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México D.F. Domingo 14 de septiembre de 2003
Antonio Gershenson
¿Cuál es la propuesta de la derecha?
Hay mucha discusión sobre una reforma eléctrica
que la derecha no define claramente, y sobre la entrega del gas natural
no asociado a empresas extranjeras. El hecho es que las propuestas oficiales,
tanto del antiguo régimen como del actual gobierno federal, fueron
rechazadas en el Senado y no se han presentado otras a ninguna de las cámaras
legislativas. Sí hay, pendientes de dictamen, tres propuestas, una
del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el Senado y dos del Partido
de la Revolución Democrática, una en cada cámara,
en sentidos claramente diferentes de las propuestas oficiales ya rechazadas.
También hay, sin embargo, una propuesta legislativa
de la derecha. El entonces todavía diputado Jorge Chávez
Presa, quien fue subsecretario en el antiguo régimen y ha seguido
impulsando proyectos similares a los que ya rechazó el Senado, presentó,
en el último día de sesiones de la legislatura anterior,
el viernes 29 de agosto, una propuesta de reforma constitucional. Ya se
verá en qué medida esta propuesta representa a la derecha
en su conjunto, la del PRI, la del PAN y la del gobierno federal.
Con esta propuesta queda claro, en primer lugar, que la
principal línea divisoria en esta polémica pasa por dentro
del PRI. Una parte de este partido presentó la propuesta que está
en el Senado, y este ya ex diputado del mismo agrupamiento político
introdujo otra que va en un sentido opuesto. El hecho es que esta última
es, hoy por hoy, la única propuesta oficial de la derecha en el
Poder Legislativo, y como tal la tratamos.
La propuesta tiene dos partes. La primera se refiere al
gas natural no asociado al petróleo, o sea, al que se extrae de
yacimientos que tienen sólo gas o que contienen petróleo
entendido como aceite, en proporciones mínimas. Como lo hemos transcrito
en varias ocasiones, el artículo 27 de la Constitución dice
que "tratándose del petróleo y de los carburos de hidrógeno
sólidos, líquidos y gaseosos, o de minerales radiactivos,
no se otorgarán concesiones ni contratos, ni subsistirán
los que en su caso se hubieran otorgado".
La propuesta del citado diputado introduce, después
de la palabra gaseosos, la frase: "con excepción del gas natural
no asociado". También propone un cambio similar en el artículo
28. Es obvio que el cambio propuesto va en el sentido de querer dar una
base constitucional a los llamados contratos de servicios múltiples
que se quieren otorgar a grandes empresas extranjeras para extraer el gas
natural no asociado al petróleo.
El resultado, sin embargo, es otro. Si es difícil
que una reforma legal antinacional sea aprobada en ambas cámaras
en las actuales condiciones tan complejas, la aprobación de una
reforma a la Constitución es casi imposible, pues requiere mayoría
de dos tercios en cada una de las dos cámaras legislativas, y además
la ratificación de la mayoría de las legislaturas de las
entidades federativas del país. Este proceso implica, además,
tiempo, en el curso del cual es previsible una creciente polémica
pública, y el consiguiente costo político para quienes quieren
poner los negocios de unas cuantas empresas de fuera por encima de los
intereses de la nación.
Y, por lo pronto, el mencionado ex diputado reconoce,
implícitamente, que los contratos de servicios múltiples,
y los otros firmados en la industria petrolera, violan la Constitución
en su actual texto, único válido. Porque si no fuera ése
el caso, ¿qué sentido tendría proponer su modificación?
La segunda parte de la propuesta que comentamos se refiere
a la industria eléctrica. Agrega, en una de sus partes medulares,
que "los particulares, mediante concesión, podrán generar
energía eléctrica para el Estado (con esto implícitamente
reconoce que es anticonstitucional que lo estén haciendo ya), para
consumo propio y a los usuarios cuyo consumo rebase los límites
previstos por la ley". Independientemente de que al ex diputado no le caerían
mal unas clases de redacción, plantea que los particulares puedan
prestar servicio a una parte del público, o sea, un servicio público.
Para ello, propone también el "acceso y uso no discriminatorio"
de la red que opera la Comisión Federal de Electricidad.
Esto implica privatizar funciones públicas, y entregar
parte del consumo a particulares para que lo satisfagan. Implica limitar
aún más las posibilidades de planeación de largo plazo
y, en la medida en que se pretende transferir áreas de lo que se
puede planear y programar, a lo que el mercado determine, se afecta la
seguridad del abasto en el largo plazo. Se pretende prolongar la asfixia
financiera a las empresas públicas y seguir transfiriendo sus funciones
y sus medios a algunas privadas, en perjuicio, que ya se da, incluso de
empresas de otras áreas, como las que han cerrado por lo cara que
está la energía, debido al trato de consentidos que se da
a los beneficiarios de semejantes medidas.
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