México D.F. Domingo 14 de septiembre de 2003
En la capital contienden por la alcaldía
el oficialista Ibarra y el empresario Macri
Kirchner, fortalecido por el acuerdo con el FMI, a
horas de decisivas elecciones
Se eligen mandatarios regionales en la provincia de
Buenos Aires, Chaco, Jujuy y Santa Cruz
STELLA CALLONI CORRESPONSAL
Buenos Aires, 13 de septiembre. A sólo unas
horas de elecciones en esta capital, la provincia de Buenos Aires, Chaco,
Jujuy y Santa Cruz, el gobierno del presidente Néstor Kirchner se
ve fortalecido por el acuerdo obtenido con el Fondo Monetario Internacional
(FMI), especialmente porque manejó personal y políticamente
la difícil negociación de último momento junto con
el ministro de Economía, Roberto Lavagna.
El mandatario intentará traducir en las urnas la
popularidad de más de 70 por ciento que señalan las encuestas
y los elogios mayoritarios que recibió por la forma en que negoció
un acuerdo anunciado en la semana con el FMI, que por primera vez no contiene
cláusulas de ajuste económico.
El
escenario principal de la ronda electoral del domingo será la capital,
donde el centroizquierdista Aníbal Ibarra busca su relección
como alcalde, apoyado por Kirchner, en una segunda vuelta ante el empresario
y presidente del club de futbol Boca Juniors, Mauricio Macri (centroderecha).
Todas las encuestas indican paridad entre ambos postulantes
que no supera en ningún caso el índice habitual de 4 por
ciento de margen de error de los estudios de opinión -es decir,
un empate técnico-, aunque los sondeos ubican a Ibarra al frente.
La apretada pugna electoral será resuelta por 9
por ciento de los 2.5 millones de porteños que aún no decidieron
su voto y por unos 200 mil ciudadanos que no asistieron a la primera vuelta
del 24 de agosto, que ganó Macri con 36.44 por ciento de los sufragios,
contra 32.50 por ciento de Ibarra, señalaron los consultores.
El mandatario argentino estima que en los comicios de
la capital federal está en juego los modelos neoliberal -que hegemonizó
la década de los 90 durante el mandato del entonces presidente Carlos
Menem, encarnado ahora por Macri- y de mayor presencia estatal, que con
su apoyo preconiza Ibarra.
Kirchner ha advertido que el acuerdo con el FMI "no es
una panacea", porque aunque fueron rechazadas algunas de las demandas más
"sensibles" para un país que bordeaba el default, lo aceptado
significará un enorme esfuerzo y algunos nuevos sacrificios.
Hubo analistas que creyeron ver un "desconcierto" en el
presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, por la acción tan
fuerte y el logro de Kirchner, e inclusive algunos desde la derecha más
conservadora pensaron que esto iba a llevar a un enfriamiento entre los
dos principales países del Mercado Común del Sur, ya que
el FMI no doblaría tan fácilmente la mano en sus negociaciones
con Brasilia.
Sin embargo, un día después del acuerdo
firmado en Argentina, Lula señaló que su país va a
entrar "a las negociaciones con el FMI con la cabeza erguida, sin mal humor.
No estamos con la soga al cuello y mucho menos con una espada sobre nuestra
cabeza. Y no vamos a hacer de esto una batalla ideológica (...)
van a prevalecer los intereses del desarrollo nacional".
Otro tema preocupante es el inusual respaldo del presidente
de Estados Unidos, George W. Bush, pues a un sector de la sociedad le preocupa
lo que puede pedir a Kirchner, como que cambie su actitud hacia Cuba o
que colabore en su guerra contra el "terrorismo internacional".
El
analista José María Pasquini Durán considera que en
todo este proceso el FMI "perdió algo de la fuerza de presión
que tenía", en tanto que Estados Unidos, cuya voluntad es ley en
estos organismos, pasa por dificultades y lo que menos necesita es que
se alborote el patio trasero.
Agrega que un desacuerdo insalvable con Argentina provocaría
prevenciones de Washington contra el "populismo antimperialista", que significaría
un obstáculo a la conformación de la Acuerdo de Libre Comercio
de las Americas, impulsada por Washington".
Las elecciones de este domingo definirán mejor
el panorama de Kirchner. Hasta aho-ra le ha dado una creciente credibilidad
sus medidas en el campo de los derechos hu-manos, de lucha abierta contra
la impunidad del pasado -la más reciente, sobre la enorme corrupción
que hubo en el gobierno de Menem- y del sistema judicial.
Pero casi 60 por ciento de los argentinos vive en la pobreza,
y en el acuerdo con el organismo financiero internacional, de al-guna manera,
ellos no figuran.
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