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México D.F. Miércoles 24 de septiembre de 2003

Aseguran protagonistas de ese movimiento que el tiempo dio la razón a su causa

El ataque al cuartel Madera, detonante "de la lucha social que cambió al país"

ALONSO URRUTIA ENVIADO

Chihuahua, Chih., 23 de septiembre. A 38 años de distancia, no hay asomo de arrepentimiento de sus protagonistas. El ahora mítico ataque al cuartel Madera fue una operación necesaria en la lucha armada y social; no fue un acto suicida ni desesperado, coinciden las voces de los combatientes que sobrevivieron, reunidos todos por primera vez desde aquel amanecer.

"El ataque se decidió -dice Florencio Lugo, herido en el combate de ese 23 de septiembre de 1965- porque se habían registrado acciones represivas aquí en Chihuahua y en el país contra la población. Aquí, por ejemplo, había un gobernador (Praxedes Giner Durán) que era general y pretendía mandar como se hace en el Ejército... Era su orgullo decir que había llegado a gobernador y a mando militar sin haber estudiado. Así eran las cosas entonces, por eso se decidió el ataque".

Más allá de los hechos de armas, tercia Francisco Ornelas, que entonces tenía 17 años, se buscó y se logró una acción política y armada de trascendencia nacional. A la distancia, atribuye los hechos en Madera al surgimiento de grupos armados en el país y el detonante de la lucha social que, visto ahora, cambió al país.

"Mira, te digo una cosa, tiempo después el propio Luis Echeverría -secretario de Gobernación en el momento del ataque- llegó aquí a decir que venía a terminar con el mito de Madera. Eso da idea de la dimensión del hecho", añade.

A 38 años de aquello que definen como el germen de la lucha armada en México, volvieron a reunirse en una comida en esta ciudad. Fue un rencuentro previo a la presentación del libro de Carlos Montemayor titulado Las armas del alba, novela cuyo tema central es precisamente el ataque al cuartel Madera -que realizaron 13 guerrilleros, encabezados por Arturo Gámiz-, a partir de los testimonios de quienes salvaron la vida.

Reunidos los sobrevivientes, pasaron de las evocaciones requeridas sobre el combate a los rumbos que cobraron sus vidas en años posteriores. Ahí están juntos Ramón Mendoza, Florencio Lugo, Salvador Gaytán, Francisco Ornelas y Juan José Hernández Adame, entre otros protagonistas del movimiento.

"Aquí está Madera", resume Montemayor para enfatizar el rencuentro.

Ramón Mendoza, responsable entonces de realizar el primer disparo contra el foco del cuartel, señal inequívoca de que había comenzado el combate, narra cómo fue a dar a las islas Marías: "un año después habíamos planeado una acción espectacular para conmemorar el aniversario y remarcar que el movimiento seguía ahí. Las cosas no se dieron y nos ubicaron porreunion_cuartel2 sospechosos, y ya en el intento de detenernos maté a un policía. Quisimos huir, pero ya no se pudo".

No purgó toda la pena, pues se fugó "en una lanchita años después", dice sonriendo. Estuvo en el clandestinaje mucho tiempo, hasta 1987.

Integrante del grupo guerrillero, aunque no participó directamente en el ataque, Francisco Ornelas resume las condiciones desventajosas que prevalecieron: "esperábamos llegar tres grupos, que sumarían 40 combatientes, pero al final sólo llegaron a atacar 13. Teníamos informes de que en el cuartel no había más de dos pelotones, unos 25 o 40 hombres, pero en la zona aquel día se juntaron más de 120 efectivos. El Ejército tenía informes ya del grupo de Arturo Gámiz y en esa lógica pensaban que podía actuar en Madera".

Francisco asegura que a pesar de las pérdidas militares de ese día, "no fue una acción suicida ni desesperada; cumplió su cometido, pues de ahí surgieron después los movimientos guerrilleros de Genaro Vázquez, Lucio Cabañas, el Movimiento de Acción Revolucionaria y la Liga 23 de Septiembre".

Salvador Gaytán, un veterano ahora de 70 años -responsable de transportar parte importante de las armas que el destino, entonces, quiso que nunca llegaran- señala que la continuidad de la lucha muestra que ya había "una preparación de guerra, había un grupo guerrillero que ya había obtenido triunfos claros y que iba a seguir actuando".

Después del ataque siguió en la lucha armada junto con Oscar González Eguiarte y Lupito Escobel, este último murió más tarde fusilado en Tesopaco, Sonora.

Gaytán es el único que aún se mantiene en Madera. Continuó en la guerrilla hasta 1974, cuando resultó herido en una emboscada en la sierra Tarahumara, pero reivindica, ahora, su papel como parte de la coordinación guerrillera, esa misma que lo llevó "a proporcionarle armas a Lucio Cabañas, a apoyar su movimiento".

Dice con orgullo que nunca aceptó la amnistía ofrecida por el gobierno, porque siempre la ligó a una claudicación de la lucha.

En el recuento de los hechos en Madera y sus efectos posteriores, Alvaro Ríos, dirigente de la lucha agraria en la región, habla de su papel como responsable de la movilización campesina y de proponer las acciones a seguir del movimiento. "Ellos sabían que tenía experiencia y que iba a proponer una escalada de demandas que nunca nos iban a cumplir, pero era parte de la preparación, ahora lo puedo decir, de la lucha armada que ya se tenía decidida".

Y es que, asegura, "aquí teníamos a los latifundistas más grandes del país, 500 mil hectáreas de Bosques de Chihuahua", explotadora de la riqueza forestal de la zona. "Teníamos que hacer la movilización campesina, aunque sabíamos que no había de otra que la lucha armada..."

La mañana de ayer, al panteón civil de Ciudad Madera llegaron representantes de diversas corrientes de los grupos armados de los años 60 y 70, para conmemorar aquel ataque encabezado por Arturo Gámiz y Pablo Gómez.

Florencio Lugo, en su regreso por primera vez a Madera, habló de la lucha de entonces y de ahora. "El imperialismo -afirmó- sigue avanzando, ahora en la expresión de la globalización", lo que indica que "la lucha debe seguir".

Diversos oradores hablaron de las paradojas y de la razón que ha dado el tiempo a los que murieron en el ataque: "quienes entonces tenían el poder, ahora son indiciados por los crímenes de la guerra sucia, y quienes entonces eran delincuentes cada vez son más reconocidos ahora".

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