México D.F. Domingo 14 de septiembre de 2003
En foro de análisis de Casa Lamm y La Jornada narra encuentro con el ex dictador
Meses antes del golpe, Martínez Corbalá vio en Pinochet a un Victoriano Huerta
Allende, hombre universal: Horacio Labastida; fue un demócrata excepcional: Steinsleger
Augusto Pinochet y Gonzalo Martínez Corbalá -embajador mexicano en Chile el 11 de septiembre de 1973, fecha en que se perpetró el golpe militar- se vieron personalmente una sola vez en mayo de ese año -mes en que comenzó a fraguarse el ataque-, aunque su conversación no fue más allá de simples saludos protocolarios.
En mayo de 1973, la legación mexicana celebraba la llegada dos buques petroleros, solicitados por el presidente constitucional Salvador Allende al gobierno de Luis Echeverría. Luego de la recepción en la sede diplomática, su esposa preguntó a Martínez Corbalá: "ƑQuién es ese general que llevaba tantas condecoraciones?" "No lo sé", respondió el embajador.
La curiosidad los llevó al libro de visitas, y ahí, por un mensaje escrito con una caligrafía ostentosa, "digna de las damas del Sagrado Corazón de Jesús" -cuenta el diplomático-, identificaron al personaje: "Gracias a los soldados del norte (mexicanos)... Augusto Pinochet". Aunque visto desde Chile, "casi todo es norte".
-ƑPor qué no le hiciste caso? -insistió la esposa.
-No lo sé; me cayó mal. Con esos lentes oscuros me pareció ver a Victoriano Huerta -contestó.
Grito de altura
Durante la mesa de análisis organizada por Casa Lamm y La Jornada, a 30 años del golpe de Estado, el ex embajador mexicano rememoró su experiencia en Chile desde el ataque al Palacio de la Moneda aquel 11 de septiembre de 1973, el rompimiento de las relaciones diplomáticas con el país sudamericano un año después, y su llegada a México en las primeras horas del domingo 16 (aún noche del Grito de Independencia) con más de 500 exiliados, incluidos Beatriz e Isabel Allende, hijas del presidente sacrificado, y Hortensia Bussi, la viuda.
La coincidencia en las fechas permitió a Martínez Corbalá bromear años más tarde con el presidente Miguel de la Madrid: "Yo he dado el Grito (de Independencia) de mayor altura", le comentó al mandatario, recordando que el avión DC-9 que los trajo de Santiago ingresó en el espacio aéreo mexicano justo la noche del sábado 15 de septiembre.
"Tuve que explicarle de inmediato a qué me refería, porque el chistecito no le causó mucha gracia", agregó.
Durante su intervención, el ex diplomático lamentó que a 30 años del golpe, Augusto Pinochet no haya expresado algún tipo de arrepentimiento al pueblo chileno por los crímenes y las desapariciones cometidas durante el régimen militar, y sí en cambio muestre cierto "orgullo". Asimismo, indicó, al ex dictador "se le ve cada vez más solo", rodeado únicamente por sus familiares y cómplices de la junta militar.
La revolución democrática
Por su parte, Horacio Labastida, colaborador de esta casa editorial, aseguró que al igual que José Martí o Lázaro Cárdenas, Salvador Allende será siempre un "hombre universal", porque supo conducir un gobierno alejado de radicalismos, anteponiendo siempre la voluntad popular.
Allende no buscó nunca un cambio marxista en Chile, sino una profunda transformación social, y si bien respetaba el camino seguido por las guerrillas latinoamericanas, consideraba "posible hacer una revolución por la vía democrática", indicó el ex embajador de México en la Nicaragua sandinista.
Esta visión del poder e imaginar hombres dignos y libres es lo que hace de Salvador Allende un hombre universal, señaló Labastida. Consideró que el presidente chileno ha sido uno de los pocos jefes de Estado de América Latina que llegó al gobierno de su país "por voluntad de su pueblo", e indicó que las lecciones en materia de democracia emanadas de la Unidad Popular tienen hoy una "vigencia plena" en el continente.
En tanto, José Steinsleger, colaborador también de La Jornada, advirtió la correspondencia y los puentes que tendieron ambos ex diplomáticos con los pueblos de José Martí -Martínez Corbalá fue también embajador en Cuba-, Pablo Neruda y Rubén Darío.
Durante su intervención, Steinsleger destacó que la decisión adoptada por Martínez Corbalá de tramitar ante la junta militar chilena el asilo de más de 500 ciudadanos en las primeras horas después del golpe lo convirtió en los hechos en un "revolucionario".
No es casual el compromiso de México con Chile y Nicaragua, señaló, pues tanto Martínez Corbalá como Horacio Labastida fueron educados en una tradición de "rechazo a la traición", que en México encarna Victoriano Huerta y en América Latina Augusto Pinochet.
Resaltó que en el gobierno de Salvador Allende se vivió un proceso de "democracia excepcional", que "no vamos a recuperar" con facilidad.
Martínez Corbalá dejó la embajada de Chile en febrero de 1974 luego de haber logrado el asilo de unos 2 mil 400 ciudadanos chilenos y meses antes de que gobierno de Luis Echeverría rompiera relaciones diplomáticas con ese país en septiembre de ese año. De su relación con el dictador sólo quedó la anécdota:
-ƑTuvo usted relación posterior con Augusto Pinochet?
-Nunca más. JOSE GONZALEZ MENDEZ
|