México D.F. Domingo 21 de septiembre de 2003
A PLENO ZOCALO
José Agustín Ortiz Pinchetti
Confesiones de un diputado: arcaísmos
MIS AMIGOS me preguntan por el ambiente en la Cámara de Diputados. Mi primera experiencia es muy interesante y a veces emocionante. Los asuntos decisivos se resuelven en los círculos de los jefes de las fracciones, no en el pleno. En plena función, la Cámara vive algunos lances que demuestran el talento y/o la malicia de la clase política. Pero se viven muchos arcaísmos. La legislación, el reglamento y los usos son curialescos, antiguos y barrocos. No ayudan a dinamizar la actividad legislativa. La tarea de los diputados está marcada por los largos recesos del año legislativo. Trabajamos sólo cinco meses.
COMO NO hay relección, no hay rendición de cuentas. Los diputados no se sienten obligados a regresar a sus distritos ni a defender los intereses concretos de sus electores. Su futuro depende de qué tan bien queden con los jerarcas de los partidos, los gobernadores y/o los altos funcionarios federales. Muchos saben que sus carreras van a descontinuarse en cuanto acaben su función. Esto desencadena una actividad futurista frenética, a la que se llama la grilla.
TODAVIA HOY no están constituidas las comisiones, que son los instrumentos capitales para el trabajo legislativo. Debería ser obligatorio acordar la composición de las comisiones antes de la instalación formal de la Cámara. Aunque ésta ratificara los acuerdos, podría darse un improrrogable plazo de 30 días, que sería aprovechado para establecer contactos con los que integraron la legislatura anterior. Hoy ni siquiera conocemos a nuestros predecesores.
LAS COMISIONES deberán reorganizarse, dotarse de recursos propios que no dependan de la asignación discrecional de los partidos. Debe desaparecer la congeladora. Si no hay decisión respecto de un dictamen, la iniciativa debería pasar al pleno. El formato del Informe presidencial debe modificarse. Las fracciones se posicionan respecto de un documento que ni conocen. El partido que está en el poder defiende y la oposición ataca. Todo eso es previsible y aburrido. También lo es la glosa del Informe. Se convierte en un diálogo de sordos que tarda horas. No hay examen riguroso de los temas torales, ni propuestas originales, ni interés en las bancadas.
ES MUY peligroso que asuntos fuera de convocatoria sean tratados sorpresivamente. El más reciente albazo que dio el PRI, con la complicidad del PAN y de los partidos pequeños, es una muestra. Podría llegarse al absurdo de que inclusive una reforma constitucional podría pasar con un voto minoritario, si es presentada de improviso.
ES IRRITANTE la tendencia al legalismo en los debates. Muchas veces se esquiva el tema central. Por ejemplo, en el bloqueo al juicio de procedencia contra el senador Aldana, con excepción de Pablo Gómez los oradores se centraron en cuestiones estrictamente formales. Crearon ficciones jurídicas y todo se redujo a fijar el alcance de ciertas disposiciones menores. El tema de la impunidad, que era el asunto verdadero y el que interesa al pueblo, no apareció en la Cámara ni ante la opinión pública con la suficiente fuerza. [email protected]
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