaje de la historia porque ya no está en este mundo. Entonces, creo en la propuesta de Kübler-Ross, científica y autora muy frecuentada. Sus conclusiones hablan de un ''algo" más que no hemos querido atender aunque pertenece al ámbito de lo concreto y mensurable.

-¿Concluiría que si el mal existe y puede encontrarse, otro tanto ocurriría con la bondad?

-Una de las características que hallé en las comunidades tarahumaras es que no tienen conceptos ni palabras para definir el mal. Es un pueblo sin idea de la malicia. La palabra que para ellos equivale a ''castigo" contiene también la de perdón. Como occidentales hemos perdido la capacidad para la bondad, que sabiamente mantienen los tarahumaras. Y si digo que aquí no hay tal lugar, creo que allá ese tal lugar existe.

(No hay tal lugar se presenta hoy a las 20 horas en el Museo Nacional de Culturas Populares, en Hidalgo 289, Coyoacán, en el contexto de la Semana de la Sierra Tarahumara.)

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