México D.F. Miércoles 10 de septiembre de 2003
Javier Aranda Luna
Celebrar a Rulfo, celebrar a la lectura
Conocemos
la historia: el mayor invento de la modernidad nació en Alemania
a mediados del siglo XV y no ha sido superado. Ninguna computadora ha podido
remplazar al libro: no requiere de energía eléctrica para
su consulta ni de estuches especiales para su transporte. Su peso, además,
lo hace más portátil que cualquier microprocesador. No sólo
eso: su consulta difícilmente podrá ser superada por la pantalla
más compleja que conozcamos. Por ello pocos se atreven a leer un
libro en computadora. Es tarea de locos: cansa la luz de la pantalla y,
si decidimos imprimirlo, nos saldría más caro en tinta y
tiempo que comprar un libro en la librería, que además está
empastado. ¿Se imagina usted leyendo la Divina Comedia de
Dante en el Metro en un montón de hojas sueltas?
El pasado jueves los directivos del Fondo de Cultura Económica
(FCE) celebraron los 69 años de esa editorial. Se dieron cita en
la librería Daniel Cossío Villegas decenas de escritores,
editores, traductores, correctores de estilo, vendedores de libros, periodistas.
Esa celebración fue ante todo una celebración a la lectura.
Una celebración a la imaginación y a la memoria. Porque sin
libros no hay imaginación que dure ni memoria que alcance. Ninguna
pantalla -de televisión o computadora- logrará lo que logran
los libros pues, en ellos, el lector termina de construir lo que apenas
esbozan los signos negros impresos sobre la página blanca.
En octubre, La Jornada celebrará a su modo
y con sus recursos a la lectura. Publicará con el formato del mismo
diario El llano en llamas de Juan Rulfo, que el próximo día
18 cumplirá 50 años de haber salido a la luz. El ejemplar
sui generis que podrá conseguirse en cualquier puesto de
periódicos, costará 10 pesos.
Sólo a un lector agradecido de los 17 cuentos de
Rulfo se le pudo ocurrir tal celebración. Ahora que tanto se desalienta
a la lectura gravando con impuestos injustos a escritores y editores, esta
publicación de El llano en llamas es un guiño a los
lectores. Si a las ediciones clásicas del FCE debemos la divulgación
masiva de esta obra de Rulfo, deberemos a La Jornada, sin duda,
la mayor distribución de los cuentos del escritor jalisciense en
tan poco tiempo.
Ojalá éste sea sólo el principio
de una apuesta editorial que busque reivindicar de manera regular a la
lectura como un derecho de cualquier persona a la imaginación y
a la memoria. Qué bueno que Rulfo aún esté entre nosotros.
Qué lástima que permanezca en el olvido otro prosista con
un genio similar al de Rulfo, como Martín Luis Guzmán.
Por más regalías que cobren los herederos
de Juan Rulfo por esta edición, el beneficio principal será
para los lectores.
Hace tiempo critiqué que la familia de Juan Rulfo
retirara los manuscritos del escritor de las bóvedas del FCE. Temí
que terminaran rematados en alguna subasta de Sotheby's o Christie's. Por
fortuna eso no ha ocurrido y aceptaron la edición de La Jornada.
Nunca sobrará la promoción de la lectura.
Nunca sera suficiente. La imaginación se renueva todos los días.
La memoria se multiplica, como los años, sin darnos cuenta.
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