México D.F. Viernes 19 de septiembre de 2003
Resguardada por un cordón de seguridad,
la ciudad sólo permitirá protestas pacíficas
Dubai, desconocedora de manifestaciones públicas,
sede de la reunión FMI-BM
A la estricta vigilancia desde hoteles a comercios se
añade la autocensura de la prensa
ROBERTO GONZALEZ AMADOR ENVIADO
Dubai, 18 de septiembre. Por primera vez desde
que la asamblea de 2000 en Praga tuvo que ser clausurada un día
antes de lo previsto por la intensidad de las protestas callejeras, el
Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) realizan esta
y la próxima semana una reunión anual fuera de su sede en
Washington. El punto de encuentro es ahora Dubai, la capital financiera
de los Emiratos Arabes Unidos, un país con un territorio un poco
mayor que Veracruz, ubicado entre el desierto y el golfo Pérsico
y donde las manifestaciones públicas son desconocidas.
En la región más conflictiva del mundo,
los Emiratos Arabes Unidos se ubican en la parte oriental de la península
Arábiga, entre Omán y Qatar, país que albergó
el centro de operaciones del ejército de Estados Unidos durante
la invasión de abril pasado a Irak, y con fronteras también
con Arabia Saudita al este y el golfo Pérsico al oriente.
Por eso no extraña el cordón de seguridad
tendido sobre Dubai, sede del encuentro que reúne a la elite de
las finanzas internacionales, una región de 3 mil 885 kilómetros
cuadrados (extensión similar al estado de Tlaxcala), con una población
de 910 mil 300 habitantes, de los cuales sólo 22 por ciento es nativa
y el resto inmigrantes, principalmente de Bangladesh, Sri Lanka, Pakistán,
Filipinas e Irán.
El
Centro Internacional de Convenciones de Dubai, sede de la 58 asamblea de
la junta de gobernadores del FMI y el Banco Mundial se encuentra custodiado
por fuerzas especiales y regulares del ejército, la policía
y los servicios de seguridad de los Emiratos Arabes Unidos y del propio
emirato de Dubai, uno de los siete que integran el país.
Es una ciudad de contrastes. El Centro de Convenciones
se encuentra prácticamente aislado, inaccesible para cualquier persona
que no porte una identificación que la relacione con la reunión
anual de los organismos internacionales. Los visitantes son llevados hasta
la puerta del complejo por autobuses que deben sortear varios retenes vigilados
por guardias armados con rifles de asalto. Fuera del perímetro protegido
por bardas de concreto y cercas de alambre, la actividad se desarrolla
frenética en el resto de la ciudad, que alberga varios de los centros
comerciales más sofisticados del golfo y donde la temperatura alcanza
en el día 45 grados centígrados.
La población suele ser tolerante con las costumbres
y el modo de ser occidentales, según informa el gobierno local en
un instructivo entregado a los participantes en el encuentro.
Es otra cosa cuando se trata de la actitud del gobierno
hacia los inconformes. Este es un país donde las protestas públicas
son desconocidas y, de acuerdo con varios periodistas occidentales que
trabajan en la zona, la prensa ejerce una estricta forma de autocensura.
Hasta ahora, sólo se sabe de 80 ciudadanos noruegos
que pretenden realizar una manifestación pública contra la
reunión anual del FMI y el Banco Mundial. Las autoridades locales
anunciaron que tomarán acciones contra ''todo tipo de comportamiento
antisocial''.
Los ciudadanos de 34 países, incluidos los de Estados
Unidos, Canadá y la Unión Europea, no requieren de visado
para entrar a este país. Hasta ahora, el gobierno del emirato ha
asegurado que permitirá las protestas pacíficas y que dará
la bienvenida a la manifestación de diferentes puntos de vista ''si
son expresados de manera constructiva y no violenta'', reporta la prensa
local.
Por lo pronto, en los 40 hoteles considerados oficiales
para el encuentro, fueron instalados arcos de seguridad y los establecimientos
son vigilados 24 horas al día por personal de seguridad, pero también
por oficiales de los servicios de inteligencia que tratan de averiguar
todo lo posible sobre los motivos que traen por estos días a un
extranjero al país.
Los centros comerciales, visitados asiduamente por los
habitantes de esta ciudad -que tienen un ingreso anual de 29 mil 400 dólares,
el segundo más alto del mundo después de Suiza-, también
son pequeñas fortalezas donde los compradores y mirones son revisados
al entrar y vigilados a distancia.
Cinco kilómetros antes de llegar al centro de convenciones,
un moderno complejo construido hace apenas dos años para atraer
ferias y exposiciones, se encuentra cerrada la circulación y los
retenes sólo permiten el paso a personas acreditadas y vehículos
oficiales.
A lo largo del trayecto se observan soldados armados con
rifles, cubiertos por la sombra de los pocos árboles para resentir
menos el clima seco del desierto, que la mayor parte del tiempo rebasa
los 45 grados centígrados.
En el Centro de Convenciones la presencia de elementos
de seguridad supera, a simple vista, la de los participantes. Todos portan
radio o teléfonos celulares. Incluso la entrada de los sanitarios
del área dedicada a la prensa está custodiada por guardias
del ejército, que exigen ver la acreditación para permitir
el ingreso.
Una semana que se anticipa agitada comienza este día
con la reunión de los dos principales organismos financieros del
mundo. Por lo pronto, hoy ya fue inaugurado un monumento con el que el
gobierno quiere conmemorar la celebración del encuentro
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