México D.F. Lunes 15 de septiembre de 2003
Cada noche la resistencia lanza unos 50 ataques
contra las fuerzas de ocupación
Powell se aferra a la historia que ha repetido EU desde
que llegó a Irak
De visita en Bagdad, el diplomático opta
por las buenas noticias y rechaza las negativas
ROBERT FISK ENVIADO ESPECIAL THE INDEPENDENT
Bagdad, 14 de septiembre. Tuvimos que pasar una
alambrada de púas de 400 metros de largo para llegar la noche de
este domingo adonde estaba el secretario estadunidense de Estado, Colin
Powell. Debimos pasar por cuatro puestos de revisión y someternos
incluso a tres revisiones corporales. Helicópteros Apache
circunvolaban el centro de conferencias y en la oscuridad se avistaban
vehículos Bradley estacionados en las inmediaciones. Pero
dentro había aire acondicionado, luz brillante, optimismo y el secretario
Powell.
El funcionario acababa de tener una "muy estimulante reunión"
con el nuevo "consejo de gobierno". Se dijo "muy impresionado" por lo que
vio en Bagdad: "personas que trabajan muy duro en reconstruir un país,
una sociedad".
Olvidémonos, pues, de los 87 mil millones de dólares
que el presidente George W. Bush necesita para manejar Irak el próximo
año. Olvidémonos de los estadunidenses caídos y del
número mucho mayor de iraquíes muertos que día con
día pagan el precio de esta demencial invasión.
Olvidémonos
del joven soldado estadunidense muerto esta mañana en Fallujah,
cuando una bomba estalló debajo de su Humvee, ataque en el
que siete de sus compañeros resultaron heridos. No mereció
siquiera una mención del ex general Powell. Fue la Suspensión
del Descreimiento, decretada por la Coalición de los Dispuestos.
Cierto, hubo una mínima referencia a la catástrofe
más reciente -la matanza de nueve policías iraquíes
por fuerzas estadunidenses a las afueras de Fallujah- y a la indemnización
que acaso habrá que pagar a sus deudos. Fue, según la moderada
descripción del procónsul Paul Bremer, "un muy lamentable
incidente" que está aún "bajo investigación de nuestros
militares".
Que se lo digan a las personas de Fallujah que se pasaron
el fin de semana disparando armas al aire y clamando venganza contra Estados
Unidos.
Así pues, es la misma historia de siempre. Habrá
un "Irak libre y democrático que será amigo y socio de Estados
Unidos... y un actor responsable en el escenario mundial". Pasará
"algún tiempo" antes de que un nuevo gobierno iraquí pueda
asumir el poder, según indicó Powell -he allí la respuesta
a lo que le dijo el canciller francés Dominique de Villepin en Ginebra-
y aún hay "inestabilidad" en el país, "pero en muchas partes
las cosas son ya bastante seguras y estables".
Por desgracia para Powell, parece que a los estadunidenses
les toca manejar la parte inestable, y hasta él tuvo que reconocer
que "hemos comprobado que algunos terroristas han empezado a llegar al
país", a pesar de que no ofreció ninguna prueba real de su
afirmación.
Bremer, que allá en Washington tiene la fama de
ser un experto "antiterrorista", se mantuvo en la escena local, disfrutando
de la precisión de sus estadísticas. Hasta este sábado,
anunció, Irak había producido un millón 624 mil barriles
de petróleo, de cuya venta 95 por ciento de los ingresos irán
al Fondo de Desarrollo Iraquí, y 5 por ciento a las reparaciones
que se deben a Kuwait por la invasión de 1991. Ninguna mención,
por supuesto, de lo que Irak deberá pagar por su propia invasión.
Powell habló de los 20 mil millones que Bush piensa
gastar en Irak. La cifra mucho más estremecedora de 87 mil millones
que supuestamente tiene que apoquinar el contribuyente estadunidense para
esta ocupación no mereció referencia.
Fue, de hecho, la misma historia a la que los estadunidenses
se han aferrado desde que llegaron a Bagdad. O más o menos la misma.
Habrá una Constitución. Tendrá que ser ratificada.
Habrá elecciones libres. Habrá "un liderazgo comprometido
con los principios democráticos".
Powell -quien nunca se arriesgó a ir más
allá de la alambrada de púas y los retenes- afirmó
haber notado "una vibración que atribuyó a la comprensión
de la libertad que se extiende por esta tierra". Estados Unidos ha "liberado"
a Irak, expresó varias veces. La palabra "ocupación" no pasó
por sus labios.
Dijo querer buenas noticias, no esas historias "más
visuales (sic) y de naturaleza más negativa". Quiere que se dedique
"un poco más de tiempo, atención y energía a esas
historias más positivas".
Lo mismo decimos todos. Probablemente por eso las autoridades
de ocupación ya ni siquiera emiten esas advertencias de seguridad
que repartían cada mañana a las organizaciones humanitarias
que trabajan en Bagdad. Porque si lo hicieran revelarían que cada
noche hay unos 50 ataques a las fuerzas estadunidenses, que casi todos
los días disparan misiles tierra-aire a los aviones y helicópteros
estadunidenses, y que ni el aeropuerto de Bagdad ni el de Basora se consideran
seguros para abrirlos.
No hubo siquiera una sola palabra sobre la desastrosa
reunión de Powell en Ginebra, que dejó a los estadunidenses
sin ninguna esperanza, por ahora, de ver ejércitos de otros países
acudiendo a Irak a su rescate.
Lo único que hubo fueron montones de buenas noticias,
junto con una de esas frases para los noticieros que todas las potencias
de ocupación llegan a pronunciar en algún momento. "No queremos
permanecer aquí un día más", afirmó Powell.
"Nos quedamos porque es necesario llevar adelante la tarea.
Vinimos como libertadores. Hemos liberado varios países y no poseemos
un centímetro cuadrado de ninguno, excepto allí donde sepultamos
a nuestros muertos."
En estos días, por supuesto, los muertos estadunidenses
se envían de vuelta a Estados Unidos, y hoy, mientras Powell estaba
en Bagdad, los camaradas del joven soldado volado por los aires en Fallujah
preparaban su último viaje a casa desde Irak.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
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