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México D.F. Domingo 14 de septiembre de 2003
Ofreció el primero de sus tres conciertos
consecutivos
El Recodo casi llenó el Auditorio para celebrar
sus 65 años de vida
ARTURO CRUZ BARCENAS
Hace 65 años nació la historia de El Recodo
en Sinaloa, en forma de música de viento. Así la imaginó,
la escuchó, frente al mar de Mazatlán, Cruz Lizárraga,
su fundador, un hombre alegre y dicharachero que ambientaba fiestas, reuniones
mil. A su legado se le conoce también como La Madre de todas las
Bandas, que el pasado viernes ofreció el primero de tres conciertos
consecutivos en el Auditorio Nacional, pero ahora bajo el liderazgo de
Poncho y Joel, hermanos, y Chuyita, la viuda de Cruz.
Ya la música de viento de El Recodo ha quedado
atrás. Todo cambia. Quienes manejan ahora la banda han mutado el
estilo, fusionado ritmos; los 18 integrantes mudan de look, se tiñen
el pelo, ensayan coreografías; han despedido a los vocalistas Carlos
Sarabia, antes a Julio Preciado, y más recientemente a Germán
Lizárraga, su hermano, quien para algunos conocedores era la imagen
de la experiencia y mesura que requiere un grupo, sobre todo de las dimensiones
de la empresa que es hoy propiedad de los Lizárraga.
Inmersos en la fama, en ser los número uno del
género bandero, se han dado el lujo de viajar a Australia, a Europa,
en giras de promoción donde apenas reúnen a unas decenas
de curiosos, en parques y camellones públicos. Ni modo que los conozcan
los japoneses o alemanes.
Eso es visto como un exceso por algunos músicos
gruperos, quienes consideran positivos tales paseos en términos
de imagen, pero que realmente son infructuosos para abrir nuevos mercados.
Son para hacer currículum. Tan sólo eso. Pero mientras haya
empresarios que faciliten el dinero, no hay problema.
El
Recodo levantó el vuelo hace unos diez años. Mucho le ayudó
el auge de otras bandas, como la Machos, y su ritmo del caballito, que
también tocan. Hace dos lustros se oía que iba a progresar
lo grupero. Así fue. El movimiento creció hasta significar
millones de pesos, miles de fuentes de trabajo. Como abejas a la miel,
en torno a su fama y dinero pululan las bellas, los buscadores de amistad
y favores.
A cada uno de sus conciertos acuden, mínimo, 20
mil personas. En octubre tocarán en unos 15 sitios. Y así
se la llevan casi todo el año. Nadie sabe a ciencia cierta, ni Hacienda,
las ganancias de los conjuntos gruperos, ni sus formas de reportar tales
dineros. ¿Cuántos empresarios de bailes hay en México?
De los bailes que se anuncian, ¿todos cuentan con los permisos correspondientes?
Hay muchos etcéteras.
El Recodo apoyará la campaña contra el cáncer
de mama de la Fundación Cima. Su tema Las vías del amor
ha sido alterado en su letra para despertar conciencia entre la población.
Un porcentaje de lo recaudado en sus bailes y por la venta de su nuevo
disco, en octubre, irá a ese fin altruista. ¿El porcentaje
será objetivo, real? ¿Se dirá cuánto obtiene
El Recodo en un mes de trabajo? Los boletos para sus conciertos del 12,
13 y 14 de septiembre costaron más de 500 pesos en preferente. Casi
llenaron.
No me sé rajar
A las 20:35 horas comenzó el reventón. De
inmediato, parejas se pusieron a bailar, piernas cruzadas. Algunos empinaron
su sombrero y empezaron a dar vueltas. El Auditorio se convirtió
en una gran pista de baile, cual Santa Fe, Rayo, Rodeo de Texcoco o La
Rancherita. Fuegos artificiales, escenografía que colocaba la mente
en la playa, bajo las palmeras, imágenes del fundador en sus años
mozos, fotografiado con artistas queridos por el pueblo.
No me sé rajar, Deja, y los músicos
bailan y brincas como si estuvieran ejecutando alguna kata. Mueven las
nalgas provocando chiflidos entre sus seguidoras. Reparten miles de pañuelos
con estampados del nombre de El Recodo. "Es inolvidable estar aquí;
gracias a don Cruz y a Diosito".
El griterío, que no cesará a lo largo del
concierto, se vuelve estridente cuando suena Pena tras pena, el
primero de los éxitos en las voces de Mimoso y Sarabia. "¡Qué
mal me sabe la miel amarga de tu traición!", de las frases más
pegadoras. De Juanga: Costumbres, la sabiduría de
que puede más el tiempo de convivencia y las cosas comunes que los
sentimientos de amor, en la pareja.
Mimoso cierra los ojos, se cachondea. "Todas las
chavas son unas reinas", expresó. "¡Este es el chou!".
Yo tengo un corazón, Una pura y dos con sal. "Estamos con
los pelos de punta", agregó Mimoso, con los cabellos erizados
a punta de gel. "Que me toquen la cococha". Peligrosa. Bailan los
jóvenes, quienes se saben todas. El Recodo ha logrado conquistar
a ese segmento de la población y en eso reside su éxito.
Ya se hizo la machaca, De Sinaloa salí.
Al fondo del escenario, en una pantalla una imagen de un fuego que ha ardido
durante 65 años. Llegaste tú. Sube el mariachi. Se
sientan en unos sofás. Que te ruegue quien te quiera. Pura
onda machín. Ambiente de carnaval. Chiflidos contra Cuauhtémoc
Blanco, sentado en segunda fila, cerca de Ninel Conde.
Es septiembre, mes de la patria, y se oye ¡viva
México!, una y otra vez. La R del Recodo sobre el escudo nacional.
Aparece la Orquesta Sinfónica Juvenil de Mazatlán, que tocará
con los recodistas un popurrí de temas que hizo famosos José
José. Banda con sinfónica. ¡Orale! Engalana el Ballet
Folclórico de Culiacán. Cien artistas pisan el escenario.
Mi gusto es, el tema que más gustaba a don Cruz, es el anuncio
del final. Son casi las 11 de la noche. Finalizaba el primero de los tres
conciertos de El Recodo en el Auditorio Nacional.
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