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México D.F. Viernes 19 de septiembre de 2003
Recién nacidos, fueron rescatados de los escombros de los hopitales Juárez y General
Viento en popa, sobrevivientes del 85
Los 13 jóvenes se desarrollan a plenitud, con apoyo de un equipo médico
ANGELES CRUZ
De entre los escombros de los hospitales Juárez y General de México, hasta ocho días después del sismo de 1985, fueron rescatados 16 recién nacidos. La mitad perdió a su mamá y tal vez esa ausencia sea lo único que les duele cada 19 de septiembre. No recuerdan el temblor y su vida es normal, como la de cualquier adolescente. Hoy, al llegar a la mayoría de edad, prefieren no salir en la televisión ni en los periódicos. "No soy nada especial, ni hago malabares", dice Araceli, una de las sobrevivientes.
Aquello "fue suerte y no me causa tristeza ni felicidad, porque no tenía conciencia de lo que estaba pasando", explica la joven, para quien lo más importante es terminar su carrera de química farmacobióloga, que cursa con una beca en la Universidad del Valle de México.
Para Claudia es distinto, porque "yo me salvé pero mi mamá no". Desde que fue dada de alta del Hospital Infantil de México Federico Gómez, sus tíos se hicieron cargo de ella. "No me acuerdo, pero me han contado que cuando nos fueron a buscar creían que sólo encontrarían a mi madre, porque era su nombre el que estaba en la lista de sobrevivientes". Ocurrió que el nombre de Petra Juárez Mora también lo llevaba la bebé en el brazo, como identificación.
Ellas dos, junto con Francisco y Jorge Alberto, fueron invitadas ayer a la conferencia que organizó el Hospital Infantil de México con motivo del 18 aniversario de los sismos del 19 de septiembre de 1985.
Al principio los inhibieron las cámaras fotográficas y de televisión, que trataban de tomarles la mejor imagen. Luego parecían no entender la curiosidad de los reporteros, que los acosaban con preguntas como: "ƑQué sienten de ser sobrevivientes de los sismos?" Después, ya con más confianza, comentaron sus experiencias y expresaron que los sismos no les cambiaron la vida, sino que la construyeron a partir de aquellos hechos.
Estos cuatro jóvenes, junto con otros nueve, forman parte del estudio que durante 18 años ha realizado el Hospital Infantil de México para dar seguimiento clínico a cada uno. De los 16 bebés rescatados, dos fallecieron y uno más fue llevado por sus padres a vivir a Estados Unidos.
Dina Villanueva García, jefa de la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales, recordó ayer la historia de cada uno de los pequeños, las condiciones físicas en que llegaron luego de un ayuno de varias horas en algunos casos y en otros, los más extremos, hasta de una semana.
Sobrevivieron, dijo, porque tenían un peso adecuado al nacer, estaban sanos y, por lo tanto, contaban con reservas nutrimentales suficientes. Aun así, cuando ingresaron al hospital habían perdido 24 por ciento de su peso original, tenían heridas en diversas partes del cuerpo, presentaban hipotermia, crisis convulsivas y, en algunos casos, alteraciones del sistema nervioso.
La investigación, única en el mundo, ha abarcado los aspectos médicos, emocionales, sociales y económicos de cada uno de los jóvenes. La sicóloga María de Jesús Madrazo detalló que el terremoto no dejó secuelas en su personalidad, ni existen diferencias entre ellos y otros jóvenes que viven en condiciones familiares similares.
En 1987, el Hospital Infantil, que dirige Romeo Rodríguez Suárez, creó un fideicomiso con las donaciones que recibió, de manera anónima, para apoyar la educación de los menores. A la fecha ese instrumento financiero cuenta con 467 mil pesos, que se utilizan en los gastos de transporte y educación de los jóvenes que decidieron continuar sus estudios, como Araceli, Claudia y Francisco. Ante las preguntas de los reporteros, Francisco respondió que se siente "bien y afortunado de estar vivo después de la tragedia que hubo". Dijo que estudia en el Colegio de Bachilleres y planea hacer la carrera de mercadotecnia. Hoy vive con sus tíos.
Jorge Alberto, en cambio, apenas concluyó la secundaria y decidió empezar a trabajar, "aunque ahorita estoy como en una báscula que se tambalea". No sabe si regresará a la escuela. Su mamá murió durante el sismo y su cuerpo no fue localizado. A su papá nunca lo conoció. Fue adoptado por sus tíos, pero lleva los apellidos de su madre: Martínez Rodríguez.
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