México D.F. Lunes 8 de septiembre de 2003
Gonzalo Martínez Corbalá
Entre Marte y Nostradamus
Las brigadas de Abi Hafs Al Masri constituyen la organización
que atacó a la ONU en Bagdad, porque ésta "trabaja contra
el Islam y representa a la Secretaría de Estado norteamericana,
a la que intenta maquillar su feo rostro", según un comunicado que
se publicó en Internet, aunque también a la red terrorista
Al Qaeda se atribuyó la autoría del atentado que causó
más de 80 muertos y varias docenas de heridos.
En Nayaf, que es el lugar donde reposan los restos del
imam Alí, yerno de Mahoma y primer califa de los chiítas,
se guarda el duelo por los muertos en el atentado en el que falleció
el ayatola Mohamed Said Al Hakim. Ha habido violentas manifestaciones de
rabia de miles de chiítas que claman venganza y no faltan tampoco
quienes acusan al viejo régimen de Saddam Hussein de ser responsable
del atentado.
Mientras tanto, la Casa Blanca solicita 13 mil millones
de dólares en cinco años, solamente para la recuperación
de la red de electricidad (El País, 28 de agosto), y para
la reconstrucción del sistema de suministro de agua potable 16 mil
millones más. La estimación aproximada del costo total de
la reconstrucción de Irak sería de 190 mil millones de dólares.
Es importante señalar que la vuelta a la realidad
de lo que puede costar -económicamente hablando- reconstruir lo
destruido por los misiles en unos cuantos días, se suma al costo
-muy doloroso y absurdo, como en todas las guerras- de la pérdida
de vidas humanas de los soldados, en la posguerra, o sea, supuestamente,
en la paz, ya a unos dos meses de que oficialmente terminaron las batallas,
que ya supera numéricamente las bajas que sufrieron las tropas estadunidenses
durante la guerra, las que habrá que sumar también a las
de los ejércitos británicos, y a las de todas las fuerzas
armadas que participaron en la coalición.
¿Y cuántos civiles iraquíes y de
otras nacionalidades murieron también? ¿Hombres, mujeres
y niños? ¿Cuántos quedaron lisiados? Muy probablemente
estas cifras nadie las tiene con exactitud en la actualidad.
Y en este trasfondo, el secretario de Estado, Colin Powell,
quien no es considerado generalmente del grupo de los halcones encabezado
por el secretario de Defensa, Donald Rumsfell, se ha visto en el caso de
acudir al propio Consejo de Seguridad de la ONU, el mismo que la coalición
hizo a un lado para prescindir de su acuerdo para apoyar la iniciación
de la guerra, en consideración de una supuesta urgencia y de un
peligro inminente que podría, según el presidente George
W. Bush y el primer ministro británico, Tony Blair, desatar una
respuesta excesivamente peligrosa que amenazaría la seguridad nacional
misma de Estados Unidos y Gran Bretaña.
Parece ser que quien está llevando la peor parte
de las consecuencias de estas apreciaciones -consideradas hoy exageradas-
que no se han podido fundamentar, y que han sido verdaderamente escandalosas
en todo el mundo, después del suicidio del científico inglés
David Kelly, que ha venido a revelar algunas presiones de las que fue objeto
para sustentar las afirmaciones de Blair, quien ha sido sentado en el banquillo
de los acusados en una situación embarazosa sin precedentes en la
historia reciente de Gran Bretaña, que no se ha terminado todavía.
Si hubiera que dar algún crédito a los astrólogos,
habría que admitir que la cercanía de Marte -la más
corta desde hace 60 mil años- algo habría influido en la
generación de tantos y de tan grandes e inusitados problemas. Michele
de Nostradamus también podría recibir algún crédito
por sus predicciones, hechas en 1555, en las que adelantaba visionariamente
que el tránsito del universo del cuadrante de acuario al de piscis
habría de producir grandes calamidades en nuestro planeta.
La violencia parece no tener límite en el espacio
terrestre ni tampoco en el tiempo.
En el Washington Post (26 de agosto) de acuerdo
con las declaraciones de Paul Bremer, coordinador de la Autoridad Provisional
de la Coalición, trata de convencer a las altas autoridades en Washington
de que las cosas no andan tan mal en Irak. Pero las cantidades que solicita
se le aprueben en la Oficina Presupuestaria del Congreso se traducen en
un déficit presupuestal para 2004 que se dispararía a una
cifra récord de 500 mil millones de dólares, lo que sumado
al efecto de las disminuciones de los impuestos que ha planteado el presidente
Bush y al aumento en los gastos de defensa mantendrían los números
rojos hasta 2013 (El País, 28 de agosto).
Mientras tanto en Bagdad (1º de septiembre) el Consejo
de Gobierno de Irak nombró un gabinete de 25 miembros cuya intención
es tomar bajo su responsabilidad la marcha día-a-día del
gobierno de los estadunidenses (The New York Times; Dexter Filkins).
Esta sería la acción más importante
que el consejo habría tomado desde que los estadunidenses lo integraron
en julio, y parece estar en contradicción con la agresiva política
que Paul Bremer está planteando en Washington. El consejo estaría
integrado por 13 chiítas, cinco sunníes árabes, cinco
kurdos -que son también sunníes-, un turco y un cristiano
asirio.
La seguridad es algo que a los iraquíespreocupa
mucho desde la explosión devastadora del carro bomba en la mezquita
sagrada en la ciudad de Nayaf, el viernes 28 de agosto, en la que murieron
más de 80 personas, entre ellos prominentemente el ayatola Mohamed
Bakn al-Hakim, uno de los más reverenciados líderes de los
120 millones de musulmanes chiítas.
Colin Powell afirmó la semana anterior en Naciones
Unidas (The New York Times, 3 de septiembre) que la proposición
que está circulando en el Consejo de Seguridad para asignar un papel
más importante a esa organización en la obtención
de la paz en Irak, definiría también un "horizonte político"
que contribuiría a la transición hacia la democracia constitucional.
Todo ello sin explicar cómo podría lograrse esto, sin que
el gobierno de coalición cediera facultades al consejo iraquí
de gobierno ni tampoco a la misma ONU.
Todo parece indicar, que como en el principio, de lo que
se trata es de obtener el aval de Naciones Unidas, que implicaría
también mayor participación militar de la OTAN, que se muestra
bien dispuesta a ello, siempre, por supuesto, que la ONU lo autorizara,
sin que el gobierno real de la coalición sufriera algún demérito;
en el terreno de los hechos, esto es, que Estados Unidos y Gran Bretaña
siguiera gobernando en Irak con el apoyo financiero de Washington, el político
de la ONU, y el militar de la OTAN.
|